Así se sacrificaban los cerdos en el pasado
El museo de la cultura agraria de O Grove recrea la tradicional matanza
Sonó la música folclórica, se hicieron filloas de sangre y chorizos, no faltaron las morcillas elaboradas con la tripa del cerdo recién lavada y se acompañó todo ello de una buena conversación al calor de la lumbre y al lado de un “cunca” de buen vino tinto.
Aunque dio mucho más de sí, de este modo podría resumirse la recreación de la matanza del cerdo realizada durante el fin de semana en el centro de interpretación de la cultura agraria conocido como O Quinteiro de Temperán, sito en el lugar de Cacheirás (San Vicente de O Grove).
Fue una fiesta con olor y sabor a pasado.
Quienes viven en el rural, o cuantos lo hicieron siendo niños y tienen ya unos años a sus espaldas, saben perfectamente en qué consiste la matanza del cerdo al estilo tradicional.
Al igual que saben que, en muchos casos, este proceso se convertía en una auténtica fiesta familiar en la que participaban adultos y niños, hombres y mujeres.
Otros quizás lo sepan solo de oídas, y unos cuantos conocerán en qué consiste esta matanza ritual por haberla presenciado cada vez que se representa a modo de fiesta o acción divulgativa.
O Quinteiro de Temperán
Como sucede, por ejemplo, en el centro de interpretación de la cultura agraria conocido como O Quinteiro de Temperán, donde el pasado fin de semana volvió a actuar el matarife para dar cuenta de un marrano de poco más de cien kilos que fue sacrificado tal y como se hacía antaño.
Lo cierto es que en esta sexta edición de la matanza tradicional de O Quinteiro volvió a recrearse a la perfección todo el proceso, desde que se acaba con la vida del animal hasta que, al día siguiente, es cuidadosamente descuartizado y/o despiezado.
Momento en el que se reparte cada trozo –ya se sabe que del cerdo se aprovechan hasta sus andares– tanto en el frigorífico como en el congelador, la alacena donde se realiza el proceso de la salazón o directamente en la tartera.
Pero entre un momento y otro hay otras muchas vivencias y acciones, también escenificadas con mimo en este espacio museístico de San Vicente.
El proceso
De ahí que los asistentes pudieran ver cómo se recogía la sangre para hacer filloas y cómo se quemaba el animal, para retirar todo tipo de impurezas y acabar con su pelo.
A lo que sigue el proceso de lavado a conciencia del cuerpo, antes de abrirlo para retirar las tripas con las que se hacen las filloas, los órganos internos, la capa de grasa y demás partes del marrano.
A estos y demás procesos se sumaron los momentos para la charla y los recuerdos, así como la degustación de las primeras carnes, ya fueran las citadas filloas o el hígado encebollado.
La preparación de los chorizos fue otra parte del proceso llevado a cabo en el gran recinto museístico que representa O Quinteiro, una réplica de una típica casa rural de hace más de un siglo.
Siglo XVIII
En realidad es una recreación de una vivienda del siglo XVIII en la cual los humanos compartían espacio con animales y donde las “lareiras” daban calor a la familia, ahumaban los chorizos caseros o calentaban la leche recién ordeñada.
Se trata, cabe recordar, de un centro etnográfico nacido con la intención de “conservar, interpretar y divulgar los valores de la cultura tradicional del mundo agrario en Galicia”.
Bodega y alpendre
De ahí que conserve fotos antiguas, mobiliario tradicional, la vieja “lareira”, la bodega, un alpendre con taller de carpintería y todo tipo de herramientas –muchas casi desaparecidas–, útiles de labranza e incluso un alambique en funcionamiento.
Todo ello rodeado de carros, arados, y “mallos” que trasladan a los visitantes al pasado, como volvió a suceder con la recreación de la matanza del cerdo.
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