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mirador de lobeira

Que el turismo no haga ¡bum!

El turismo es fundamental en la economía de O Salnés, una comarca que se ha ganado a pulso el prestigio para que este verano haya hospedado la mágica cifra de un millón de visitantes y acogido al menos un día a otros tres millones más que han gastado sus ahorros en los nueve municipios.

Los datos de la Mancomunidade dan cierto vértigo, pues esos números extraordinarios de los que presumen van a proyectar al menos la ilusión para la próxima campaña, aunque esta todavía no se acabó por el imán de la Festa do Marisco de O Grove.

Las playas y la gastronomía se han sincronizado con tanta perfección que el bum del turismo es una palanca fija, sin retroceso, siempre que la inflación u otro imprevisto como el sanitario, no se conviertan en indeseado freno a esa progresión.

El sector está obligado a cumplir con las expectativas. Tiene un difícil reto para mantener ese impulso ganado gracias al buen hacer de muchos, pero también a los dones de una naturaleza sin igual que regala paradisíacas playas, rincones únicos y un océano de prístinas aguas que superan la excelencia a pesar de las agresiones a las que se ve sometido por la acción irresponsable de algunos humanos.

Pero tener todos los ingredientes –no se puede olvidar el rico patrimonio legado por nuestros antepasados– no es óbice para que la burbuja sufra un pinchazo de los que hagan historia si coge al sector desprevenido.

Son muchas las amenazas que acechan. Se puede empezar por recordar la más simple: en el año 2023 desaparece el influjo del Xacobeo, en suma ya no se verán peregrinos por los más de siete Caminos a Compostela. Y esos son muchos visitantes que ya no tienen el aliciente del botafumeiro.

Por otro, la situación económica va a ser muy distinta por una carestía de la vida lastrada por la galopante inflación.

Y además, los turistas van a ser mucho más exigentes en cuanto a servicios recibidos si los precios se desbocan.

Habrá que tener presente todo ello y por tanto ofrecer alternativas que vuelvan a generar ilusión por disfrutar de estas tierras. Y para ello, además de profesionalización, urgen implementar recursos materiales y personales.

Pues este verano ha habido carencias que solo se perdonaron por las enormes ansias de disfrutar del que muchos han creído el “último verano”, atendiendo a las catastrofistas previsiones de los economistas para este otoño que ya está encima.

Cierto que también ha habido grandes aciertos con una apuesta gastronómica que ha dejado paladares agradecidos. Cambados, O Grove y A Illa han sido espectaculares adalides de una buena cocina y precios contenidos.

Sin embargo hay carencias a resolver cuanto antes. Vilagarcía necesita un impulso serio en hostelería y servicios; y Meis debe buscar la fórmula para que el parque acuático se construya y sea un polo de atracción para familias que buscan despejarse de la presión diaria.

Y todos los demás ponerse a trabajar para que haya reclamos culturales, deportivos, sociales y de toda índole que cautiven de nuevo a visitantes de la península en una comarca que por efectos del cambio climático también puede vender sol a raudales.

Morir de éxito sería un gran error. El sector tiene que ver que el bum del turismo no puede llevar exclamación. Que no haga ¡bum!

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