Laureano Oubiña sentó este martes en el banquillo de los acusados a las productoras y distribuidoras de la serie “Fariña” al considerar que no sale muy bien parado como uno de sus personajes principales. El cambadés reclama un millón y medio de euros por daño al honor, algo que la Fiscalía no tiene tan claro, ya que pidió la desestimación de la demanda al no apreciar ninguna prueba que demuestre tal perjuicio.
Oubiña llegó al juzgado diez minutos antes de la hora estipulada para la celebración del juicio escoltado por su abogado y con el libro “Desmontando a Fariña” apoyado en el pecho, lugar del que no lo sacó en ningún momento. No atendió a la prensa, a la que solo les dijo que estaba “perfectamente tranquilo”. Laureano Oubiña tuvo que permanecer durante más de una hora a escasos metros de los representantes de Bambú, Netflix y Atresmedia mientras se aguardaba a la llegada del fiscal encargado del caso, atrapado por los retrasos ferroviarios que se suceden una y otra vez.
Sobre las 10.30 horas, arrancó un juicio en el que Oubiña no iba a abrir la boca en ningún momento, dejando todo el protagonismo a su abogado. Con un estoicismo muy alejado de sus conocidas salidas de tono, aguantó las dos horas que duró la sesión sin mostrar en su cara un solo gesto, ni siquiera en las conclusiones de los abogados de las tres empresas denunciadas, que se cebaron con él y con los motivos de la denuncia, recordándole que su honor no lo pusieron en riesgo ellas publicando “Fariña”, sino él mismo con sus propios actos.
No hubo testigos, más allá de los representantes de las empresas, aunque se llegó a barajar la posibilidad de que se subieran al estrado Nacho Carretero, autor del libro en el que se basó la serie, e incluso, las hijas de Esther Lago barajaron la posibilidad de sumarse a la causa, pero lo descartaron posteriormente. Así las cosas, Oubiña se presentó en el juzgado reclamando 1,5 millones de euros por intromisión al honor y calumnias hacia su persona cometido por la grabación y publicación de la serie Fariña por Bambú Producciones, Atresmedia y Netflix. Para ello, su representante legal apeló a la Ley de Patentes, comparando el uso del nombre de Oubiña con el de una marca registrada, lo que permitiría solicitar “el 1% de los ingresos que generó la serie, pero solo reclamamos el 0,25%”.
El abogado de Oubiña interrogó a Ramón Campos de Bambú y a Diego Ábalos de Netflix sobre los motivos por los que se introdujeron escenas sexuales que dañaban no solo el honor de su cliente, sino también el de su esposa ya fallecida, cómo habían contrastado la información atribuyéndole hechos que Oubiña no habría cometido (como el tráfico de cocaína) y que durante toda la serie se le reflejase como una persona soez y brutal.
Campos defendió que todo lo que los guionistas de la serie habían hecho un importante trabajo de documentación, no solo con el libro de “Fariña” de Carretero, pero insistió en que, si bien está basada en hechos reales, de todo ese trabajo de documentación surgió un contexto en el que destacaba el nombre de Laureano Oubiña, por eso se decidió mantenerlo con su nombre en la serie mientras a otros se les modificaba. También insistió en que “nunca hemos dicho que Laureano Oubiña trabajase con cocaína” a pesar de que en la serie, tal y como incidía el abogado del cambadés, había una escena en la que caía una caja al suelo y aparecía cocaína, pero “se la atribuimos a Sito Miñanco, que engañaba a Laureano Oubiña haciéndole creer que era tabaco”. En lo que respecta a las escenas de sexo, Campos aseguró que fue el propio Oubiña el que contó al actor que le representa en la serie, Carlos Blanco, que como sabían que tenían el teléfono pinchado por la Guardia Civil, “solían ponerlo debajo de la cama para que escuchasen”. En lo que respecta al carácter agresivo del demandante, Campos y sus abogados se remitieron a la numerosa documentación que existe al respecto sobre las salidas de tono del cambadés.
Campos también explicó que Fariña “era una historia que había que contar al público joven, la historia de una generación perdida” motivo por el cual se eligió la ficción histórica y no el documental, ya que era más consecuente para ese objetivo. De todas formas, Campos también reconoció que no entendía los motivos de la denuncia ya que “tengo un mail de Oubiña de 2019 en el que me pide que haga una serie sobre él”. Diego Ábalos, por su parte, explicó que la serie llegó a 2,5 millones de hogares en España y que Netflix no tuvo nada que ver con su grabación.
La fiscalía explicó en su alegato final que no veía que se hubiese cometido una intromisión ilegítima en los derechos del demandante ya que “estamos ante una ficción inspirada en hechos reales dramatizados a la que no es posible exigir un criterio de veracidad”. Tampoco apreció que “haya quedado acreditado ningún tipo de daño por lo que se debe pedir la desestimación de la demanda”.
Con cara de “poker” salió Oubiña del juzgado y atendió a los medios con un escueto “nosotros ya hemos hablado, ahora tiene que hablar la justicia”. Poco duraron sus declaraciones ya que, visiblemente airado, recriminó a un periodista que le había empujado -algo que no había sucedido- aprovechando el hecho para poner pies en polvorosa y no responder a las preguntas.
“No hay sosa cáustica que limpie mi imagen”
Los representantes legales de las empresas no tuvieron piedad con Oubiña en sus alegatos. Los tres arremetieron contra el cambadés, y lo hicieron, en su mayor parte, citando precisamente los libros que ha editado hablando de este tema o el blog y el canal de Youtube desde el que cuenta la que considera “su” verdad”. En esa supuesta verdad, el abogado de Netflix le explicó que “no negamos que tenga derecho a la reinserción, pero como usted mismo dice, no aspiro a lavar mi imagen porque no hay sosa cáustica que la limpie”. Además, recordó que Oubiña ya va por la cuarta edición de su primer libro, ha publicado otro centrado en la serie y está escribiendo un tercero. Además, insistió en la idea de que una serie basada en hechos reales no tiene que ajustarse estrictamente a lo ocurrido, sino que tiene margen para la creatividad y la dramatización de la historia, algo que quedaba reflejado en los créditos de todos y cada uno de los capítulos. El letrado de Bambú también insistió en que “el honor del señor Oubiña no lo pone en peligro la serie Fariña, “sino sus propios actos y si existe un rechazo de la sociedad gallega hacia él, es solo imputable a sus propios actos”. El abogado de Atresmedia criticó duramente el uso de la Ley de Patentes en un caso de defensa del derecho al honor al tildarlo de “insólito, no lo he encontrado jamás en mis años de profesión”. Los tres solicitaron la desestimación de la denuncia, adhiriéndose también a las tesis de la Fiscalía.