Entrevista | David Pascual Escritor

«Me enamoré de la palabra escrita y sentí la necesidad de usarla»

El escritor alicantino afincado en Vilagarcía ya tiene siete libros a sus espaldas

Pascual mostrando su libro Jaque a mi reina.

Pascual mostrando su libro Jaque a mi reina. / Iñaki Abella

Vilagarcía

David Pascual García se reconoce como «un poco nómada». Desde su Alicante natal, concretamente en la localidad de Petrer, el escritor afincado desde hace poco más de un año en Vilagarcía ha vivido una larga etapa en Brasil donde ejerció de profesor universitario.  

-Ha cambiado Brasil por Vilagarcía. ¿Cuál fue el motivo? 

-En septiembre de 2023, me mudé a Galicia. Lo hice por varias razones: la inquietud por vivir nuevas experiencias, la esperanza de ofrecer una vida mejor a mi familia, la búsqueda de una naturaleza con la que me siento profundamente identificado, y el mar, que tanto me llena el alma. Pero, sobre todo, lo hice para escapar de una enfermedad que me consumía sin piedad alguna. Aquí, en Galicia, rodeado de su gente, sus playas, su orografía llena de un verde que nunca pude respirar en Alicante, y mi nueva vida, pude dejar atrás los ansiolíticos y comenzar a sanar de una profunda depresión que apenas me dejaba respirar. Tuve además la suerte de llegar casi con un contrato en mano. Cinco días después de llegar comencé a trabajar en la empresa de transporte Olano, donde encontré otra familia.

-¿Cómo y cuándo comenzó a escribir? 

-Realmente, no recuerdo cómo comencé a escribir, aunque sí tengo claro cuándo empecé a leer: a los cuatro años. Supongo que, con el tiempo, intentaría imitar aquello que había aprendido. Vago recuerdo tengo de escribir pequeños textos, diarios, notas sin mucha importancia que, hoy en día, probablemente no tendrían mucho sentido. Fue en mi adolescencia cuando adquirí mayor conciencia sobre la escritura. Pequeños poemas, versos que hoy me avergüenzan, y garabatos de lo que podría ser en el futuro, pero en ese momento sin mayor relevancia. Sería a los 16 años cuando me consideré realmente escritor, y no lo hice por escribir poesía, sino por recitarla. Primero en Petrer, mi pueblo, y luego en otros lugares de la provincia de Alicante, me dieron a conocer como rapsoda, poniendo mi voz a los poemas de Lorca, Miguel Hernández, Neruda, Machado, Pedro Salinas… Fue entonces cuando entendí que entre mi alma y los escritos de aquellos grandes autores existía una conexión especial. Me enamoré de la palabra escrita, y a partir de allí sentí la necesidad de usarla.

-¿Cuántos libros ha publicado desde esa primera vez? 

-He publicado siete libros, entre poesía y novela. Mi primer poemario es una oda en verso a la inmigración. Con un estilo neobarroco, conceptista y oscuro, describo el viaje de los inmigrantes africanos. «En la lengua del estrecho», a pesar de haber sido publicado hace 23 años, sigue siendo un tema de actualidad. Dos años después, tuve el honor de ganar el Premio de Poesía Paco Mollá, que otorga Petrer al mejor poemario internacional. Así vio la luz «Cuando muere la inocencia», un poemario reflexivo e íntimo que fue muy bien recibido por crítica, profesores universitarios y poetas de renombre.

-¿Qué pasó después?

-Un joven de veinte años, inmerso en un mundo que apenas conocía, acaba cometiendo errores. La ascensión fue demasiado rápida para alguien que escribía solo por placer, por desahogo. Sentí miedo y dejé de escribir. Veinte años después, fui animado a retomar la escritura. Comencé un nuevo poemario, sin la pretensión de publicarlo, sin la presión de agradar a nadie, excepto a mi hija. Así nació «Cartas a Dânia», donde plasmaba en cartas escritas en verso todas las conversaciones, inquietudes, miedos y esperanzas que mi hija de doce años compartía conmigo.

Pascual se afincó en Vilagarcía hace poco más de un año procedente de Brasil.

Pascual se afincó en Vilagarcía hace poco más de un año procedente de Brasil. / Iñaki Abella

-Y de ahí un volver a empezar.

-Mi mujer me insistió varias veces para que me aventurara en la novela. No tenía nada que perder y lo hice. Así surgió «Entre blanco y negro», la primera novela de una saga que acabo de terminar. Es una historia dolorosa, pero también una lección de vida. Luego vino «Punto y aparte», la novela que me dio a conocer en otras partes de España. Mi mayor sorpresa fue que, sin saber cómo, se convirtió en una novela de gran aceptación en México. Me anime a una tercera parte «Jaque a mi reina» que presentaré el 4 de abril en mi pueblo. Además de estas tres novelas de la saga, he publicado otra llamada Lo siento, que nada tiene que ver con las anteriores. Quizá, de las cuatro terminadas, se trate de la novela más dulce, más emotiva y más tierna de todas.  

-¿En qué se inspira para sus libros? 

-Principalmente, me inspiro en el ser humano: su comportamiento, la forma de pensar, de reaccionar y de luchar frente a los problemas cotidianos. No se trata de buscar soluciones, sino de plantear los tropiezos comunes, para mostrar a aquellos que parecen estar atravesando un mal momento que la travesía por la que transitan no es algo exclusivo ni extraño. En ocasiones, se me ha catalogado como escritor del alma humana de una forma muy poética, o como escritor de thriller psicológico, de una manera más práctica. Prefiero pensar que, como escritor, mi labor es simplemente dar al mundo lo que el mundo me ofrece o me inspira. En mis novelas están reflejadas las grandes incógnitas de la historia: la vida, el amor y la muerte, y todos los planteamientos filosóficos que conllevan. Pero, de alguna manera, también aprovecho para introducir una denuncia social actual, escribiendo sobre temas como la homofobia, el acoso escolar, la violencia de género, el abuso sexual, el racismo… 

-¿Cuál es su objetivo real dentro de la literatura? 

-Si dijera que mi única pretensión es disfrutar con lo que hago, mentiría. Disfruto haciéndolo, sí. Pero ese deleite es solo un momento breve en el proceso de culminación de todo escrito. Todo el trabajo que conlleva, los nervios por los plazos, las múltiples correcciones, la cabeza rota con la maquetación y la edición de los libros… todo eso está lleno de momentos de tensión y estrés. Todo escritor escribe para ser leído, y cuanta más gente, mejor. No deja de haber un pequeño egoísmo vanidoso de querer ser el centro de atención durante un tiempo. Yo no escribo para no ser leído. Y, por supuesto, todo escritor busca, como fin último, poder vivir de ello exclusivamente.

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