La mejor lección de arqueología en el yacimiento de Monte do Castro en solo 45 minutos

El asentamiento contó con 3.000 habitantes en algún momento de la Edad de Hierro

Monumental escalera de acceso al Monte do Castro, en Besomaño (Ribadumia). |  Iñaki Abella

Monumental escalera de acceso al Monte do Castro, en Besomaño (Ribadumia). | Iñaki Abella

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Ribadumia

Descubrir el Monte do Castro en la parroquia de Besomaño (Ribadumia) es una de las propuestas del proyecto «Trazas de Pontevedra» que si bien ha sucumbido al olvido como otras tantas inversiones arqueológicas sigue siendo una propuesta cultural de relevancia en la oferta turística de O Salnés y que, además, se puede recorrer en solo 45 minutos.

Las leyendas de «Os Mouros» siempre han concitado interés en Ribadumia como en otras localidades gallegas donde se erigieron poblados castrexos. El imaginario colectivo se alimentaba con historias que se transmitieron a través de las sucesivas generaciones pero también gracias a hallazgos, casuales o no, que reforzaban el conocimiento sobre la existencia de poblados prehistóricos en las comarcas de O Salnés y Ullán, especialmente.

Detalle del caldero de remaches. |  Iñaki Abella

Detalle del caldero de remaches. | Iñaki Abella

O Castro de Besomaño (Ribadumia), Cálago (Vilanova de Arousa), Adro Vello (O Grove), Igrexa Vella o el Mercado dos Mouros en Valga y Castro Alobre (Vilagarcía de Arousa) son claros ejemplos de esta riqueza arqueológica, verdaderos tesoros para comprender la evolución galaica.

«Barrio de la Puerta». |  Iñaki Abella

«Barrio de la Puerta». | Iñaki Abella

El yacimiento de Ribadumia permite a día de hoy reveló muchos de los secretos que estuvieron escondidos bajo tierra durante siglos, pues gracias a las sucesivas etapas de excavación y consolidación de las estructuras halladas es posible hacerse una idea de sus más de cinco siglos de existencia.

Materiales reveladores

Obviamente, la guía de Trazas de Pontevedra puede ser de gran ayuda al visitante pues resume con cierta precisión, no solo por las estructuras exhumadas sino también por los resultados del estudio de los materiales hallados durante la excavación que explican los más de quinientos años de un lugar que llegó a tener una población de unas 3.000 personas, hasta que fue abandonado cuando los romanos prendieron fuego al asentamiento en el siglo I después de Cristo.

Pero hasta ese momento, Besomaño había sido un núcleo de enorme relevancia en la comarca de O Salnés. Como admitirían los arqueólogos e historiadores que han participado en la excavación se encontraron con «un yacimiento más complejo» de lo previsto inicialmente.

Fases de ocupación

En este sentido explican que atendiendo a los resultados de las excavaciones se puede observar que hubo tres fases de ocupación del poblado; la primera entre finales del siglo V y mediados del IV antes de Cristo «a la que corresponden los agujeros de poste, gavias y fosas, que en algunos casos cortan el sustrato granítico dejados por las cabañas realizadas en material perecedero».

Un monumento a las estaciones del año

Uno de los elementos más simbólicos de Monte do Castro es precisamente la llamada «Pedra da Santa», un monumento situado en lo más alto del yacimiento y del que apenas se conserva su basamenta como consecuencia de la actividad que se desarrolló en la cantera.En el informe arqueológico se expone que en la actualidad «aunque esta roca se encuentra muy alterada» puede intuirse el lugar en el que «se levantaba una gran piedra granítica con varios escalones y un gran ‘lacus’ del que partían cuatro canales hacia cada uno de los puntos cardinales».Destacan el hecho de que la pieza monumental se situaba en el punto más alto del yacimiento, con una orientación que permitía «controlar visualmente la ría de Arousa y la puesta de sol». Unas características que refuerzan la teoría del poder simbólico y ritual de una piedra que se asocia a las estaciones del año y a la agricultura, no en vano el valle del Umia es de enorme fertilidad.Junto a este elemento, las excavaciones también han permitido descubrir otras piezas de enorme valor para el estudio de este espacio histórico, como el enorme caldero con remaches de bronce que se encontró doblado en la croa del castro, la figura antropomorfa de un guerrero o la fíbula de los leones que se convirtió en el emblema del yacimiento poco después de iniciarse la excavación.También se han extraído otros materiales muy interesantes para conocer las distintas etapas del poblado y de qué vivían, gracias a los «cuncheiros» o las bellotas calcinadas halladas junto a un almacén.

Hubo una segunda fase de ocupación, entre el siglo II antes de Cristo y comienzos del I de la actual Era, «en la que se produce la petrificación de las estructuras anteriores y una nueva redistribución urbanística». Indican que en este período «las cabañas son circulares y ovaladas, de diversos tamaños». Es en esta fase cuando se inicia la construcción de la muralla.

Reordenación urbanística

Y agregan que la última fase de ocupación es la que supone la mayor reordenación del poblado, cuando ya está rodeado de una gran muralla monumental que alcanza en algunos puntos los cinco metros de altura. En este momento, indican «nuevas estructuras se superponen a las anteriores y se produce un importante movimiento y acopio de tierras para la realización de aterrazamientos».

Es este última fase cuando se produce el movimiento sociológico más importante «pues surgen las desigualdades sociales que se materializan en las diferencias arquitectónicas de las estructuras habitacionales de un complejo arqueológico en el que destaca la llamada «Entrada monumental», que tiene forma de «L» y que se estrecha a medida que avanza hacia la puerta. Cuenta con varios elementos históricos que la ritualizan, como la figura antropomorfa de un guerrero, un depósito de conchas y una pequeña olla cerámica completa.

Metalurgia y hornos

Más arriba, en el «Barrio de la Puerta» se documentaron siete estructuras diferentes, cinco de planta circular, una ovalada y otra rectangular de esquinas redondeadas. Una de ellas está relacionada con el trabajo metalúrgico, cinco son viviendas y la séptima es un almacén.

En la parte central del aterrazamiento se documentó una pequeña estructura ovalada con un horno de fundición en su interior. Asimismo se descubrió una estructura tipo hórreo realizada en pallabarro para el almacenaje de cereales (mijo, trigo o centeno).

Clases altas

Y la otra gran estructura arquitectónica localizada es la casa-patio, construida en un punto privilegiado del asentamiento. Explican los expertos que «su posición dominante, la proximidad a los grandes espacios de almacenaje de cereal, un programa arquitectónico diferente y toda una serie de objetos de prestigio permiten afirmar que perteneció a un personaje o familia destacada dentro de la élite del poblado».

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