La última danza de Ovidio Sanmartín
Emotiva despedida al histórico director de los Danzantes de Cobas
Tino Hermida
Ovidio Sanmartín Arosa, fallecido el martes a los 73 años en su casa de Cambados, fue uno de los miembros de aquel joven grupo primigenio que había acudido al octogenario José Pazos para recuperar la danza que hacía ya años que había dejado de bailarse en la localidad meañesa de Cobas.
Su féretro, que fue velado en el tanatorio de Cambados, llegaba pasadas a las cinco de la tarde de ayer a la iglesia de San Adrián de Vilariño. En el desvío de la carretera para acceder al atrio, el vehículo y comitiva fúnebre subieron acompañados por el grupo de gaitas “Os Carballeiras”, haciendo sonar “Unha noite na eira do trigo” , de Curros Enríquez. En el atrio, ataviados con sus trajes de danzantes -con zapato negro de suela, pantalón y camisa de lino blanco, faja, paño de alfombra cruzado sobre el hombro, sombrero de paja con cintas colgado a la espalda, castañuelas y arco- le esperaban los diez bailarines de Cobas, que habían sido compañeros y discípulos durante años.
Sobre sus hombros, los danzantes portaron el ataúd en la entrada a la iglesia, en medio de un silencio conmovedor. A la salida, los danzantes de Cobas interpretaron para él su última danza, con sus castañuelas y arcos al ritmo de la gaita, acabando con la reverencia de sus discípulos al féretro, y el emotivo aplauso del público.
Es un baile renacentista, que se practica en Cobas (Meaño) desde el siglo XV o XVI
El propio Ovidio Sanmartín, lúcido de mente hasta el final, había aceptado que fuesen sus compañeros danzantes los que le rindiesen este último homenaje. Así lo reconocían los que fueran compañeros y amigos de danza. “Él, la familia y todos nosotros -explicaba el día antes Carlos Alfonso Piñeiro, danzarín y presidente de la Danza de Arcos de Cobas- éramos conscientes del final inevitable”. “Cuando en los últimos momentos fuimos hablando, él aceptaba e incluso deseaba que nosotros portáramos su féretro a hombros, y que pudiéramos rendirle, de acuerdo con la familia, nuestro sentido homenaje”. Ovidio Sanmartín deja el recuerdo de una persona afable, sonriente y cercana, tanto entre los suyos como entre sus convecinos de Vilariño y de su Cobas natal.
Sus compañeros de danza reconocían que “la muerte de Ovidio deja un hueco enorme, y muy importante para nuestros corazones y la danza de arcos”. “Su marcha -añade Carlos Alfonso- no hace sino alentarnos para seguir manteniendo este baile, en honor a él, como también a Tucho (por Antonio Pazos) y José Pazos”.
Ovidio Sanmartín había nacido en el lugar de Constenla en Cobas. Huérfano de madre desde muy pequeño, su crianza y educación se mantuvieron muy ligadas a la casa matriz, donde su abuela Peregrina Arosa y sus tías contribuyeron a su cuidado.
La Danza de Arcos de Cobas responde a un baile renacentista ligado a las celebraciones religiosas que se bailaba en Cobas de ancestro, y cuyos orígenes se remonta a los siglos XV y XVI. De interpretación masculina, se baila por parejas bajo la dirección de un danzarín mayor que, con su bastón, marca los puntos y los movimientos de los compañeros danzantes.
El baile se perdió en la década de los 70, pero un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba Ovidio Sanmartín, evitaron su desaparición al aprender los pasos y giros de los antiguos miembros. Sanmartín fue director 35 años.
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