San Roque, San Antón y San Paio montan una fiesta de lacones
Ya falta menos para la escenificación de una de las tradiciones más arraigadas e importantes de Valga

Con los santos y los lacones a cuestas en Valga / Iñaki Abella
En el Ayuntamiento de Valga los santos van y vienen. Los vecinos se reúnen para trasladar sus imágenes desde la iglesia de Cordeiro a la capilla de Vilar, y el 2 de febrero, día de la Candelaria –cuando según la tradición se casan los pájaros–, hacen el recorrido inverso; una emotiva y entrañable procesión por las diferentes aldeas.
Todo empieza este sábado, festividad de San Paio. Los vecinos de Valga, muy especialmente los de Vilar y Vilarello, van a mantener viva una tradicional procesión que comienza a eso de las nueve de la mañana para que el citado santo pueda recoger a San Antón y a San Roque en la iglesia parroquial de Cordeiro.
Una vez juntos, las tres imágenes parten hacia la capilla de Vilar, acompañados por no pocos vecinos y el grupo de gaitas Brisas do Ulla (Catoira), que además se encargará de un posterior pasacalles por los lugares de Vilar y Vilarello, según anuncian en el gobierno valgués.
Esta importante cita festiva y religiosa continuará con una misa en la capilla de Vilar que dará comienzo a las 13.00 horas y estará cantada por la Coral Polifónica Santa Comba de Cordeiro.
Viaje de vuelta
Y como se decía al principio, allí se quedarán los santos hasta el 2 de febrero, cuando regresarán a la iglesia parroquial de Cordeiro, de nuevo en procesión, pasando por aldeas como Vilarello, Moldes, As Eiras, Outeiro, Ferreirós y Beiro, donde se anuncia el paso de la comitiva, a medida que va llegando, con el lanzamiento de bombas de palenque.
Pero no es una procesión cualquiera, sino la tradicional Procesión dos Lacóns, en la que participa prácticamente el pueblo entero y que se caracteriza por el «paseíllo» que se da a las patas de cerdo, que después acaban siendo subastadas.
Mujeres con los jamones sobre la cabeza
Lo más característico es que son las mujeres las que abren este desfile, portando sobre sus cabezas las cestas de mimbre en las que trasladan como ofrendas los pesados y saladas lacones.

Los valgueses recorren la aldea con las ofrendas de la Candelaria y San Blas. / Noé Parga
Un proceder que obedece a una tradición iniciada en el siglo XIX, cuando la peste acabó con buena parte del ganado y los vecinos decidieron pedir la mediación de los santos, para lo cual les realizaron todo tipo de ofrendas.
Eso es lo que se rememora en Valga cada 2 de febrero, cuando los vecinos, tanto si son creyentes como si no, recorren los cuatro kilómetros que separan al capilla de Vilar de la iglesia de Cordeiro acompañando a San Antonio, San Roque y San Pelayo.
Se trata de un llamativo recorrido religioso en el que destacan los adornos a base de acacias, camelias, naranjas y otros muchos elementos que se colocan en cada uno de los puntos de avituallamiento, es decir, en Vilarello, Moldes, As Eiras, Outeiro, Ferreirós y Beiro, donde los romeros descansan colocando a los santos sobre los improvisados altares antes de retomar el camino.
La parada más larga es la de Ferreirós, donde la tradición dice que se sirva a los participantes un aperitivo a base de vino, refrescos y dulces.

El cartel de la primera procesión. / FdV
Otra característica de la procesión de los lacones del 2 de febrero es que algunas de las patas salada de cerdo comienzan el recorrido en la capilla de Vilar, mientras que otras se van sumando al singular desfile a medida que avanza hacia Cordeiro.
Es cuando finalizan la procesión y la misa solemne en el templo parroquial cuando comienza la no menos tradicional «Poxa dos Lacóns», destinándose el dinero recaudado a la parroquia.
En definitiva, una llamativa fiesta que vale la pena ver de cerca y disfrutar que está organizada por la asociación cultural y vecinal de Vilarello y el Concello de Valga, donde hacen un llamamiento a los vecinos para que se sumen a los diferentes actos propuestos y así «mantener vivas nuestras más arraigadas tradiciones».
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