A Pastoriza, el templo que dejó la religión y abrazó la cultura

La iglesia estuvo cerca de convertirse en una ruina en pleno casco antiguo de Vilanova, pero los vecinos lo evitaron

El templo se llenó el día de su inauguración, en el mes de enero de 2019.   | // NOÉ PARGA

El templo se llenó el día de su inauguración, en el mes de enero de 2019. | // NOÉ PARGA / Noé Parga

A. G.

Eran los estertores del año 2013 cuando los vecinos de la parroquia de Vilanova se lanzaban a recuperar una importante parte de su historia. La iglesia de A Pastoriza estaba muy cerca de convertirse en una ruina, con el tejado caído en varios puntos, la lluvia entrando por todas las esquinas y un total abandono de la que había sido la iglesia parroquial. Ese paso vecinal, liderado por varios parroquianos pero en el que se involucraron la inmensa mayoría de los vecinos, acabaría siendo clave para que, nueve años después, la iglesia se haya convertido en un referente cultural, con actividades que van desde los conciertos hasta representaciones teatrales, pasando por la instalación de belenes o ensayos de algunos grupos.

Una de las personas que se lanzó a recuperar la emblemática iglesia fue Pablo Ventoso que, junto a otros nombres como Constante Morrazo, Francisco Chazo, Elda Amparo Froiz, Manuel Portas, Emilio Resúa y José Antonio Lemiña, a los que se uniría posteriormente el alcalde de Vilanova, Gonzalo Durán, en representación del Concello, hicieron posible que la iglesia se haya convertido en un pequeño auditorio lleno de historia en pleno casco urbano del municipio.

Para recuperar el edificio se hicieron todo tipo de actividades, aunque las dos que acabarían siendo fundamentales a la hora de recaudar fondos acabarían siendo dos andainas desde el monasterio de Armenteira y a través de la, por aquel entonces, desconocida Variante Espiritual. Esas dos andainas y la ola de solidaridad que se desató, recuerda Ventoso, acabarían por sumar los miles de euros necesarios en donaciones, dinero con el que se pudo acometer la reconstrucción del tejado. “Reconstruir esa parte de la iglesia era fundamental; se construyó todo en madera y también se hicieron actuaciones en las puertas de acceso”, explica Ventoso.

Poco a poco, la comisión fue sumando a muchas entidades a la lucha por salvar la antigua iglesia, especialmente el Concello que, poco después, acabaría firmando un acuerdo de colaboración con el arzobispado para que las dependencias fuesen cedidas a la administración municipal por un período de veinte años, que pueden prorrogarse de considerarse necesario. A partir de ese momento, el propio ayuntamiento se encargó de adecentar todo el interior y dejarla tal y como se encuentra en estos momentos, lista para acoger todo tipo de eventos.

En enero de 2019 se celebró la inauguración de la rehabilitación, cuando todos los vecinos de Vilanova pudieron ver el interior del antiguo templo, evento en el que participó la Coral Voces Amigas. Las primeras actividades culturales llegarían unos meses después, en el mes de abril, cuando la antigua iglesia acogió un concierto de acordeones y una representación teatral orientada a los más pequeños, ambas incluidas en el programa de las Sonatas de Primavera, un nombre muy valleinclaniano, referencia que no podía faltar en el templo donde el escritor vilanovés recibió su bautismo en 1866. Después de ello llegarían muchas más representaciones, tan solo interrumpidas por la aparición de la pandemia de coronavirus, que obligó a paralizar todo.

Ventoso reconoce que todos aquellos que participaron en la comisión durante aquellos años “estamos satisfechos de ver que la iglesia se ha recuperado y que ha vuelto a abrir sus puertas para que pueda ser disfrutada por todos los vecinos; creo que podemos decir con orgullo que valió la pena todo el esfuerzo colectivo, formar una asociación como la que creamos y contar con el apoyo de personas como Tucho Sineiro, que nos apoyó mucho”. Es cierto, apunta Ventoso, que “todavía quedan muchas cosas que hacerle para que esté en las mejores condiciones, pequeños detalles que podrían convertir su interior en más acogedor, pero creo que el objetivo principal con el que nació la comisión se ha conseguido, que era evitar que el templo acabase desapareciendo”.

A un tiro de piedra del pazo de O Cuadrante, donde nación Valle-Inclán, A Pastoriza es el corazón del casco antiguo de Vilanova y ha estado presente siempre presente en el corazón de todos los vilanoveses.

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Construida muy probablemente en el siglo XVIII, la antigua iglesia de A Pastoriza vino a relevar como templo parroquial a la antigua edificación que existiría en Cálago. De hecho, algunas fuentes recogidas por la historiadora del arte Alicia Padín, como el Padre Pedro Nolasco, apuntan a que parte de la iglesia se construyó con piedra del antiguo templo romano, en concreto la torre, para cuyo levantamiento se habrían utilizado piedras de la pared norte de Cálago. Su construcción se llevó a cabo ya cuando toda la actividad económica y social se había trasladado desde la zona de Cálago a lo que hoy es el casco urbano vilanovés. Como iglesia parroquial permaneció hasta bien entrado el siglo XX, pero el párroco que ejercía en Vilanova vio la necesidad de construir un nuevo templo, ya que A Pastoriza se estaba quedando pequeña para una parroquia tan poblada como es la de Vilanova. Dicho y hecho, a través de una colecta entre los feligreses, acabó reuniendo el dinero suficiente para la construcción de la iglesia de San Cibrán. Cuando dejó de ser iglesia parroquial, el templo acogió una emisora de radio que se escuchaba en toda la ría de Arousa, fue sede de la Cofradía de pescadores hasta que, en los años 80, sirvió de local de ensayo del grupo de gaitas. En la década siguiente, el relevo lo cogió la Banda de Música Cultural, el último inquilino de unas dependencias formadas por piedras centenarias. Sin embargo, el constante deterioro y la falta de mantenimiento acabó provocando que la actividad en su interior se fuese paralizando hasta quedar totalmente vacía y cerrada. A partir de ese momento, el deterioro se fue incrementando hasta que los propios vecinos decidieron echar mano de ella y salvar el templo en el que fue bautizado en 1866 Ramón María del Valle-Inclán y muchas generaciones de vilanoveses.

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