También en el paraíso se esconde basura, fruto de la actividad humana y del descontrol existente en el manejo de todo tipo de materiales y objetos, sobre todo plásticos, pero también útiles de pesca, colillas y desperdicios similares.
Una triste realidad que han podido constatar en la isla arousana de Sálvora un centenar de personas implicadas en el programa de voluntariado “Actúa”, impulsado por Abanca y Afundación.
Ya se había explicado en su momento que se llevaba a cabo esta nueva acción solidaria de retirada de residuos al abrigo del proyecto “Plancton”, el Plan de Conservación Territorial impulsado por Abanca que ha retirado ya 25 toneladas de desechos en diferentes enclaves marinos de la costa gallega, y que ya ejecutó ocho acciones similares en lo que va de año en otros puntos de Arousa.
Ahora puede añadirse, una vez realizado el recuento de todo lo retirado en la afamada isla situada en la boca de la ría, que fueron eliminados 325 kilos de basura, pero también 610 kilogramos de plantas invasoras.
La mayor parte, especies como la “Amaryllis belladona”, que como se explicó en ocasiones anteriores en FARO, es una de las que suponen mayor amenaza para la vegetación autóctona, de ahí que la isla esté sometida a estrictos planes de estudio y control de este tipo de plantas exóticas y/o invasoras, impulsados por la Xunta y el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia.
De origen sudafricano
También, como queda dicho, a instancias de la Obra Social de Abanca y “Plancton”, en este caso en concreto asestando un duro golpe por parte de los voluntarios de “Actúa” a esa planta bulbosa de origen sudafricano llamada “Amaryllis belladona”, cuyas flores atrompetadas de variada gama de colores, ya que pueden ser blancas, anaranjadas, rosas y lilas o rojizas, aparecen en los meses de invierno en el extremo de largos tallos.
Florece antes que las hojas, convirtiéndose en una planta sobradamente conocida entre la población y muy utilizada con fines ornamentales.
Ahora, gracias al programa de Abanca aludido, su población en la isla ribeirense de Sálvora se ha visto claramente reducida, para satisfacción de la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez; y del alcalde de Ribeira, Manuel Ruiz Rivas, dos de los asistentes a la jornada solidaria desplegada en el entrañable y enigmático territorio insular, considerado, junto al archipiélago al que da nombre, como Bien de Interés Cultural (BIC).
En presencia, también, de representantes de Afundación y Abanca como Pilar Alves y Carmen Fernández Penas, los voluntarios centraron su intervención en los cuatro arenales de que dispone la isla, concretamente son los de Almacén, Bois, Zafra y Lagos.
El eterno problema de los plásticos
Fue ahí donde retiraron 325 kilos de desperdicios, tales como 2.816 trozos de plástico y microplástico, junto a 160 bolsas o envoltorios, 159 envases tipo brick, 256 cubos y cajas de pescado y alrededor de 130 útiles de cultivo, trozos de red y sedales.
Como puede apreciarse, todos esos materiales están compuestos de plástico o materiales similares, como también sucede con las 1.493 cuerdas eliminadas de Sálvora, los 315 palillos encontrados, de eso que se emplean para distribuir el peso de las cuerdas de mejillón en las bateas, 123 embalajes industriales y 166 tapones o similares.
Todo ello, hay que insistir, materiales plásticos, con lo que esto supone de amenaza para el medio marino, por lo mucho que tardan en descomponerse.
Otros residuos no plásticos
Pero es que, a todo eso, hay que sumar 116 colillas, ocho nasas, 27 trozos de madera tratada y nueve latas o metales. Sin olvidar 132 objetos o trozos de vidrio, 16 productos textiles y otros elementos sólidos vertidos en el mar y/o la costa isleña.
Ni que decir tiene que tales objetos, las mascarillas puestas tan de moda con el COVID, las gafas, bastoncillos, colillas y demás dan cuenta de la inconsciencia e irresponsabilidad del ser humano, ahí la trascendencia de acciones solidarias como las desarrolladas por Abanca a través del proyecto “Plancton”.
Lo mismo que sucede con “pequeños trozos de redes, espumas plásticas, sedales enmarañados, boyas, cajas de pescado, cabos, los tarugos plásticos de las bateas y demás productos que suelen a aparecer en este tipo de actuaciones de limpieza”, resaltan en Afundación.
Y lo hacen antes de insistir en su llamamiento a la sociedad para que tome conciencia de la importancia de actuar “de manera responsable” para tratar de preservar los recursos existentes para que puedan disfrutarlos generaciones venideras.
Razones no le faltan para posicionarse así, sobre todo teniendo en cuenta que el vidrio puede conservarse indefinidamente en el agua, donde las redes y pilas pueden aguantar hasta mil años, tal y como se explica en la guía de buenas prácticas editada hace unos años por la Denominación de Origen Protegida (DOP) Mexillón de Galicia.
La misma en la que se hace constar que “la basura marina tarda en desaparecer mucho más de lo que nos imaginamos”, citando como ejemplo que el sedal aguanta 600 años, las bolsas de plástico, alrededor de 20 y que las colillas y chicles tardan un lustro en degradarse, mientras que los tapones plásticos de las botellas y los palillos de las bateas pueden aguantar más de un siglo y las latas de refrescos, dos.
Asimismo, la vida de las botellas de PVC y los neumáticos se prolonga durante 500 años, elevándose a 50 el tiempo que tardan en desaparecer los vasos de plástico, según la misma guía del Consello Regulador Mexillón de Galicia.