Talan en Vilagarcía 50 hectáreas de pinos y eucaliptos afectados por el incendio de agosto

Los comuneros de Cea contratan los trabajos de limpieza y corta con dos empresas a las que venden la madera | Están pendientes del permiso de Patrimonio para actuar en el entorno de unos petroglifos

Un operario apilando la madera cortada procedente de los montes comunales de Cea.

Un operario apilando la madera cortada procedente de los montes comunales de Cea. / Iñaki Abella

María López

María López

La comunidad de montes de Cea, la que gestiona más terreno de Vilagarcía, ha contratado con dos madereras la tala de los árboles afectados por el voraz incendio forestal del pasado mes de agosto, cuando las llamas estuvieron a punto de alcanzar viviendas de esta parroquia.

Los trabajos comenzaron la semana pasada. Tras sondear los precios por tonelada con varias empresas, los comuneros de Cea decidieron adjudicar los pinos a Finsa y los eucaliptos a Ence. “Van a mirar la madera que les sirve. Ellos solo cortan la que les vale, aunque esperamos que puedan aprovechar bastante”, confía el presidente de la comunidad, Julián Abuín, quien calcula que la superficie en la que están trabajando sendas empresas ronda las 50 hectáreas. Estos días la maquinaria actúa en las inmediaciones del antiguo campo de tiro y en la zona recreativa.

Un operario apilando la madera cortada procedente de los montes comunales de Cea. |   // IÑAKI ABELLA

La maquinaria trabajando en el monte esta misma semana. / Iñaki Abella

Zona castigada

El incendio que asoló el pasado verano el monte Xiabre no fue el único que recuerdan los comuneros de Cea, gestores de unos terrenos muy castigados por el fuego: “Llevamos tres muy seguidos. Después de la ola de 2006 tuvimos los de 2016 y ahora el de 2022. Los árboles no crecen de un día para otro”.

Y es que los incendios ocasionan efectos catastróficos en un medio natural en el que la recuperación es muy lenta. No obstante en el último, que arrasó más de 500 hectáreas en los municipios de Vilagarcía y Caldas, los expertos del Centro de Investigación Forestal de Lourizán concluyeron a finales de septiembre que dentro del grave daño que siempre supone que el monte arda, “el nivel de afección no es tan alto en el suelo en la mayoría de la superficie afectada por el incendio”. También comprobaron que “la zona arbolada, principalmente eucalipto y pino, conserva casi toda su hoja”, algo clave a la hora de afrontar medidas de recuperación ambiental como para evitar posibles efectos secundarios por la erosión y movilización de sedimentos monte abajo. “Lo normal es que esas mismas hojas de los árboles sirvan de manto natural en cuanto se caigan, tanto las secas como las que no ardieron”, comentaban los técnicos.

Por su parte, los comuneros de Cea cifraron en 600.000 euros las pérdidas ocasionadas por las llamas en el monte comunal. La zona fue declarada como catastrófica.

Retrasos burocráticos

Además de los daños que ocasionan las llamas, las comunidades de montes deben lidiar con obstáculos administrativos en su quehacer cotidiano, como es el retraso en la concesión de permisos. Para proceder a la tala de árboles situados en las inmediaciones de petroglifos, los comuneros tienen que asumir el coste de la contratación de un estudio arqueológico y solicitar autorización a Patrimonio de la Xunta para poder intervenir. “Pedimos el permiso poco después del incendio de agosto y aún seguimos esperando. El problema es que a medida que pasa el tiempo la madera pierde peso y la vendemos por tonelada”, advierte el presidente.

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La comunidad de montes de Rubiáns celebra hoy domingo una asamblea general extraordinaria que comenzará a las 17.00 horas en primera convocatoria y a las 19.00 en segunda. La reunión tendrá lugar en el centro sociocultural de la parroquia y uno de los temas a abordar será el informe sobre la ejecución de la ampliación del cementerio parroquial, una vieja demanda vecinal que los comuneros han logrado desatascar tras haber obtenido la esperada licencia municipal.

El proyecto firmado por el arquitecto vilagarciano Manuel Tanoira contempla la construcción de 80 sepulturas en 120 túmulos de cuatro nichos y otros 200 columbarios para conservar las cenizas. La obra se ejecutará por partes –en función de las necesidades de los vecinos– en una parcela de 1.616 metros cuadrados, lo que significa que se duplicará el camposanto. Además, se incluyen servicios hasta ahora inexistentes como aseos o almacén.

Los comuneros confían en que las obras comiencen en un plazo de unos seis meses para que los nuevos enterramientos puedan ser utilizados antes de que termine 2023. De este modo, los vecinos de Rubiáns dejarán de tener que recibir sepultura en otras parroquias como ocurría hasta ahora por falta de nichos en la suya.

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En la orden del día de la asamblea también figuran otros asuntos como dar cuenta a los socios de la gestión realizada y del informe provisional sobre el estado de cuentas del ejercicio 2022, así como proceder a la elección de la nueva junta rectora de la comunidad de montes de Rubiáns, de la que actualmente forma parte Álvaro Paz como secretario.

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