Almeja y berberecho siguen hundiéndose en un pozo sin fondo

La ría apenas llega este año a las mil toneladas, la mitad de 2023 y cinco veces menos que en 2007 y 2008

Rañeiros faenando en la zona de libre marisqueo de O Bohído, la semana pasada. |  Iñaki Abella

Rañeiros faenando en la zona de libre marisqueo de O Bohído, la semana pasada. | Iñaki Abella

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Arousa

Aunque la pérdida de productividad marisquera parece generalizada en Galicia, en la ría de Arousa resulta, si cabe, mucho más evidente.

La disminución de las capturas de bivalvos se arrastra desde hace años, y ahora que 2024 está a punto de finalizar, puede decirse que todo sigue igual y que el esperado punto de inflexión no acaba de llegar.

Como se ha explicado en otras ocasiones, el principal lastre que arrastran las lonjas, aunque no el único, es el libre marisqueo, ya que después del fracaso estrepitoso del plan de explotación que quisieron asumir directamente las cofradías, a través de la no menos fracasada asociación Rañeiros da Ría, no es sencillo recuperar las cifras de producción deseadas.

Y mucho menos si la lacra del furtivismo sigue latente, los depredadores naturales van en aumento y el descenso de salinidad parece conjurarse con la subida de la temperatura del agua para rematar la faena.

Pero dejando a un lado las causas, por todos conocidas, hay que quedarse con los hechos.

Y esos hechos dicen que este año se han vendido en las lonjas gallegas apenas 1.700 toneladas de almeja y berberecho, por importe de 23 millones de euros.

Nada que ver, por ejemplo, con las 10.000 toneladas de 2008, e incluso muy lejos de las 8.312 toneladas de estas dos especies que se despachaban en primera venta el año previo a la pandemia.

Lógicamente, si los datos a nivel gallego resultan llamativos, mucho más lo son si se analizan los de Arousa, que siempre fue la ría más importante de Galicia para los bivalvos.

Desde 2005

Prueba de ello es que en las dos últimas décadas se subastaron en la comunidad 131.000 toneladas de almeja babosa, bicuda, fina, rubia y japónica, además de ameixón y berberecho, resultando que la mitad (casi 66.000 toneladas) correspondieron a las lonjas de la ría arousana.

Una ría que ni siquiera llegó este año a las mil toneladas de dichas especies, lo cual se traduce, a falta de cerrar el ejercicio, en un descenso del 50% respecto a 2023.

Y esto es tanto como decir que, a estas alturas, se ha comercializado prácticamente la tercera parte de lo subastado en 2022, 2021 y 2020.

Una caída de producción de la que se habla con especial intensidad desde la pandemia por COVID, ya que en el año anterior a la misma, 2019, se habían vendido casi en la ría arousana 3.900 toneladas de almeja y berberecho.

Competencia de Portugal

Pero que nadie se llame a engaño, porque el coronavirus no tiene nada que ver en todo esto, aunque el patrón de algunas cofradías ayudó a perder mercado en beneficio de competidores como los portugueses.

Como el sector bien sabe, el declive se hace notar, sobre todo, desde 2009 y 2010, cuando se vendían en las lonjas arousanas 4.789 y 4.250 toneladas de dichos bivalvos, respectivamente.

Lo que sucedió después , todo el mundo lo conoce, incluidos los estragos que causó la irrupción en escena de un parásito como la Marteilia, especialmente duro con el berberecho y encargado de aniquilar la especie en los bancos de Os Lombos do Ulla, otrora una «gallina de huevos de oro» para los rañeiros y ahora un estéril montón de arena y fango.

Una de las razones por las que almeja y berberecho ni siquiera alcanzaron la barrera de las 4.000 toneladas en 2011 y cayeron por debajo de las 3.000 entre 2012 y 2015.

Carril

Si se analiza lo sucedido lonja a lonja se observa que, a pesar del reducido impacto de su agrupación de marisqueo, y gracias a la Organización de Parquistas (OPP-89), la «rula» de Carril va camino de cerrar 2024 con alrededor de 500 toneladas vendidas de almeja y berberecho. Sobre todo si la campaña navideña no se estropea a última hora.

Es una cantidad similar a la despachada en 2005, pero representa prácticamente la mitad de lo despachado en 2007, 2008, 2010, 2011, 2017 y 2019, que fueron sus mejores años.

También está por debajo del balance de 2023, que se elevó a 790 toneladas, y 2022, con 900 tonelada de almeja y berberecho vendidas en el puerto de Carril.

O Grove

El de O Grove, por su parte, se limita en el presente ejercicio a 127 toneladas, cien menos que el año pasado.

En 2022 habían sido 238 toneladas de almeja y berberecho, en 2021 se alcanzaron las 266 y 2020 se cerró con 249 toneladas en la lonja meca, donde antes de la pandemia se vendían 332 toneladas.

Poco o nada tiene que ver lo que sucede ahora con lo que ocurría en 2008, cuando O Grove se acercó a las 428 toneladas de dichos bivalvos.

A Illa

Aunque peor parecen ir las cosas en lonjas como A Illa –más dependientes del fracasado libre marisqueo–, este año con apenas 58 toneladas de almeja y berberecho.

Lejos están las 150 toneladas de 2023 y, desde luego, las 183 del año 2022. Pero mucho más las 195 toneladas de 2021, las 293 con las que se cerró 2020 y las 378 toneladas de antes de la pandemia.

Peor parada sale su lonja si se comparan las cifras actuales con las de 2018 (404 toneladas) o 2017 (419).

Ni hablar ya de 2010, cuando la «rula» isleña superaba las 636 toneladas de almeja y berberecho, 2009, cuando se colocaban en el mercado 768, o 2008, cuando salieron de A Illa 805 toneladas.

Vilanova

A los rañeiros y mariscadores de a pie más jóvenes podrá sorprenderles semejante descenso. Como también el de Vilanova, este año limitada a apenas 24 toneladas, frente a las 151 del ejercicio pasado.

Una lonja en la que antaño el marisqueo también pisaba fuerte, con 178 toneladas de almeja y berberecho en 2005, unas 300 en 2006 y nada menos que 553 toneladas en 2007.

Cambados

Por último, decir que Cambados supera este año las 102 toneladas de ambos bivalvos, 70 menos que las comercializadas en todo 2023 y menos de la mitad de lo subastado en 2022.

Lejos quedan las 241 toneladas de 2021, las 291 de 2020, las 245 toneladas de 2019, las 325 de 2027 y, desde luego, las 446 toneladas de 2011 o las 499 de 2010.

Poco o nada tiene que ver la situación con la que se vivía en 2008, cuando Cambados subastaba 658 toneladas de almeja y berberecho; seis veces más que ahora.

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