Doce años de la llegada de los burros

Los "fariñeiros" se han convertido en un símbolo de la isla

La presentación pública de los burros "fariñeiros" de A Toxa, el 24 de septiembre de 2011.

La presentación pública de los burros "fariñeiros" de A Toxa, el 24 de septiembre de 2011. / FdV

Manuel Méndez

Manuel Méndez

O Grove

No es fácil determinar la edad de cada uno, y tampoco son todos los que están, ni están todos los que son. Pero en cierto modo, puede decirse que los burros fariñeiros (Equus asinus) de A Toxa están de cumpleaños.

Han pasado doce desde que los dos primeros, Emilia y Pardo, recalaron en la emblemática isla, a instancias del Concello de O Grove.

Para formar familia

Lo hicieron con la intención de formar familia y rendir homenaje a la literata Emilia Pardo Bazán, quien, en su momento, se encargó de inmortalizar y legar al mundo la leyenda popular –o no tan leyenda– que hablaba del burro moribundo que, al sanarse milagrosamente, tras retozar en los fangos mineromedicinales de la isla, contribuyó a descubrir al mundo las propiedades balneoterapéuticas de este paraíso insular y sus aguas.

El día que los burros llegaron a la isla, el 23 de septiembre de 2011.

El día que los burros llegaron a la isla, el 23 de septiembre de 2011. / FdV

Aquella iniciativa del exconcejal galeguista Alfredo Bea García acabó convirtiéndose en uno de los grandes reclamos turísticos del no menos turístico pueblo de O Grove.

Lo que planteó el entonces edil fue introducir un par de ejemplares en el Monte Central o parcela Z-14 de A Toxa, recordando que “después de la Guerra Civil había en España 1.200.000 ejemplares”, pero que por aquella época ya solo quedaban en torno de 50.000 “fariñeiros”, menos de 5.000 de ellos en Galicia.

Proteger la especie

Con esos argumentos logró apoyo económico de la Xunta para hacer realidad este proyecto y contribuir así a preservar “un animal que durante siglos formó parte de la vida diaria de nuestro pueblo”, cargando cereales y harina –de ahí su nombre en gallego– entre los molinos y las viviendas.

Los primeros inquilinos de la parcela.

Los primeros inquilinos de la parcela. / FdV

Con aquel proyecto que muchos despreciaron y trataron de ridiculizar, iban a ponerse en marcha unidades didácticas para los escolares, se enriquecería la proyección de la isla a partir de la leyenda del burro que descubrió las milagrosas aguas y, en definitiva, O Grove iba a convertirse en una especie de santuario para la citada especie, al tiempo que iba a aprovechar para sacarle partido desde un punto de vista turístico.

Alfredo Bea

Esas eran las intenciones de Alfredo Bea cuando ejerció como concejal de Medio Ambiente, y doce años después puede decirse que fue un visionario, ya que a estas alturas nadie puede dudar de que aquel proyecto estaba bien encaminado, ni de que sus objetivos se han conseguidos.

Prueba de ello es que estos animales están ya estrechamente ligados al día a día de A Toxa, y no dejan de recibir visitas desde que se puso en marcha el proyecto de preservación del que son protagonistas, presentado en la propia parcela que ocupan el 24 de septiembre de 2011 y hecho realidad con una ayuda de 30.000 euros concedida por Presidencia de la Xunta, aquel mismo verano.

Emilia y Pardo

Emilia, que tenía siete años de vida, y Pardo, de solo uno, fueron los primeros inquilinos, y aunque les costó, finalmente trajeron al mundo a Bazán, su primera cría.

Desde entonces se fueron incorporando otros borricos a la parcela elegida para ellos en el ahora llamado Parque Forestal Xaquín Álvarez Corbacho.

El de los “fariñeiros” es un terreno de 12.000 metros cuadrados que podría superar en el mercado un valor de 20 millones de euros, situado justo a la entrada de la isla y convertido en una especie de gran zoo o centro de interpretación en el que saber más sobre esta especie y la historia de A Toxa.

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