Música celestial y Las iglesias del Ullán se suman a la celebración nacional

Campanadas de alegría desde las iglesias de Catoira

Dimo, Catoira y Oeste se sumaron al acto que se celebró en toda España | Los campaneros apuestan por documentar los distintos tipos de toque | Se trata de una tradición con gran riesgo de extinción

Alberto Castro en el 
campanario catoirense 
de San Miguel.   | // IÑAKI ABELLA

Alberto Castro en el campanario catoirense de San Miguel. | // IÑAKI ABELLA / Antonio Touriño

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Las campanas de Catoira repicaron con fuerza como expresión de alegría porque su toque manual es patrimonio inmaterial de la humanidad tras la declaración por la Unesco esta misma semana, al igual que la trashumancia o el tradicional soplado del vidrio.

Su familiar sonido coincidió en varias torres españolas que tocaron casi al unísono desde Castilla a Andalucía, en la concatedral de Vigo o en las seos de Mondoñedo o Santiago de Compostela.

Alberto Castro fue uno de los protagonistas de la villa vikinga. Lleva dos años tirando de las cuerdas con las técnicas y “partituras” orales de su antecesor, recientemente jubilado. “Fue el toque de fiesta y duró unos cinco minutos”, afirma con la modestia que se supone en un acto en el que han coincidido dos mil campaneros de España y de tres feligresías del Norte portugués.

La localidad se sumó a la convocatoria nacional con tres actos similares sobre los torreones de Dimo y Catoira, a las once de la mañana; y al mediodía en Oeste-Santa Baia, con la única intención de mostrar la satisfacción por un gesto de la Unesco que va a ser vital para la conservación de una tradición secular, nacida allá por el siglo V cuando en la Reconquista las campanas servían para ocultar las tallas de la Virgen.

Desde aquel momento se convirtió en toda una expresión social pues como se subraya en el decreto que impulsó esta declaración: “Las campanas hablan de todo y para todos. A lo largo de los siglos han sido el medio de comunicación social de los pueblos y ciudades de España, con toques religiosos y civiles que convivían perfectamente, tanto que todos los interesados, iglesia y estamentos civiles respetaban”.

Sobre todo porque ese gong tiene un significado con demasiado valor en momentos muy determinados para todos los vecinos de la parroquia, algunos de los cuales aún saben diferenciar los distintos toques, largos y cortos como el morse, y siempre de compleja lectura si se desconocen los códigos que avisan de un incendio, un accidente, una boda o un funeral. “Si primero suena la campana grande y al final la pequeña, durante cinco minutos se anuncia el fallecimiento de un vecino varón; si se comienza con la pequeña y al cabo de ese mismo tiempo se acaba con esta misma es que la persona difunta es mujer”, explica Alberto Castro que ayer se mostraba especialmente contento con su papel a la hora de preservar este lenguaje universal, y que se encuentra en peligro de extinción por el uso de las nuevas tecnologías.

El campanero catoirense lo observa con preocupación aunque sabe también de la comodidad de “acudir a la aplicación del teléfono móvil” en determinados momentos. “Cada vez subimos menos a los campanarios, pero en Catoira aún es una costumbre en funerales y fiestas”, reconoce.

“Se decía que en estas torres, cuando sonaban las campanas a rebato había un riesgo grave para los navegantes, les avisaba de una tormenta y servía para que se pusieran a resguardo”, explica. Una alerta que ha salvado de muchas catástrofes.

Campana donada por los cosacos a San Amaro de Vilanova

Campana donada por los cosacos a San Amaro de Vilanova / INAKI ABELLA DIEGUEZ

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Fue el verano del pasado año cuando los “cosacos” rusos que acostumbran a veranear en Vilanova de Arousa regalaron la campana dorada que desde hace año y medio luce en la espadaña de la capilla de San Amaro.

Sin duda, un regalo muy celebrado en la localidad con asistencia de sacerdotes cristianos y ortodoxos que participaron en la bendición de la pequeña campana dorada, que se había perdido pues la capilla se encuentra en ruinas y todavía sin tejado.

El alcalde de Vilanova Gonzalo Durán llegó a tirar de la cuerda para hacer sonar el pequeño instrumento de bronce que luce en el centro del pueblo.

Atrás queda la obligación de subirse a las espadañas para ofrecer incluso la hora y marcar el amanecer, mediodía y atardecer siguiendo una muy antigua división del tiempo. Los diversos toques litúrgicos a lo largo de la jornada (oración al alba, misa primera, misa conventual, laudes, sexta, ángelus, vísperas, oración al atardecer, toque de ánimas) fijaban también las partes del día e incluso en el ámbito rural hubo un tiempo en que se daban cuatro toques diferentes de tiempo (diario, domingo, festivo menor, festivo mayor), al menos un toque de difuntos (que puede incluir variaciones de sexo, de edad, de condición social). En Galicia, quizá con menor complejidad pero también muy arraigado, se expone en el decreto.

Un toque especial

Pero su sonido no solo ha servido para conmemoraciones de los ciudadanos, pues aún hoy es el mejor sistema para advertir de una situación de riesgo para la población, tanto que ayer mismo se tomaron especiales precauciones para advertir a los catoirenses del motivo del tañido, con el objetivo último de evitar la alarma y de que el párroco no fuera abrasado a llamadas por el intempestivo acto festivo, no en vano la patronales son en honor de San Pedro, San Antonio y San Roque que se celebran en verano.

Y es que las campanas también advierten de los riesgos. Es cuando tocan a rebato, siempre por un período de cinco minutos, seguidos de una pausa de un minuto. “Suenan así cuando se produce un incendio de gran magnitud y se quiere avisar a los vecinos; cuando se registra un accidente grave o para anunciar que llega una tremenda tempestad o tormenta que puede poner en riesgo a los vecinos”, explica con todo lujo de detalles José Enrique López Ocampo, última generación de los campaneros de Arcos da Condesa, que hace “tres o cuatro años” instaló la campana que luce en la pequeña capilla junto a las Torres do Oeste.

Nueva campana en la capilla de las torres de Oeste

Nueva campana en la capilla de las torres de Oeste / INAKI ABELLA DIEGUEZ

Tocar a trueno contra la invasión vikinga

“Tocar a trueno” o a rebato es la función de la campana que hace cuatro años instaló en la capilla de las Torres do Oeste, en Catoira, el artesano de Arcos José Enrique López Ocampo.

Señala que se trata de un artilugio muy especial pues su función es sobre todo la de advertir a navegantes y a la población sobre la posibilidad de un riesgo, bien por una tormenta, un incendio u otra catástrofe que pudiera suceder en el entorno.

Antiguamente, este tipo de toques de alarma eran muy agradecidos por la población porque se conseguía minimizar los daños. Actualmente, muy pocos entienden este lenguaje.