72 años y conectado a una máquina de oxígeno, el último concierto de Mañoña

Quien fue atleta, cantante, marinero, albañil y lonjero pide a los jóvenes que se fijen en él para no fumar

Así canta Mañoña, un hombre con los pulmones obstruidos

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Todo pueblo tiene o ha tenido como vecino a alguna persona entrañable que es historia viva del mismo. Alguien sobradamente conocido que, por unas razones u otras, ha alcanzado la popularidad y se ha hecho querer.

Solo a veces, incluso se da la circunstancia de que esas personas son homenajeadas en vida, o al menos reconocidas de algún modo por su convecinos.

Pero cierto es que se trata de algo poco frecuente, ya que lo tristemente habitual es alabar las virtudes de alguien cuando ya está muerto.

En O Grove hay sobrados casos de personas que se merecen ese reconocimiento en vida. Y Mañoña es una de ellas. Un hombre de poderosa voz que el sábado se subirá al escenario de la coctelería El Patio para ofrecer su último concierto.

Y ha decidido que sea así, que esta sea su última gran actuación con público, por tratarse de un espectáculo benéfico organizado por la banda local A Movida para recaudar fondos que se entregarán a los más necesitados a través de Cáritas.

Manuel Fraga

No es otro que Manuel Fraga, al que todos conocen cariñosamente como Mañoña, desde que así empezó a llamarlo un sobrino que, siendo niño, no sabía hablar bien.

Pido a los jóvenes que se fijen en mi y vean que fui un gran deportista y un gran cantante, pero a causa del tabaco estoy conectado a una máquina

Mañoña

Ahora, a sus 72 años y con evidentes problemas de salud que lo obligan a vivir conectado a una máquina de oxígeno, Mañoña ha decidido tomarse un descanso después de seis décadas cantando.

Mañoña (sentado) y otros populares mecos (alguno fallecido) en un espontáneo concierto en la Festa do Marisco, hace unos 15 años.

Mañoña (sentado) y otros populares mecos (alguno fallecido) en un espontáneo concierto en la Festa do Marisco, hace unos 15 años. / Manuel Méndez

Últimamente ya solo lo hacía con sus más allegados, animando las comidas familiares y las de algún que otro “loureiro”, que es como gusta llamar en O Grove a lo que otros conocen como “furanchos”.

A las puertas de su despedida explica que nunca fue a clases de música “ni nada parecido”. Pero le gustaba cantar “desde muy niño, por lo que incluso organizaba competiciones con algún amigo, para ver quién cantaba mejor”, cuenta Mañoña con nostalgia.

Una actuación de Mañoña (marcado con el círculo) en 1978.

Una actuación de Mañoña (marcado con el círculo) en 1978. / FdV

Os Cuanchos

Inició su trayectoria, la que le hizo ser popular como músico, militando en la mítica comparsa Os Cuanchos, cuando era solo un niño. Y formar parte de una comparsa son palabras mayores en O Grove, donde la cultura del Entroido se mama desde muy pronto.

[object Object]

A Mañoña puede considerársele una de las grandes voces mecas, junto a Chapelo, Caneda, Lino y alguna más.

Son ellos los que antiguamente animaban locales históricos como O Lavandeiro, una de las últimas tabernas mecas, como lo es ahora O Peirao.

En este último bar sigue sonando la voz del maestro, a pesar de que su capacidad pulmonar “es ya mínima y tengo que controlarme mucho”, explica el propio Mañoña.

Pero “me hierve la sangre siempre a la hora de cantar”, sentencia.

Muy conocido por su aportación al carnaval, Mañoña lo fue, también, por tocar con maestría la armónica. Un instrumento que llegó a coleccionar pero que ya no puede tocar desde hace años, “porque no tengo fuelle para eso”, asume.

Néboa

A nivel profesional dio sus primeros pasos en la el grupo local Néboa, “cuando tocábamos sobre cuatro bidones, unos palos atravesados y unas cuantas tablas que hacían de palco”.

Debutó en el barrio de Terra de Porto, “y después de tres o cuatro años me llamó una orquesta de Pontevedra cuyo nombre no recuerdo en la que estuve otros tres años”, explica.

Una imagen histórica de Mañoña y sus amigos en la taberna O Lavandeiro.

Una imagen histórica de Mañoña y sus amigos en la taberna O Lavandeiro. / FdV

Pero, como él mismo dice, siempre tuvo “miedo al micrófono”. Lo suyo, lo que de verdad le gustaba, era cantar con los amigos en la taberna; que no es lo mismo que participar en eso que ahora se conoce como “cantos de taberna”.

Buena charla y mejor vino

Lo que le gustaba, y aún le apasiona, son esos momentos en los que se comparten viejas canciones con una buena charla y un mejor vino. Y, a poder ser, “a capela”.

Por eso añora aquellos tiempos en los que “íbamos a ‘loureiros’ como el que llamábamos ‘Quirófano’, en Covas, al ‘El Corte Inglés’, en Sisán, y a tantos otros”.

[object Object]

Muy enfermo y a las puertas de su retirada de los escenarios, que no de los “furanchos”, a los que últimamente acude acompañado de su ahijado Virvi, Tonio Xon y Monchiño Fraga, Mañoña asume que “todos tenemos que estirar la pata”.

Dicho lo cual lanza un claro mensaje a los jóvenes: “Que se fijen en mi y vean que fui un gran deportista y un gran cantante, pero a causa del tabaco estoy conectado a una máquina”.

Y añade: “Les pido que no fumen porque es una perdición; y que no se metan en otros malos vicios ni pierdan la tradición de cantar en las tabernas”.

Por cierto, que a Mañoña le gustaría que lo recuerden siempre con una canción como “Si no estás conmigo”, de Los Panchos.

Lo hacía “junto a mi ahijado Virvi, que era aún un niño, Manolo Serantes, con Vilar y otros muchos vecinos y personajes conocidos que quedábamos para tomar unos vinos”.

"Teníamos ganas de 'leria"

Lo que ocurre es que “como teníamos ganas de ‘leria’ cogíamos las herramientas –bandurria y guitarra– y empezábamos a cantar, incluso usando las tarteras de los furanchos como batería”.

Todo eso “era algo espontáneo que surgía del corazón y la amistad, de ahí que nos lo pasáramos en grande”.

Manuel Fraga "Mañoña", siempre agarrado a su máquina.

Manuel Fraga "Mañoña", siempre agarrado a su máquina. / FDV

Ahora esto se suple con los llamados cantos de taberna, “pero ya no me gustan tanto porque no es lo mismo –sostiene Mañoña–; ahora es todo más programado, mientras que antes hacías una fiesta sin querer”.

Lo que quiere decir es que la esencia está en “llegar a un sitio, encontrarte a gusto, estar en buena compañía y empezar a tocar y a cantar durante horas; así, sin más, solo porque si y porque hay que disfrutar la vida”.

"Sudábamos las actuaciones"

Sabedor de que la diferencia de la música, las orquestas y las verbenas es ahora “abismal”, respecto a lo que el vivió cuando “sudábamos las actuaciones”, Mañoña no duda en reconocer: “Lo peor que hice en mi vida fue fumar”.

Mañoña confiesa que una de sus pasiones es cantar con amigos mientras disfruta de un buen vino.

Mañoña confiesa que una de sus pasiones es cantar con amigos mientras disfruta de un buen vino. / FDV

Un vicio con el que empezó cuando era un atleta prometedor y llegó a ser fichado por un equipo pontevedrés. “Pero me aburrí y dejé el deporte”, apostilla.

Fue “cuando aún tenía buen pulmón, antes de que el tabaco me arruinara la vida, junto con los fríos de cuando fui marinero o trabajé como albañil”.

Unas cosas y otras desencadenaron su enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), que le fue diagnosticada cuando llevaba ya una década sin fumar.

Mañoña (izquierda) y los suyos.

Mañoña (izquierda) y los suyos. / FdV

Una afección que inflama y obstruye el flujo de aire de los pulmones, haciendo que el paciente, en este caso Mañoña, tenga enormes dificultades para respirar.

Conectado a la máquina

“Por eso desde hace casi diez años voy a todas partes conectado a esta máquina que me oxigena la sangre y me permite hacer una vida bastante normal e incluso seguir cantando”, presume.

Con ella, con sus amigos y sus “herramientas a bordo” (instrumentos), sigue acudiendo hoy en día a los “furanchos”, aunque bien es cierto que “quedan muy pocos, ya que la mayoría se han convertido en restaurantes”.

Una de las improvisadas actuaciones de Mañoña.

Una de las improvisadas actuaciones de Mañoña. / FdV

Por eso los más afortunados quizás tengan aún la oportunidad de coincidir con Mañoña en alguno de esos locales y escuchar los boleros y las canciones de Albano que tanto le gusta cantar.

Los que no, tienen ocasión de verlo actuar por última vez sobre un escenario en el concierto del sábado a beneficio de Cáritas.

[object Object]

Manuel Fraga, “Mañoña”, también fue lonjero –subastador en la lonja de contratación de pescados y mariscos– y vigilante en el puerto deportivo de Pedras Negras. Y también entonces se le conocía por sus cualidades como cantante.

“Recuerdo cuando se subastaba en pesetas en la lonja y cuando por el puerto deportivo paseaban famosos como el difunto de Cuiña –el exconselleiro Xosé Cuiña Crespo–, que es quien hizo realidad el puerto y el paseo y que siempre me saludaba porque era un hombre muy familiar y cercano”, manifiesta.

Al igual que recuerda cuando, con Tonio O Barbeiro, Paco Pulga y Lora ayudó a formar el mítico grupo Os Firrás, “a raíz de andar por los furanchos”.

Después surgió la comparsa del mismo nombre, en la que también militó, al igual que lo hizo en A Banda do Sequío.

Se fue de esos grupos por cuestiones privadas que prefiere olvidar, limitándose a decir que “O Grove es muy peculiar, por eso lo que pasa aquí no pasa en ninguna otra parte del mundo”.

Suscríbete para seguir leyendo