Debacle en la caza menor: «El balance es muy malo»

Los aficionados constatan la imparable desaparición de las poblaciones de conejo en los montes de O Salnés y Ullán

La Mesa Galega se reúne la próxima semana en Santiago con la conselleira de Medio Ambiente

Dos cazadores caminan por una pista forestal del monte Xiabre, con la ciudad de Vilagarcía al fondo.

Dos cazadores caminan por una pista forestal del monte Xiabre, con la ciudad de Vilagarcía al fondo. / Iñaki Abella

El día de Reyes finalizó la temporada de caza menor, pero ese día ya fueron pocos los aficionados que se animaron a subir al monte con los perros y la escopeta. En realidad, muchos ya desistieron desde hace semanas. El desánimo ha cundido entre los aficionados porque las poblaciones de conejo están poco menos que desaparecidas en Arousa y los alrededores. «La temporada ha sido muy mala en general en todas partes», sentencia Manuel Martínez, presidente de la Mesa Galega pola Caza.

La temporada cinegética menor arranca en Galicia a mediados del mes de octubre, y finaliza el 6 de enero del año siguiente. Las especies principales en O Salnés y Ullán son el conejo y las aves. En el primer caso, el balance ha vuelto a ser muy malo, como ya se esperaba; en el de las aves, el balance de la campaña ha sido un poco mejor.

«Las repoblaciones de perdiz y faisán sí están funcionando algo mejor», apunta Manuel Martínez. Ahora, y hasta el 9 de febrero, los federados podrán seguir cazando arcea, una especie migratoria que llega a estas alturas del año a Galicia, huyendo del intenso frío del centro o el norte de Europa. «Otros años también se podía cazar becacina hasta febrero, pero este año está vedada», advierte el presidente de la Mesa Galega pola Caza.

El resultado ha sido malo incluso en tecores (terrenos cinegéticos ordenados) en los que no se cazaba desde hace años. Fue el caso del coto que corresponde a la sociedad Karsita, en Vilagarcía, que llevaba tiempo sin subir al monte Xiabre debido a los estragos causados por los últimos incendios. Este otoño retomaron la actividad, «pero el balance ha sido muy malo».

Las expectativas en octubre eran tan descorazonadoras que algunas sociedades ya ni siquiera abrieron la temporada, como es el caso de la San Huberto, de Valga; en la Corazón do Salnés, de Meaño, los socios decidieron subir al monte, pero sin escopeta, para preservar el recurso para años próximos pero sin renunciar al placer de reunirse con los compañeros de vez en cuando y de ver a los perros trabajando para encontrar el rastro de los conejos.

Finalmente, otras sociedades han mantenido las cacerías hasta el mes de diciembre, dando por cerrada la temporada casi un mes antes de lo que permite la Xunta, como hizo la de O Grove.

Reunión con la Xunta

La semana próxima, esta entidad, una de las principales del sector cinegético en Galicia, se reúne en Santiago con la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. El objetivo es hablar del presente y el futuro de la caza. Pero Manuel Martínez tiene muy pocas esperanzas depositadas en este encuentro, pues está convencido de que ni siquiera la administración gallega tiene el poder suficiente como para recuperar las poblaciones de conejo en Galicia.

«Los conejos están desapareciendo por varias razones, y una de ellas es porque la transformación de su medio es brutal. Pero ni siquiera la administración puede atajar la reconversión del rural gallego que estamos viviendo», sentencia Martínez.

Usos de la tierra

Los usos de la tierra han cambiado de forma dramática en las últimas décadas. Las familias dejaron de cuidar una o dos cabezas de ganado, y eso conllevó el abandono del monte; posteriormente, los terrenos agrícolas dejaron de trabajarse, y esto allanó el camino a las concentraciones parcelarias y a explotaciones que requieren de grandes superficies, como los viñedos. «La transformación del medio rural es enorme, y eso lleva a la desaparición de especies como el conejo. ¿Pero qué podemos hacer? ¿Vamos a evitar que un bodeguero haga un viñedo porque en la zona hay una tobera de conejos? El aprovechamiento actual del suelo en el rural es inc0mpatible con las especies de caza menor, pero poco podemos hacer por cambiar la situación», considera.

«El efecto de la emergencia cinegética en Arousa ha sido nulo»

La Xunta de Galicia declaró en octubre pasado la emergencia cinegética en la comarca de Caldas, y la medida afectaba a los tres municipios del Ullán, Pontecesures, Valga y Catoira. El objetivo era ayudar a controlar las poblaciones de jabalíes. Sin embargo, el efecto real de la declaración, «ha sido nulo» en esta zona, según el presidente de la Mesa Galega pola Caza, Manuel Martínez.

La emergencia cinegética permite a los cazadores abatir un mayor número de jabalíes mediante facilidades burocráticas para la organización de batidas en cualquier día de la semana. A mayores, se permite cazar un número ilimitado de piezas. Pero Manuel Martínez advierte de que en esta zona la medida fue papel mojado. «Nadie va a cazar los miércoles... Al final, se abatieron los mismos jabalíes que se habrían abatido sin la emergencia cinegética».

Manuel Martínez apunta al respecto que ya cuesta en ocasiones encontrar suficientes cazadores para montar la cuadrilla mínima que se necesita para hacer una batida, cuanto más si se les pide que suban al monte un día laborable. «La caza menor está muerta, pero el colectivo no está mucho mejor», prosigue. La Consellería de Medio Ambiente declara la zona de emergencia cinegética en base a una serie de criterios. El principal es el número de avisos por daños en los cultivos agrícolas que llega a los despachos de la Xunta. Otra variable que se tiene en cuenta es la siniestralidad vial. Y en este caso, la zona baja del monte Xiabre es un punto conflictivo por la presencia habitual de «porcos bravos».

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