María Lourdes Porto Pardal, la mujer cuya donación ha permitido a Cáritas Interparroquial de Arousa comprar un bajo en la calle Rosalía de Castro y convertirlo en su sede, también dejó una importante suma de dinero al centro social Cottolengo del Padre Alegre, de Santiago de Compostela. “Ella nos transmitió que quería dejar su herencia a los pobres y a los niños huérfanos”, explica el abogado vilagarciano Ramón Montenegro González, que en los últimos quince años se convirtió en el hombre de confianza de María Lourdes Porto, y en su asesor en el proceso de la herencia.
María Lourdes Porto Pardal era hija única de un matrimonio con numerosas propiedades inmobiliarias en Vilagarcía. Eso hizo que ella disfrutase durante su vida de una desahogada posición económica. La familia de Ramón Montenegro la conoció por asuntos profesionales -el letrado ganó las demandas que la mujer había interpuesto contra dos bancos que le habían retenido dinero en participaciones preferentes-, pero la relación se estrechó cuando Montenegro trasladó su despacho a un edificio de la esquina de Padre Feijóo con Plaza de Galicia.
El inmueble había pertenecido a Porto Pardal, y ella vivía en un piso vecino al despacho del abogado.
La vecindad, y el hecho de que la mujer estuviese sola (no tenía familiar próximo alguno), hizo que aquella relación originalmente solo profesional se afianzase poco a poco, hasta el extremo de que llegó un momento en el que María Lourdes Porto dejó unas llaves de su casa en el despacho jurídico, por si un día se encontraba mal y era necesario que entrase alguien.
“Estábamos pendientes de ella, de su estado de salud, y le buscamos dos personas que pudiesen cuidarla y estar con ella las 24 horas”, rememora el letrado. Montenegro recuerda de ella que era una persona “amable, respetuosa, completamente lúcida hasta los últimos días de su vida”, y que era también “sumamente religiosa, tenía unas convicciones tremendas”.
Ayudar a los desfavorecidos
En los últimos años de su vida, María Lourdes Porto expuso al abogado que le gustaría repartir su herencia entre los pobres y los niños en peor situación. El papel de Montenegro fue el de asesorar a la mujer sobre a quién podría legar su dinero. “Lo que hicimos nosotros fue ofrecerle un abanico de figuras a las que podría dejar nominativamente su herencia, le ayudamos a materializar su voluntad en aquellas instituciones que entendíamos que representaban bien sus deseos de beneficencia, pero la decisión final fue suya”. Fue en el transcurso de esas conversaciones cuando Montenegro le habló a María Lourdes Porto de Cáritas Interparroquial y de los Cottolengos.
María Lourdes Porto falleció pasados los 90 años, soltera y sin hijos, y dejó en efectivo casi 800.000 euros a Cáritas Interparroquial y algo menos al centro social de Santiago. Fue el propio Montenegro quien citó a ambas instituciones en su despacho para comunicarles en persona que habían sido beneficiarias en el testamento. La organización de Arousa destinó la donación a su nueva sede central de Vilagarcía, que se inauguró el pasado miércoles en presencia del arzobispo.