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Vivir con una piscina a la puerta de casa

Un vecino denuncia anegamientos frecuentes en la calle Campanario, que es también punto de paso de peregrinos

González, en la calle Campanario, con restos de tierra y piedras tras las lluvias de esta semana. | // CEDIDA

Los peregrinos que recorren la Variante Espiritual del Camino Portugués a Santiago tienen dos opciones tras llegar a Vilanova: o coger el barco hasta Pontecesures; o seguir a pie por Carril, y desde ahí ir por Bamio, Catoira y Valga hasta Padrón. Los que optan por esta segunda opción pasan por la calle Campanario, y si el día de su caminata llueve es posible que encuentren la pista completamente anegada.

Manuel González, un hombre que vive a camino de Burela y Bamio, afirma que una obra de canalización de aguas pluviales inacabada está causando inundaciones constantes en la calle Campanario. Él es el principal perjudicado, pues el agua se embalsa justo delante de su casa, pero sostiene que la actual situación también genera molestias a los peregrinos y a los demás vecinos de la zona. “El otro día venía caminando una mujer de unos 90 años, y se encontró con tanta agua en la carretera que no podía pasar, así que tuve que salir yo para pasarla en el coche”, afirma González.

En lo que respecta a los peregrinos, el vecino apunta que cuando se encuentran con el agua embalsada, optan por dar la vuelta y hacer un rodeo de más un kilómetro.

La calle, inundada el pasado martes. | // I.ABELLA

“Arrastramos este problema desde hace al menos cuatro años, y desde hace dos que le mando escritos y fotografías al Ayuntamiento pidiéndoles una solución, pero solo me responden de palabra que es un problema complejo y que lo están estudiando”, se queja González.

El agua procede, según él, de una canalización de pluviales que se colocó en el pasado y que quedó muerta en una finca. En un primer momento no generaba contratiempos, porque el agua se extendía por las tierras, que estaban más bajas que la carretera.

Pero, hace unos años, algunos vecinos construyeron en sus propiedades casas o cierres, elevando sus terrenos. Eso provocó que el agua que antes marchaba por las fincas empezase a ir hacia la carretera. Y justo delante de la casa de González, el firme hace una suave depresión, de modo que a poco que llueva el agua se estanca y forma un charco de decenas de metros. “En las partes más hondas puede llegar a haber 25 centímetros de agua”, añade. “Ya no sé que hacer, me siento impotente”, admite, a la espera de que el Concello actúe después de su último escrito, que presentó el pasado jueves por la mañana.

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