El pósito de A Illa levanta más de un centenar de actas contra los furtivos de bañador
El patrón mayor, Juan José Rial Millán, reconoce que “hemos vivido una quincena horrible” | Agradece la ayuda de muchos bañistas al denunciar a los infractores

Cartel contra los furtivos de bañador en una de las playas de A Illa. / Iñaki Abella
A. G.
Xastelas, Con Serrado o A Canteira son solo algunas de las playas de A Illa donde se da la convivencia entre el marisqueo y el turismo y, por tanto, lugares donde los vigilantes de la Cofradía y la OPP-20 han localizado a alguno de los más de un centenar de infractores que aprovecharon una jornada de playa para intentar llevarse almejas de los arenales. Esas infracciones se cometieron durante el verano, pero la mayor parte de ellas se tramitaron entre finales de julio y mediados de agosto, quince días que el patrón mayor, Juan José Rial Millán, califica de “terroríficos” por la gran cantidad de situaciones que han tenido que vivir con los conocidos como furtivos de bañador.
Millán apunta que este año se ha dado una circunstancia que no era común antes, y es que “hemos sorprendido a una gran mayoría con más de un kilogramo de almejas, una cantidad enorme para justificar que eran para hacer una comida” y, sobre todo, han identificado a un considerable número de ciudadanos extranjeros, especialmente italianos, franceses y portugueses que habían llegado al municipio en autocaravana, estacionando en las inmediaciones de los arenales. La mayoría de los incidentes con los turistas “es en las playas más masificadas, donde más bañistas hay”. Añade Millán que “parece que cada año, en lugar de ir a menos, esta situación se incrementa y, en algunos casos, parecen hasta profesionales, ya que controlan los movimientos de los vigilantes o de quien puede estar pendiente de ellos para, una vez que les sorprendes, escudarse en que no sabían nada de que el marisco no se puede capturar, en alguna ocasión, con el cartel donde lo pone a unos pocos metros de distancia”.
Sin embargo, este año los vigilantes de la cofradía de A Illa se han encontrado con un gran aliado en los propios bañistas. Millán asegura que “la gente está mucho más concienciada con lo que está pasando, sabe que ese marisco no está ahí de casualidad, sino que es importante para la cofradía y están avisándonos cuando descubren a alguna persona retirando almejas”. De hecho, esto está siendo posible porque, este año, en la cartelería que se acostumbra a instalar para alertar de que está prohibido mariscar también figura el teléfono de vigilancia de la Cofradía, lo que permite desplazarse rápidamente a las playas. “Con 37 kilómetros de costa que recorrer, para ellos resulta muy complicado poder controlar todo, por eso colaboran las mariscadoras y ahora es de agradecer que la gente se esté concienciando de lo que sufrimos y se preste a ayudar”, explica Millán. El propio patrón mayor reconoce que el pasado domingo “me llamó un turista para alertarnos de que había una persona esquilmando almeja en Testos, lo que indica que el que conoce un poco nuestra realidad se implica en echarnos una mano”.
Esta implicación de los turistas implica que “las campañas que hemos realizado durante todos estos años han ido calando en la gente, aunque todavía nos queda mucho que andar, porque gran parte de los que hemos sorprendidos no son de valles lejanos y montañas remotas, sino de lugares tan próximos como Vilanova, Cambados o Vilagarcía, es decir, saben perfectamente que lo que están haciendo no es correcto, pero les importa poco si consiguen llevarse el marisco”.

Botellas llenas de almejas interceptadas por los vigilantes de A Illa / A. G.
En todos los ñaños que Millán ha tenido que lidiar con los furtivos de bañador se ha encontrado todo tipo de lugares donde los furtivos de bañador esconden las almejas. Una de las últimas que más le ha llamado la atención ocurrió esta misma semana, en la que se sorprendió a unos italianos con botellas de agua pequeñas llenas de almejas de tamaño totalmente ilegal. “No solo esquilman los bancos marisqueros, sino que también suponen una amenaza para la futura producción porque se llevan todo lo que encuentran, sin respetar tamaños”, explica. Otros puntos donde se han localizado almejas ha sido en toallas, bañadores y, sobre todo, en los cubos con los que juegan los niños en la playa. De hecho, señala Millán, es demasiado habitual que “utilicen a los menores como excusa para evitar que levantemos acta”. También se han encontrado casos de personas que las esconden en las rocas para cogerlas después, fórmula que acaba matando a las almejas por el calor.
La difícil convivencia con el turismo
Además del problema de los furtivos de bañador, la masiva presencia de turistas en los arenales de A Illa es algo que acaba pasando factura en las playas, sobre todo porque esta se registra en la época de desove de la almeja, cuando es más vulnerable. Desde hace años, las mariscadoras ven como la producción en aquellas playas más visitadas por los turistas merma de forma considerable con el paso de miles de personas por encima de los bancos marisqueros. Buscar alternativas a estas situaciones es algo que no resulta precisamente sencillo pero necesario ante la caída de producción que se registra justo después del verano en los bancos de A Illa.
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