Influenza aviar: pendientes de gaviotas, págalos, alcatraces y gallinas
La gran cantidad de aves invernantes llegadas a las Rías Baixas desde el Norte de Europa aumenta el riesgo de contagio

Gallinas sueltas en una finca de Vilanova de Arousa. | Iñaki Abella
En esta época del año aumenta el riesgo de contagio de las aves silvestres por Influenza Aviar Altamente Patógena (IAAP), popularmente conocida como gripe aviar.
Razón por la cual, como se indicaba ayer en FARO DE VIGO, el Ministerio de Agricultura y la Consellería do Medio Rural establecen una serie de medidas preventivas, tales como prohibir la cría de aves de corral al aire libre en los Ayuntamientos de Cambados, O Grove, A Illa de Arousa, Meaño, Ribadumia, Sanxenxo y Vilanova.
Una alternativa es el empleo de telas pajareras que eviten la interacción entre aves silvestres y domésticas.
Es necesario mantenerlas alejadas y reducir posibles vías de contagio, de ahí que tampoco se permita suministrar a las aves de corral agua procedente de depósitos abiertos, a los que pueden tener acceso las aves silvestres.
Una medida preventiva también de aplicación obligada en localidades arousanas como Vilagarcía, Meis, Rianxo y Ribeira, al igual que en Porto do Son, A Guarda, O Rosal, Tomiño, Tui, Pontevedra, Soutomaior, Redondela, Moaña, Vilaboa, Marín y Poio, entre otras.
Desde mañana
Estas restricciones, que se reactivan desde mañana, no son nuevas. Como tampoco lo es la amenaza de la influenza aviar, estrechamente relacionada en las Rías Baixas con la presencia de ingentes cantidades de aves llegadas desde los países nórdicos para pasar el invierno en Galicia.
Y tanto si se quedan hasta la migración primaveral o prenupcial –que está a la vuelta de la esquina– como si se detienen temporalmente a descansar antes de seguir viaje hacia África.

Un hombre observa aves en la costa de Vilagarcía. / M. Méndez
Unos movimientos migracionales de ida y vuelta entre el continente africano y el Norte de Europa que resultan especialmente intensos en el ámbito de influencia del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia, el Complejo Ons-O Grove y, sobre todo, en el Complejo Intermareal Umia-O Grove, Lagoa Bodeira y Carreirón.
De ahí que los municipios arousanos sean los más expuestos a posibles contagios y, por ende, los sometidos a las medidas restrictivas más exigentes.
Sobre todo desde la localización en los últimos tiempos de aves muertas o enfermas en lugares como Vilagarcía, O Grove, Muros, Vigo y la plataforma continental, a la altura de las islas de Ons, Cíes y Sálvora.
Entre las especies más castigadas, la gaviota, el págalo grande y, sobre todo, el alcatraz atlántico, cuya población se ha visto claramente diezmada por la gripe aviar en las zonas de cría del Atlántico Norte.
Ojos negros
Un nivel de afectación que en los últimos dos años ha quedado muy patente en las Rías Baixas, donde además de haberse reducido el número de alcatraces se han localizado numerosos ejemplares con los «ojos negros», es decir, con edema de la córnea, que es uno de los síntomas de la gripe aviar.
Se trata de la fase inicial de la queratitis que provoca la ceguera, y que en el caso de los alcatraces los condena a una muerte segura, ya que no pueden alimentarse ni desplazarse.
Tanto alcatraces como págalos y gaviotas están presentes tanto en aguas exteriores como dentro de la ría de Arousa.

Una batea repleta de aves. / M. Méndez
Lógicamente, la posibilidad de contacto entre aves de corral y aves pelágicas como el alcatraz, los diferentes tipos de págalos, pardelas, charranes, paíños y especies similares, es muy inferior a la existente en el caso de las gaviotas, mucho más cercanas tanto al ser humano como a las explotaciones industriales y privadas de gallinas y patos.
De ahí que la detección de gaviotas infectadas suponga siempre un aumento en el nivel de riesgo de aparición de la enfermedad en las aves domésticas, tal y como advierten desde la Consellería do Medio Rural.
Departamento que incide en «la necesidad de reforzar las medidas de bioseguridad en las explotaciones avícolas, tanto comerciales como particulares, para evitar el contacto con aves silvestres».
Esto conlleva, cabe insistir, la necesidad de que los criadores intensifiquen la vigilancia y traten de detectar cualquier síntoma de enfermedad, «notificando cualquier sospecha a los servicios veterinarios oficiales de la Xunta», explica Medio Rural.
Un plan de confinamiento y bioseguridad
El «Plan de confinamiento y bioseguridad de aves de corral y otras aves cautivas», elaborado por el Ministerio de Agricultura, advierte de que las silvestres «tienen un papel destacado en el mantenimiento y dispersión de los virus de influenza aviar».
De ahí que pueda afectar a las domésticas, como consecuencia de su contacto con las «salvajes». Un contacto que puede ser directo, a través de la convivencia de gaviotas con gallinas o patos –por ejemplo–, o indirecto, cuando individuos enfermos utilizan los bebederos de los corrales o acceden a la comida de las granjas.
Es por ello que dicho plan trata de reducir el riesgo de dispersión de la gripe aviar «minimizando o evitando el contacto de las aves domésticas con las silvestres».
Y esto explica la adopción de «medidas estrictas de bioseguridad», tales como obligar a encerrar las gallinas o usar cualquier medio que las mantenga separadas de las silvestres.
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