Hace más de dos décadas que A Illa fue el primer municipio que apostó por el compostaje frente a una administración que no tenía nada claro que eso pudiese funcionar como alternativa al tratamiento convencional de los residuos. Hoy, el pequeño pueblo presume de haber sido pionero en la implantación de este sistema y cuenta con medio millar de composteros activos y a pleno rendimiento, a los que se han sumado recientemente cinco comunitarios, que dan servicio a los edificios que existen en el casco urbano.
Gabriele von Hundelshausen, edil de Medio Ambiente, reconocía ayer que “estamos haciendo visitas de asesoramiento a todas las casas que poseen un composteiro y, la verdad, es que los técnicos están asombrados, porque están viendo que en A Illa el compostaje doméstico está plenamente desarrollado”. Para la edil esta circunstancia detectada por los técnicos tiene su explicación en que “llevamos muchos años con este proyecto, una iniciativa en la que los vecinos siempre se han mostrado muy colaborativos”. Von Hundelshausen no duda en mostrarse orgullosa de que “los vecinos lleven años practicando este tipo de eliminación de residuos y, en muchas ocasiones, son los que explican técnicas para mejorar su rendimiento, algo que nos satisface mucho y que resulta clave para la continuidad del proyecto”.
El propio Concello se encarga de repartir el estructurante entre los vecinos desde hace años, dos veces a la semana. Ese estructurante son restos de podas o rozas que realizan los propios operarios municipales que, una vez depositados en el almacén municipal son triturados para mezclar con los residuos orgánicos que genera la vivienda, provocando la formación de un compost de gran calidad y la práctica eliminación de los malos olores en las inmediaciones del compostero. Von Hundelshausen insiste en que “el tema del estructurante es muy importante, porque cuesta mucho trabajo realizarlo y se lo servimos a más de 450 composteros individuales y cinco comunitarios”.
El alcanzar la cifra de medio millar de composteros, también ha influido la decisión de bonificar en el recibo de la basura a todos aquellos vecinos que cuentan con un compostero activo, es decir, revisado de vez en cuando por los técnicos para comprobar que está en funcionamiento.
El pequeño municipio arousano fue elegido por la Unión Europea en 1999 para implantar el sistema de compostaje a través de un Plan Life. Desde entonces, el programa ha vivido todo tipo de altibajos pero, en los últimos tiempos, se ha destacado como una referencia, sobre todo, al contar con el respaldo de la Diputación de Pontevedra, a través del Plan Revitaliza. De hecho, A Illa es el municipio con mayor número de composteros comunitarios en lo que se refiere a población (por debajo de los 5.000 habitantes).
Se ofrecen a triturar los restos de podas para evitar las quemas
El Concello de A Illa se ofrece a triturar los restos de podas y limpiezas de huertas para evitar que acaben siendo quemados por los propietarios, como viene sucediendo en los últimos años, quemas autorizadas o sin contar con permisos. Dos son los motivos por los que ofrecen esta posibilidad. El primero y más evidente es para evitar que una de esas hogueras en las que se consumen los restos de poda pueda acabar extendiéndose y provocando un incendio forestal de importantes dimensiones. La segunda pasa por conseguir estructurante para el compostaje, es decir, todos los restos de poda triturados son una excelente combinación con la basura orgánica para convertirlos en la mezcla adecuada con la que se evitan malos olores en el compostero y se elabora un abono excelente. Todos aquellos que quieran triturar esos restos, tan solo tienen que acercarlos al punto limpio del municipio.
