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Los dos arousanos que disfrutaron de la NBA del triatlón

El vilanovés Manuel Piñeiro y el cambadés Sergio Santos participaron en el campeonato mundial de Ironman celebrado en el estado de Utah entre más de 4.000 competidores

Sergio Santos, dorsal 1455, y Manuel Piñeiro posando juntos al término de la prueba en Utah. | // FDV

Saint George, en el estado norteamericano de Utah, fue el lugar donde Manuel Piñeiro y Sergio Santos disfrutaron del placer de llegar al paraíso de su deporte, el triatlón. Fue allí donde se celebró el campeonato mundial Ironman 70.3. Una cita que congregó a más de 4.000 participantes llegados de todo el planeta y entre los que se encontraban el vilanovés del Club Rías Baixas de Pontevedra y el cambadés, del Triatlón Vilagarcía.

No fue nada fácil para ambos poder estar en esas altas instancias del triatlón. Para convertir su sueño en realidad tuvieron que clasificarse previamente. Manuel Piñeiro lo hizo en Grecia hace cerca de un año mientras que Sergio Santos lo consiguió en Marbella el pasado mayo. La marca organizadora exigía una inscripción inmediata próxima a los 600 euros y no lo dudaron, al margen de asumir todos los gastos en Estados Unidos con la familia en modo vacaciones deportivas.

El corredor del Triatlón Vilagarcía entrando en meta.

El placer de nadar, pedalear y correr junto a rivales de todo el mundo también vino precedido de momentos de angustia absoluta como el que vivió el propio Manuel Piñeiro. El físico de Tremoedo sufrió como le extraviaron su equipaje en el viaje de ida. Él mismo reconoce que “pasé siete días con una ansiedad horrible. Nadie sabía decirme donde estaban mis maletas, mi bicicleta y todo mi material para competir. Fue la peor experiencia viajando de mi vida”.

Tal fue el agobio del vilanovés, entrenado por el pontevedrés Pablo Dapena, que “estuve mirando donde podría alquilar una bicicleta. Encontré una opción en Las Vegas, pero era una de montaña que nada tenía que ver con la mía. Y el día que íbamos a ir a por ella me llaman y me dicen que habían aparecido mis maletas después de perderse en el aeropuerto de Nueva York”.

Piñeiro junto a su bicicleta en la zona de transición. | // FDV

Ya con todo a su disposición su reto ya solo se centraba en nadar 1,9 kilómetros, pedalear 90 en bicicleta y correr una media maratón de casi 22 kilómetros. Todo ello sobre un escenario impresionante, “la naturaleza allí es impresionante. Muy diferente a la de aquí y muy colorida. Era todo espectacular, hasta las zonas desérticas y todas las facilidades que tenías para hacer deporte”.

Sergio Santos también coincide al afirmar que la prueba en Utah fue saltar a otra dimensión, “es un nivel al que no estamos acostumbrados. Es lo más selecto del mundo y verte allí es algo que emociona solo de pensarlo. Luego está el lugar del que impresionan hasta las piedras”.

Santos durante los 90 kilómetros pedaleando. | // FDV

Una de las cuestiones que no gustó al cambadés fue una de difícil solución como fue la meteorología. “El frío fue durísimo. Yo no metí ninguna ropa de invierno en la maleta e hizo un frío tremendo. Con tanta gente compitiendo no había material deportivo en las tiendas de Saint George para abrigar a tanta gente. Muchos cogieron guantes de fregar para abrigarse y yo me hice una especie de patucos con papel film para pedalear lo más abrigado posible”.

Después de terminar en el puesto 906 de la general entre los 3.550 participantes que cruzaron la meta, el propio Sergio Santos reconocía que “en la bici lo tendría que haber hecho un poco mejor”, lo que explica el nivel de autoexigencia de un triatleta, su esencia.

La ansiedad se convirtió en la puerta al deporte

La llegada al triatlón de Sergio Santos y Manu Piñeiro se produjo de manera diferente. En el caso del cambadés todo se precipitó hace una década, “tuve mi primer hijo y pasé una época de mucha ansiedad. El médico me dijo que tenía dos opciones, o medicarme con pastillas o hacer deporte y no lo dudé”. Diez años después, ya con 39 en su DNI, Sergio ya ha participado en pruebas por diferentes lugares de España y Portugal, así como la más cercana en Estados Unidos. Y a ello también ha sumado dos hijos más para convertirse en un triatleta de alto nivel y padre de familia numerosa.

En el caso de Manuel Piñeiro, ahora con 30 años, llegó al triatlón tras practicar otros deportes. Ahora le dedica una media de tres horas diarias que compagina con la preparación de su tesis en Investigación Clínica en Medicina. Un joven vilanovés que fue capaz en Utah de correr el kilómetro a una media de 3:50 minutos y terminar en el puesto 636 de la general, pese a su sensación de perfeccionista: “Quizá pequé de conservador en la bicicleta”.

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