Un año de menos kiwi, pero más grande

La mayoría de los productores de O Salnés finalizaron esta semana la recolección

Imagen de archivo de una operaria de Horsal trabajando con una partida de kiwi

Imagen de archivo de una operaria de Horsal trabajando con una partida de kiwi / Noe Parga

O Salnés

O Salnés ultima la campaña de recogida del kiwi, que ha estado marcada por un ligero descenso en la producción aunque, a cambio, el fruto es algo más grande que el de la cosecha de 2021. La mayoría de los agricultores ya han “vendimiado” sus árboles, y las firmas comercializadoras, como la cooperativa Horsal, están en pleno proceso de clasificación y reparto de la codiciada fruta.

A nivel comercial, hay mucha incertidumbre. En Horsal tratarán de vender el kiwi entre un cinco y un diez por ciento más caro que el año pasado, para compensar el aumento de los costes de producción que han padecido los agricultores y la propia cooperativa, pero que lo consigan dependerá en último extremo de la demanda en mercados como los de Valladolid o Zaragoza. En cualquier caso, las primeras impresiones parecen buenas, “y la campaña comercial ha arrancado un poco por encima de la de 2021”, indica el gerente de Horsal, Fernando Veiga.

Entre los productores, la campaña ha dejado un buen sabor de boca. Rubén Vila indica que, “hay menos kiwi, pero tiene más calibre”. “Es mejor así, porque cuanto más grande, mejor precio tiene la fruta”, añade. En su caso, solo le falta por recolectar la producción de una finca en la que los niveles de azúcar todavía están bajos.

O Salnés ultima una campaña de kiwi con menos fruta pero de mejor calibre

Un momento de la recolección del kiwi / Anxo Martínez

Vila apunta que el kiwi sigue siendo un cultivo con tirón en el mercado, pero a pesar de ello no planta más desde hace tiempo, “porque hace falta mano de obra”. Advierte, por ejemplo, que podar sus árboles puede suponer entre dos y tres semanas de trabajo, y que una persona con otro empleo no puede disponer de ese tiempo. Por ello, avisa de que, “el campo se va a acabar”, si la administración sigue atosigando a los productores con la burocracia y persisten los problemas para encontrar temporeros.

El kiwi es una de las frutas estrella de las tiendas de alimentación. Hasta ahora, los cajones de las fruterías estaban llenos de kiwis procedentes de Nueva Zelanda y Chile, fundamentalmente, pero a partir de mediados de noviembre se va produciendo un relevo, de modo que la fruta del hemisferio sur deja paso a la gallega, que compite con la llegada de Portugal, Grecia o Italia.

Ramiro Gómez descubrió a tres personas robando en fincas suyas

Ramiro Gómez es un productor de kiwi que lleva años reclamando más presencia policial en el rural en las semanas previas a la recolección, pues según él a partir de octubre son habituales los robos de fruta. Este año también los ha padecido, y de hecho sostiene que entre él y sus allegados descubrieron a tres personas robando en fincas suyas. En un caso, era un hombre de unos 50 años, y lograron fotografiar la matrícula de su coche. Con ese dato, Ramiro Gómez acudió a la Guardia Civil e interpuso una denuncia. “Después me llamó ofreciéndose a pagarme la fruta”, explica el agricultor.

En otra ocasión, el propio Gómez localizó en una de sus fincas a una mujer de unos 60 años que estaba cortando fruta. “Llevaba unos tres kilos y le hice pagar 20 euros”, afirma Gómez, que está muy molesto con la actitud de quienes entran en las propiedades ajenas para hacerse con los frutos de su trabajo. El agricultor advierte de que en muchos casos los ladrones no roban para comer ellos la fruta, sino para venderla en la carretera o puerta a puerta, y lanza un aviso a los consumidores.

“La fruta este año está cara, y si a uno se la ofrecen barata, igual la coge, pero la fruta hay que comprarla en las tiendas porque la robada puede tener tratamientos fitosanitarios recientes”, advierte. En este sentido, afirma que él mismo colocó unos folios plastificados en las fincas indicando los productos que había aplicado a las plantas, “pero la gente robaba igual”. Harto de esta situación, a Ramiro Gómez no le quedó más remedio que adelantar la cosecha en las cabeceras de las fincas más próximas a las pistas y carreteras, para tratar de disuadir a los ladrones. Esto le supuso recoger algunos kiwis un poco antes de tiempo, cuando todavía no tenían el grado de maduración deseado.

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