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Protestas y preocupación en el primer día de tráfico en la calle del mercado de Vilagarcía

Vendedores y clientes consideran peligrosa la proximidad de los vehículos

Un autobús y un coche se detienen al cruzarse y percibir sus conductores que el ancho de la calzada era insuficiente. | // NOÉ PARGA

Tráfico rodado y mercadillo conviven desde ayer en Alexandre Bóveda, uno de los epicentros del mercado ambulante de Vilagarcía. Y las protestas de los vendedores se hicieron patentes. El rechazo a esta medida es unánime entre los dueños de los puestos ubicados en esta calle paralela a la plaza de abastos. “Locura”, “aberración” y “peligroso”, son algunos de los términos utilizados por los afectados.

El Ayuntamiento ha habilitado dos carriles en Alexandre Bóveda, pero los días de mercado (martes y sábado) únicamente se puede circular por el de salida del centro urbano, dirección al puerto. Los únicos vehículos autorizados para ir hacia el centro son los autobuses urbanos. La primera mañana de este sistema transcurrió sin incidencias reseñables, pero también quedó patente que la circulación por esta calle los días de mercado no será en absoluto normal.

Numerosos ciudadanos, quizás no acostumbrados a la convivencia de tráfico y mercado, cruzan la carretera por donde mejor les cuadra, y algunos llegan a caminar abiertamente por el centro de la calzada. En cuanto a los vehículos, no hay demasiado tráfico, y los que circularon ayer respetaron la limitación de velocidad fijada en 30 kilómetros por hora. Posiblemente, muchos de ellos incluso fueron más despacio. Pero quizás contribuyó a ello el dispositivo de seguridad y control montado por la Policía Local, formado por un agente en el cruce con Arzobispo Lago, y otros dos en la intersección del puerto.

Una mujer camina por la calzada, mientras por el carril contrario circulan vehículos. | // NOÉ PARGA

En todo caso, el paso periódico de autobuses dejó claro que el espacio existente para la circulación rodada es muy justo. Sobre las diez de la mañana, coincidieron un autobús que iba hacia el centro y un pequeño camión que se dirigía hacia el puerto, y este último tuvo que detenerse y subir ligeramente a la acera para dejar pasar al vehículo de pasajeros.

Más tarde, a la una menos cinco, un autobús trazó varias “eses” en la carretera pues su conductor se vio obligado a esquivar a varios peatones que iban por la calzada. En un caso, el autobús se apartó hacia su izquierda para alejarse de unas mujeres que iban a pie con una silla infantil por la zona reservada al tráfico, pegadas a la parte trasera de los puestos de venta. “Esto es peligroso, no lo veo bien”, afirmó una clienta que pidió el anonimato mientras observaba unas prendas de ropa que exponía uno de los puestos del lado de la carretera. Precisamente, para evitar esto -que haya gente en la calzada-, se pidió a todos los vendedores que cerrasen con lonas sus puestos por la parte que da a la zona reservada al tráfico.

FARO pulsó la opinión de media docena de vendedores cuyos puestos se encuentran en Alexandre Bóveda y su entorno inmediato, y todos criticaron la decisión adoptada por el gobierno municipal.

Un autobús invade el carril contrario al pasar junto a un puesto que se montó parcialmente sobre la calzada Noe Parga

“Esto es un desastre, no se hace”, afirma José Quintáns, quien atribuyó la medida a que el ejecutivo local de Vilagarcía, “tiene mayoría absoluta”. Jacobo Campos declara a su vez que, “esto me parece una aberración”, y cree que es una medida innecesaria. “Vilagarcía tiene dos circunvalaciones, sobran calles por las que pasar el tráfico”.

Arturo Prado califica la medida de “locura”. “¿Cómo controlas que un niño no te vaya de repente para la carretera? Como venga un coche un poco rápido y en ese momento se le ponga delante un niño por un despiste...”, advierte este vendedor. Francisco Vidal, por su parte, menciona un temor compartido con otros compañeros, como sería el paso de un conductor desaprensivo que circulase a demasiada velocidad o incluso con la intención de hacer daño adrede. “Cuando fueron los atentados de Las Ramblas se pusieron maceteros para que no pasasen los coches, y ahora eso ya se olvidó”. “En todas partes están quitando el tráfico de los lugares concurridos, y aquí lo meten por el mercado”, se queja.

Además, Francisco Vidal advierte de que los buses son tan anchos que circulan invadiendo el carril contrario, y teme que cuando se crucen con otro automóvil tengan que aproximarse demasiado a su margen derecho y acaben golpeando con el espejo a un viandante en la acera o a un vendedor en sus puestos. De hecho, ayer, debido a un error de comunicación, un ambulante incluso montó una pequeña parte de su puesto sobre la calle.

Las relaciones entre los ambulantes y el Concello de Vilagarcía han empeorado en los últimos meses

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Otra vendedora, de iniciales M.M.A., señala a su vez que, “esto es un desastre”, y vaticina que, “el día que haya una desgracia se darán cuenta del error que están cometiendo”. “La gente cruza por donde le da la gana, hay un peligro evidente”. Un riesgo, añade, que es todavía mayor con camiones o autobuses.

Entre los clientes, la oposición a la medida es algo más tibia, hasta el extremo de que una pareja de Rianxo incluso la defiende argumentando que el paso de coches beneficia al comercio local. De todos modos, también entre los usuarios la sensación generalizada es la de que puede resultar peligroso. “Yo esto no lo veo normal. Tengo la costumbre de venir al mercado y de que no estar pendiente de los coches”, aduce una mujer que conversa con otra junto a la pequeña cafetería de la esquina norte de la plaza de abastos. “A mí tampoco me parece normal porque es fácil despistarte o que se escape un niño”, afirma su compañera.

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