Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El nombre de Goday vuelve a unirse a la conserva

Borja Goday, tataranieto del primer empresario de la conserva en Galicia, recupera la marca y las recetas de su familia

Borja Goday ante la primera fábrica de conservas de Galicia, fundada por su tatarabuelo en A Illa de Arousa.

Hace casi veinte años, Borja Goday y su padre comenzaron a darle vueltas a la posibilidad de recuperar la tradición empresarial de su familia. Descendientes de Juan Goday Guall, uno de los pioneros de la industrialización en Galicia a través de las fábricas de conserva, gran parte de los conocimientos sobre el sector permanecían en casa, bien en forma de memoria oral, bien en forma de marcas que llegaron a presidir la mesa real. Aunque la idea tardó casi dos décadas en convertirse en realidad debido a las vueltas que se le dio, hace dos años, las Conservas Goday volvieron al mercado, pero en forma de productos gourmet elaborados con lo mejor de los mares de las Rías Baixas.

Al igual que el resto de los muchos integrantes de la familia Goday (antes de la pandemia acostumbraban a celebrar encuentros anuales en la comarca de O Salnés, llegando a participar más de 200 personas) Borja no es ajeno a una historia familiar que los marcó desde el principio. Juan Goday Guall, su tatarabuelo puso en marcha la fábrica de conservas de A Illa, pero antes de eso ya contaba con salazones en Vilaxoán, Vilanova y O Grove. Sin embargo, decide apostar por una tecnología que ya se utilizaba en Francia, obteniendo un gran éxito. Ese éxito, recuerda su tataranieto, coincide con una visita del rey Alfonso XII a Vilagarcía en 1881, donde prueba las conservas de Goday. Queda tan cautivado por su sabor que decide visitar la fábrica y, como consecuencia les nombra proveedores de la Real Casa y les sponsoriza para acudir a la exposición universal de Londres, donde reciben un primer premio a la calidad. Ese premio fue clave para la expansión de la marca, ya que se abre mercados en todo el mundo.

La marca Conservas Goday llegó a ser proveedora de la Casa Real después de una visita de Alfonso XII a la fábrica de A Illa

decoration

Goday era identificado como una marca de calidad. Sin embargo, la eclosión de la conserva como un producto de masas acabó provocando el declive de la industria que nació en A Illa y que se había extendido por O Grove, Rianxo o Muros, lugar donde se asentó la rama familiar a la que pertenece Borja Goday.

Tres generaciones después de desaparecer, el emblema del ancla rodeada por una cadena vuelve a florecer. “Tenía ganas de hacer una cosa especial, un producto gourmet, cuidado en muchos aspectos para que se identifique como lo que era, una marca de mucha calidad”, explica. Aprovechando muchos de los contactos que la familia todavía mantiene en el sector, Borja fue contactando con varias empresas para elaborar las conservas, poniendo en ocasiones la materia prima, uy sobre todo, aportando la receta en casi todos los casos.

Mejillones, ventresca, navaja o sardinillas son solo algunas de los productos que comercializa, estas últimas, por cierto, enlatadas en A Illa de Arousa, donde su familia ya trabajaba con el mismo producto hace casi tres siglos, cuando se asentaron como salazoneros. Aunque el sector de la conserva se fue abandonando en las sucesivas generaciones, lo cierto es que en el interior de la familia se continuaban elaborando conservas de carácter muy tradicional, guardando las recetas y las fórmulas que Borja Goday recuperó hace dos años para la puesta en marcha de este proyecto gourmet.

“Mantenemos la marca principal de Conservas Goday (tenía también Atlántico y Alción), la tipología de las latas y, sobre todo, el logo, al que le mantenemos los elementos históricos, pero actualizados al siglo XXI, ya que es original de 1820”, explica Goday. Además, también “teníamos la ilusión de fabricar en la ría de Arousa y Muros, y hemos tenido la suerte de que sea así y queremos seguir haciéndolo”.

Borja cuenta con el apoyo de toda la familia con la que espera retomar los encuentros familiares en un breve espacio de tiempo. “Ha habido bajas significativas, como la de mi propio padre, pero seguimos manteniendo el contacto con todos ellos y sería bonito volver a vernos todos juntos”, explica.

El proyecto también hace una importante apuesta por el Medio Ambiente, utilizando materiales totalmente reciclables o compostables. Desde los almacenes que posee en Muros, en la antigua fábrica que perteneció a su familia, todo el material va estuchado en elementos de caña de azúcar, algo que “eleva los costes, pero entendemos que un consumidor preocupado por degustar un buen producto lo que quiere es que se pueda desarrollar en las mejores condiciones de su medio natural”.

Imagen de uno de los estuches en los que se envasan las conservas de Goday.

Imagen de uno de los estuches en los que se envasan las conservas de Goday.

“Goday tiene una historia que no merece quedarse en el olvido”


Uno de los grandes objetivos que persigue Borja y que, durante estos dos años de intenso trabajo, ha conseguido es que “la gente identifique que no somos una conservera más; lo que consiguió hacer esta familia desde el padre del tatarabuelo hasta la generación de mi abuelo es realmente increíble, montar un proyecto empresarial como el que pusieron en marcha y sacarlo adelante en la España entre 1750 y 1950, con todo lo que ocurrió en este país durante esos años, es algo encomiable”. Insiste en que “Goday tiene una historia muy bonita, de cómo se monta una conservera en Galicia, una historia que no queríamos que se quedase en el olvido, por eso apostamos por hacer algo de calidad extraordinaria, que pudiese responder a todo lo que tiene detrás”. Para definir mejor su objetivo recurre a la expresión francesa “Le Maison”, utilizado por las grandes casas vitivinícolas en el país vecino, un concepto con el que se transmite toda la tradición familiar, la artesanía y el compromiso que hay detrás de ese producto. “Es un término que estoy intentando imponer porque transmite todos aquellos elementos de los que somos herederos y mostramos que el producto se hace, se limpia y se empaca a mano, como en las antiguas conserveras”, explica Borja, antes de añadir que “cuando decido poner mi apellido de nuevo en una marca, el compromiso en su cuidado debe ser total, porque no solo estás vendiendo un producto de calidad, sino que estás ofreciendo la historia familiar y no puedes desprestigiarla, por eso hay que apostar por un producto Premium”. La producción que ha puesto en marcha es bastante pequeña, pero es difícil que se amplíe mucho más en el futuro, ya que “es por lo que apostamos, por un producto capturado en las Rías Baixas, trabajado en Galicia y de carácter excepcional, diferente y diferencial”.

Compartir el artículo

stats