Una comida de 6.000 huevos
El popular Bollo de San Gregorio volvió a reunir a una multitud en Vilanoviña (Meis)
Todo empezaba en 1992, cuando una comisión de fiestas presidida por Albino García Rey decidía recuperar una tradición que se había perdido en la década de los 50 en la capilla del cercano pazo de A Moroza.
Se trataba de rendir culto a San Gregorio, y alguien pensó que era buena idea ofrecer como ofrenda al santo un bollo pascual, como esos que los padrinos entregan a sus ahijados en Pascua.
Como sucede con la masa que se mete al horno, el bollo y la fiesta fueron creciendo. Y lo hicieron tanto que el Bollo de San Gregorio de Vilanoviña, en Paradela (Meis), se hace con 6.000 huevos.
¿A quién se le ocurre hacer un bollo de Pascua y meterle dentro 6.000 huevos cocidos? Pues, como no podía ser de otra manera, a los vecinos de Paradela y de todo el Concello de Meis, que desde hace décadas celebran por todo lo alto la fiesta de San Gregorio.
Ese, el Bollo de San Gregorio, o el “Bollo de los 6.000 huevos”, como quiera llamársele, es ya uno de los platos más característicos de la comarca, y uno de los elementos que la diferencian desde un punto de vista festivo y gastronómico.
Desde el sábado
Su elaboración, que comenzaba el sábado, es toda una proeza, siendo precisa la colaboración de una veintena de personas que se encargan de la colocación de los huevos, el horneado y la elaboración de la masa.
Los trabajos de cocina se prolongaron hasta bien entrada la madrugada, puesto que se requiere de dos cocciones, cada una de ellas de tres horas de duración.
Como laborioso resulta reunir cada año tantos huevos, que se recogen durante las semanas previas entre el vecindario.
Pero el esfuerzo siempre tiene recompensa, de ahí que ayer volviera a reunirse tanta gente en el Campo da Boca.
Ya sin pandemia
Como sucede cada año, se llenó de comensales dispuestos a dar buena cuenta de ese postre de récord y de la comida de confraternidad, que se había evitado en los últimos años, a causa de la pandemia.
Pero todo ha vuelto a ser como antes del COVID, de ahí que, por 10 euros, fuera posible hacerse con una buena ración de churrasco, un trozo del bollo y vino albariño.
Campo da Boca
Todo comenzaba a mediodía, cuando el bollo de huevos era trasladado desde la panadería hacia el Campo da Boca.
Antes de su degustación era el momento de la misa de una, cantada por el coro parroquial de Santa María de Paradela y seguida de la tradicional procesión.
A eso de las dos de la tarde comenzaba la romería, con la entrega de las primeras raciones y al ritmo de la música de charanga.
Una fiesta que se prolongaba durante toda la tarde, aderezada con el concierto de A Roda y una verbena protagonizada por el trío Azar.
De este modo se reforzaba en Vilanoviña una tradición recuperada y adaptada hace tres décadas por una comisión de fiestas participada por la familia de la panadería Paradela que se encargó de preparar y exhibir el primero y pequeño bollo pascual de San Gregorio, como los que antiguamente regalaban los padrinos a sus ahijados en Semana Santa.
30 o 40 huevos
Lo que se hizo en primavera de 1992 fue preparar un bollo de solo 30 o 40 huevos. Nada que ver con el de ayer, con 6.000 repartidos sobre un bollo de 5 metros de largo y 2,20 de ancho que, eso sí, se sigue cociendo en la panadería Paradela.
De este modo, con una de las citas gastronómicas más destacadas del calendario festivo de la comarca, el Ayuntamiento de Meis completaba dos semanas frenéticas que llevaron a la localidad a numerosos visitantes.
No hay que olvidar que la Semana Santa de Paradela está considerada una de las más importantes y con mayor poder de convocatoria de toda Galicia, de ahí la enorme cantidad de gente que se acercó a esta localidad en una fecha tan señalada.
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