Bajó a tomar algo al bar y nunca volvió: siete años de la desaparición del vilagarciano Miguel Solleiro

En las semanas previas a su desaparición "estaba nervioso" e incluso "volvió a fumar"

Siete años sin pistas, siete años de silencio, siete años sin Miguel Solleiro, un vecino de Vilagarcía de Arousa, que salió de casa para reunirse con unos amigos en el bar del barrio y ya nunca volvió. Tras de sí dejó a su mujer, Divina, que nunca se cansó de buscarlo, y a un sobrino menor de edad del que se había hecho cargo voluntariamente.

Todo comenzó un viernes de mayo del 2016 a última hora de la tarde, en la casa que Miguel, que tenía 43 años en aquel momento, y Divina, su mujer, compartían en la calle Arousa 21 del popular barrio de A Lomba. Sobre las 20:30 horas de la tarde, Divina informó a su marido de que pensaba bajar al supermercado a comprar unos productos antes de que cerrara y le preguntó si quería acompañarla. Miguel le contestó que no, que tenía pensado bajar a tomar algo a un bar de la zona de O Piñeiriño, donde había quedado para ver a unos amigos. Divina salió de cada y regresó tan solo media hora más tarde, aunque nunca volvió a ver a su marido.

Cartel de SOS Desaparecidos con los datos de Miguel Solleiro

Cartel de SOS Desaparecidos con los datos de Miguel Solleiro

Miguel Solleiro nunca llegó al bar en cuestión. Nadie lo vio por la zona ni por los alrededores, como si se lo hubiese tragado la tierra. El hombre, que vestía pantalón vaquero negro, camisa y botines beiges cuando salió de casa, estaba jubilado por enfermedad -padecía diabetes tipo II- pero no se llevó sus medicamentos. Tampoco el DNI ni la tarjeta sanitaria.

Su mujer declararía después que en las últimas semanas "Miguel se mostraba más nervioso de lo habitual e incluso había vuelto a fumar". Según los testimonios recogidos por FARO en el 2016, "se sentía agobiado y algo deprimido" por las limitaciones derivadas de su enfermedad.

Búsqueda en una propiedad en Vilanova

Las primeras horas son clave cuando se produce una desaparición. También lo fueron en esta. Divina empezó a preocuparse por su marido varias horas más tarde, ya de madrugada, al ver que no regresaba del bar al que supuestamente iba a ir. Empezó a llamar a amigos y familiares pero nadie lo había visto. Cuando llamó al establecimiento hostelero para preguntar por Miguel y le comentaron que ese día no había ido por allí, se temió lo peor.

El sábado por la mañana, la familia de Miguel se trasladó al concello vecino de Vilanova de Arousa, en concreto hasta la parroquia de Baión, donde la familia tenía unas propiedades: una vivienda y construcciones para albergar animales, como yeguas, las favoritas de Miguel. Tampoco estaba allí, ni había rastro de que hubiese estado en las últimas horas.

Llegados a ese punto, su esposa y hermanos se dirigieron al cuartel de la Guardia Civil para notificar la desaparición y cursar la denuncia.

Batidas palmo a palmo

Vilagarcía entera se volcó con la familia de Miguel. En los días siguientes se organizaron batidas populares por la zona: desde el monte Lobeira, a donde el hombre solía acudir para pasear a caballo, hasta peinar los caminos por los que Miguel tendría que haber caminado si hubiese querido visitar la finca que la familia tenía en Baión. Nada de nada.

Se rastrearon unas cuatrocientas hectáreas de terreno, inspeccionando con especial celo los pozos y caminos de lugares como Costa do Sixto, Framil, Monte Cabalos, Paderne y Zamar. Incluso acudieron al Hospital do Salnés y al Complejo Hospitalario de Pontevedra, donde era tratado por sus dolencias, pero en ninguno de estos centros fue atendido en esos días.

En unas declaraciones dadas por Divina Vila, la mujer de Miguel, horas después de una de esas batidas, la mujer reconocía que "no ha servido para clarificar qué ocurrió el pasado 13 de mayo, pero teníamos que hacerla para sacarnos una duda de encima".

El tiempo pasaba y las esperanzas de encontrarlo con vida se iban apagando. Incluso Divina se quejó ante la prensa de la poca implicación policial en la búsqueda cuando se cumplía el primer aniversario de la desaparición: "Nos gustaría que pusieran en la búsqueda de mi marido tanto empeño como el que se puso para tratar de localizar a la chica desaparecida en A Pobra -Diana Quer-, pero en nuestro caso no se nos prestó apenas atención", lamentaba.

Una búsqueda incansable

Divina Vila nunca se explicó lo sucedido. "Supongo que ya no estará vivo pero me gustaría que me ayudaran a saber qué fue de él y qué pasó exactamente", explicaba la mujer.

En los meses posteriores a su marcha la Policía Nacional y la Guardia Civil no observaron ningún movimiento en las cuentas bancarias de Miguel: no compró nada, ni siquiera sus medicamentos para la diabetes: "Es una auténtica incógnita".