La primera lamprea del Ulla costará 200 euros

Media docena de pescadores largan las nasas, que recogerán a lo largo de la mañana de hoy

Pescadores de lamprea en el muelle de Pontecesures. |   // IÑAKI ABELLA

Pescadores de lamprea en el muelle de Pontecesures. | // IÑAKI ABELLA / A.Martínez

Doscientos euros. Esto es lo que está dispuesto a pagar un restaurante por la primera lamprea del río Ulla. Es la oferta que le han hecho a José Barreiro, vicepresidente y tesorero del colectivo de “naseiros” de la Cofradía de Carril, que ayer empezaron la campaña de este pez en el río Ulla. “Después de las primeras, las siguientes pueden ir a entre 40 y 50 euros la pieza”, añade el “valeiro” arousano.

Media docena de pescadores acudieron al puerto de Pontecesures para precintar sus nasas y decidir si ya las largaban -y dónde-, o si esperaban unos días, a que perdiese algo de fuerza la corriente de agua del río. Finalmente, han decidido empezar, y fondearon los aparejos en la zona en la que habitualmente trabajan. Hoy miércoles irán a levantar las nasas, y sabrán si han pescado o no las primeras piezas del año.

Una gran parte de las lampreas capturadas en el Ulla se cocinan en restaurantes de Santiago y sus alrededores

Eran las nueve de la mañana de ayer cuando un pareja de agentes de la Xunta de Galicia se apostaron en el muelle pontecesureño, para proceder al precintado de las nasas que se utilizan para la captura de la lamprea, un pez muy preciado y que se pesca en ríos como el Ulla o el Miño. Aunque son 14 los “valeiros” con permiso para faenar (ocho adscritos a la Cofradía de Carril, y otros seis a la de Rianxo), en la práctica son menos los que acuden a trabajar este recurso. Ayer, fueron media docena los que se presentaron en el puerto.

Una vez registrados los aparejos, se reunieron para tomar una decisión sobre qué hacer. La campaña se presenta con buenas expectativas, pues llovió mucho y el río baja con mucho caudal, condiciones idóneas para la lamprea. No obstante, los temporales de los últimos días hicieron que la corriente fuese también muy fuerte.

Deciden empezar

En los últimos días, algunos pescadores eran partidarios de esperar unos días a largar las nasas, o hacerlo del lado del río de Padrón, donde el agua baja con menos brío, pero también es más difícil manejar las nasas. La norma solo les permite echar las redes en una mitad del cauce, y veían difícil trabajar en Pontecesures, debido a que en esa parte la corriente era mayor.

No obstante, ayer constataron a pie de muelle que el Ulla ya no descendía tan lleno y han decidido probar suerte donde siempre, del lado de Pontecesures.

Hoy irán a recoger las nasas y sabrán si han pescado o no. Pueden ir al río entre las 9 de la mañana y la una de la tarde, aunque José Barreiro afirma que “seguramente vayamos más hacia última hora, para aprovechar la subida de la marea”.

Los precios

José Barreiro ha llegado a un compromiso con un restaurante, que le ha ofrecido 200 euros por la primera lamprea del año. Sin llegar a los extremos del “campanu” -el primer salmón de la temporada en los ríos de Asturias y Cantabria, así conocido porque en el pasado se hacían sonar las campanas de las iglesias cuando se veían los primeros ejemplares-, que puede alcanzar precios astronómicos y tiene un gran seguimiento mediático, las lampreas más madrugadoras también se cotizan bien en el mercado.

Es un pez que despierta sentimientos encontrados, y a quien le gusta, espera con mucha ilusión el momento de probarlo. Por ello, hay establecimientos hosteleros dispuestos a pagar mucho dinero por poder preparársela a sus mejores clientes nada más empezar enero.

La manera más tradicional de cocinarla es a la bordalesa, en su propia sangre

Los precios, lógicamente, se moderan a los pocos días. Aunque la cotización depende en gran medida de la abundancia o escasez de producto, se espera que este año ronde entre los 40 y los 50 euros, para piezas de un peso medio de entre 1,3 y 1,8 kilos.

Una gran parte de la lamprea que se descarga en el puerto de Pontecesures se degusta en la hostelería de la provincia de A Coruña. Los restaurantes de Padrón, Santiago y las poblaciones próximas a la capital gallega son grandes clientes de los “valeiros” arousanos. Algunos incluso venden en la ciudad herculina. De hecho, pocos ejemplares capturados en las redes de los “valeiros” quedan en la hostelería de Pontecesures.

La lamprea del Ulla tampoco viaja demasiado hacia las ciudades del sur de Pontevedra, ya que estas las abastecen preferentemente pescadores que faenan en el río Miño y sus afluentes, como el Tea.

La manera de preparar la lamprea más tradicional es a la bordalesa, cocinándola en su propia sangre, pero también se puede hacer en empanada o curada para tomarla fuera de temporada.

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Las lampreas ya poblaban los ríos de la Tierra desde hacía cientos de años cuando la caída de un gran asteroide provocó la extinción masiva de los dinosaurios. Este pez sin mandíbula, escamas ni espinas ya era muy apreciado por los romanos, y fue también un bocado predilecto para los nobles de la Edad Media. Se consumía mucho en Cuaresma, ya que su textura recuerda la de la carne, pero con la ventaja de que al ser un pez podía tomarse todos los viernes de dicho periodo sin infringir la norma cristiana. La lamprea nace en los ríos, donde permanece en estado larvario durante unos cuatro o cinco años.

Tras la metamorfosis, migra al mar, arrastrada por las corrientes, donde pasará los siguientes meses parasitando a otros animales mayores. Cuando alcanza la madurez sexual regresa al río, remontando su curso por las noches y ocultándose de día. Es allí donde se reproduce, pone sus huevas, y muere. La lamprea se pesca de formas muy diferentes. En el curso bajo del Ulla, los “valeiros” utilizan las redes y las nasas-butrón, pero en otras parte, tanto de este río como del Miño o sus afluentes, son también habituales las “pesqueiras”.

Estas últimas son construcciones con sillares de piedra situadas dentro de los cauces fluviales, y colocadas de tal forma que los peces quedan atrapados en ellas cuando remontan el río. Otro método tradicional es capturarlas con “firgas”, una especie de palos puntiagudos con los que se ensartan las lampreas en el río. Los pescadores las vigilan de noche desde pasarelas de madera.

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