Las acciones de protesta y presión que habían anunciado los bateeiros en el marco de la “guerra de la mejilla” comenzaron ayer en Vilanova y Santiago.
Todo arrancaba muy temprano, cuando aún no había acabado de amanecer, con una concentración en el muelle vilanovés que había sido convocada por WhatsApp la noche antes, y que reunió a un centenar de productores.
Un número bajo que se explica si se tiene en consideración que ninguna de las grandes organizaciones de productores lo había promovido.

Lo que hicieron los allí reunidos fue mostrar su enfado por la carencia de semilla de mejillón, arremeter contra la Xunta, para pedirle que permita recoger esa cría en todo el litoral, y culpar a los percebeiros de las limitaciones a las que están siendo sometidos.
Sin “cabecillas”
Como también aprovecharon para lamentar la escasa afluencia de mejilloneros a esta convocatoria y la incomparecencia de los “cabecillas” habituales del sector, lo cual llevó a alguno de los presentes a marcharse antes de tiempo.
Tras lo cual, los que allí quedaban pactaron, no sin cierto descontrol y sin consenso, la que iba a ser la primera de las muchas medidas de presión que se esperan en próximas semanas, y que se incrementarán a medida que se acerquen las elecciones.
Por la autopista
Lo que decidieron fue subirse a sus vehículos, muchos de ellos llevando enganchado el remolque en el que trasladan las planeadoras usadas para recoger la cría en el litoral, y emprender camino a Santiago.
Tras una breve parada en la estación de servicio de la autopista para reorganizarse –ya eran menos coches de los que habían salido de Vilanova–, entraron a la capital para dirigirse a las sedes del Parlamento y la Xunta, dando diferentes vueltas por las calles del centro de la ciudad a velocidad muy lenta, para entorpecer el tráfico todo lo posible.
Raspetas en mano –esa es la herramienta que usan para extraer la mejilla en las piedras–, los manifestantes corearon consignas contra Mar, hicieron sonar las bocinas de sus vehículos y no dejaron de reivindicar acceso libre a la cría en las rocas.
Se trataba, como se adelantaba en la edición digital de FARO a primera hora de la mañana de ayer, de “empezar a hacer ruido y presionar para que nos respeten y nos tengan en cuenta”, proclama el sector.

De ahí que, sin pensarlo demasiado, se subieran a sus vehículos para colapsar el tráfico en Santiago, hacerse oír y mostrar su enfado y preocupación por la escasez de semilla.
Un anticipo de lo que está por venir
Lo cierto es que esta primera protesta en la nueva batalla de la “guerra de la mejilla” es novedad no por la cantidad de participantes, que fue muy baja, sino porque es el anticipo de lo que está por venir, ya que nadie parece dudar de que habrá más movilizaciones de este estilo, pero más “intensas”, a corto y medio plazo.
La de ayer se organizó a prisa y corriendo, de un modo un tanto anárquico, sin el aparente respaldo de las grandes organizaciones de productores gallegas y sin participación de los dirigentes políticos de PSOE y BNG que en las últimas semanas acompañan al sector acuicultor en sus reivindicaciones.
Antes de desplegar su lenta y ruidosa caravana reivindicativa por las calles compostelanas, los bateeiros concentrados en Vilanova pusieron sobre la mesa otras posibles medidas de presión.
Entre ellas la de bloquear el peaje de la autopista o desplazarse a zonas de mejilla como las de Baiona o Cangas, para protestar allí e incluso desafiar a los percebeiros, a los que culpan de presionar a la Xunta para que les cierren zonas de cría.
También se puso sobre la mesa la posibilidad de acudir en masa a las zonas que tienen prohibidas, para saltarse la decisión y extraer igualmente la cría que necesitan para encordar sus bateas.