Así terminaron las fiestas de San Roque en Vilagarcía
La Batalla de Flores y el Combate Naval llenaron la ciudad de gente
Os Bolechas abrieron la jornada con una función inspirada en las Olimpiadas
Sustituyen los barcos de la tirada de fuegos por plataformas de madera

Un momento del desfile de la Batalla de Flores. / Iñaki Abella
Vilagarcía puso ayer el broche a sus fiestas de San Roque, posiblemente las más multitudinarias de los últimos años. Y lo hizo en una jornada en la que concentró la Batalla de Flores y el Combate Naval, tras aplazar el espectáculo pirotécnico debido a la lluvia de la mañana del sábado.

Los gigantes y cabezudos dan vistosidad y animación al desfile. / Iñaki Abella
La jornada festiva arrancó a media tarde con un espectáculo infantil en la plaza de Galicia, en la que Os Bolechas representaron al pie de una colorida caravana unos particulares Juegos Olímpicos, en los que Carlos, Braulio y los demás personajes creados por Pepe Carreiro organizaron para los niños distintas pruebas deportivas olímpicas, empezando por la de tiro al plato. El público también fue protagonista de la función, dividiéndose en sendos equipos de color azul y rojo.

Espectadores, en la calle San Roque. / Iñaki Abella
La segunda cita de la jornada fue la Batalla de Flores. Desde hace unos años, las fiestas de Vilagarcía terminaban tradicionalmente con este desfile de carrozas, desde las cuales decenas de niños arrojan al público rollos de confeti y papel. Sobre las carrozas, que salieron del entorno de la estación de autobuses, iban más de medio centenar de niños de entre cinco y quince años.

Medusas luminosas y pompas de jabón en la carroza de O Gato Negro. / Iñaki Abella
Pero ayer la Batalla de Flores no fue el punto y final de las fiestas, sino que se convirtió en la antesala del Combate, uno de los espectáculos pirotécnicos más antiguos de Galicia, ya que se celebra desde hace más de 150 años. Se trata de una quema de fuegos inspirada en la batalla marítima de El Callao, en la que la marina española asedió esta ciudad peruana, en 1866.

Una niña sopla para hacer volar el confeti que lleva en la mano. / Iñaki Abella
Este año, el Combate presentaba una novedad desde el punto de vista logístico, aunque prácticamente imperceptible para el público, ya que los tres barcos desde los que se lanzan los fuegos que “atacan” el castillo fueron sustituidos por plataformas semejantes a bateas, de 100 metros cuadrados cada una.
El espectáculo diseñado por Pirotecnia Penide duró en torno a 20 minutos, durante los cuales se efectuaron 7.800 disparos de luz y se quemaron 600 kilos de pólvora. Una vez más, el castillo (de 38 metros de ancho por 14 de largo) no pudo resistir el colorido cerco.
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