Una vez superado el temporal, y valorados, en primera instancia, los daños inmediatos causados por los fuertes vientos, ahora es momento de evaluar otras pérdidas, como son las sufridas en las bateas de cultivo de mejillón y ostra.

Ya con las aguas más calmadas, los concesionarios de los viveros flotantes y las empresas de servicios marítimos y/o portuarios repasan a conciencia los diferentes fondeos y constatan que, como suele ocurrir en estos casos, las pérdidas son cuantiosas.

Submarinistas de Dragados Osmar asegurando un bidón de batea y parte de su emparrillado para poder remolcarlos a tierra firme. FdV

A causa del fuerte viento, y del no menos intenso oleaje, se han producido importantes desprendimientos en las cuerdas de cultivo, en algunos casos con producto que, tras acabar en el lecho marino, ya no puede ser recuperado.

Los demás daños son estructurales, y se traducen en el destrozo de algunos parques de cultivo. Así las cosas, los hay que, “simplemente”, se han soltado de sus amarres, se han enrollado en sus propias cadenas o se han aflojado en los muertos, por lo que pueden ser reparados y recolocados en el punto de fondeo asignado sin excesivas complicaciones.

Una de las bateas afectadas por el temporal en las que tuvo que intervenir Dragado Osmar. FdV

Riesgo para la navegación

Otros corrieron peor suerte y están rotos, ya sea parcial o totalmente. Esto hace que empresas como Dragados Osmar se empleen a fondo para rescatar vigas y bidones que están a la deriva y, además de suponer una pérdida económica para el bateeiro de turno, entrañan un considerable riesgo para la navegación.

Hay viveros afectados en diferentes rías y, como es lógico y habitual con los temporales invernales, los daños se hacen notar sobremanera en los polígonos exteriores, es decir, los más expuestos a los vientos, como sucede en los arousanos de Aguiño (Ribeira) y Meloxo (O Grove).

La recuperación de restos de batea a la deriva, con ayuda del barco de Dragados Osmar. FdV

Con ayuda de su barco “Cuico”, submarinistas, grúas y demás medios materiales y humanos, la firma cambadesa Dragados Osmar intenta poner orden en el campo de batalla en el que parecen haberse convertido algunos polígonos después de soportar vientos huracanados que llegaron a hundir algunos de los viveros.

Los que no pueden ser reparados en el mar son trasladados a tierra firme, y no sin complicaciones y riesgos, por el personal de Dragados Osmar y demás empresas que, como ésta, se dedican a la reparación de viveros flotantes, emisarios submarinos, boyas y todo tipo de elementos situados en las rías gallegas.