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Expolios y leyendas, las claves del megalitismo en Lobeira

Medio centenar de personas participan en la visita impulsada por los comuneros a las mámoas y el círculo lítico

Medio centenar de personas participaron en la ruta sobre megalitismo en el Monte Lobeira INAKI ABELLA DIEGUEZ

Atalaya natural para contemplar la ría de Arousa, el Monte Lobeira, en la parroquia vilanovesa de András, viene siendo utilizado desde hace unos 6.000 años. Así lo demuestran las tres mámoas existentes en el paraje conocido como Chan das Rozas, tres mámoas que, aunque conocidas desde hace mucho tiempo, se encuentran catalogadas desde 1991. Junto con el círculo lítico, las tres han sido protegidas y puestas en valor por los comuneros, a través de la empresa Anta da Moura, cuyo responsable, Juan Castro, ejerció como guía ayer de medio centenar de personas, arrojando un poco de luz a la riqueza megalítica que posee el monte y dando a conocer todas las teorías que existen sobre su origen .

El viaje al pasado que plantearon los comuneros se inició en las inmediaciones de los dos túmulos más importantes, donde primero se explicaron los trabajos de limpieza y puesta en valor del entorno para protegerlo del paso de quads o maquinaria pesada. Después tocó adentrarse en las diversas teorías sobre los túmulos, elementos funerarios que se convirtieron en la primera arquitectura monumental. Además de su significado como lugar donde enterrar y venerar a los antepasados, también se cree que podían ser lugares que delimitasen territorios, al estar situados en lugares de paso. De hecho, entra las mámoas consta que llegó a existir un antiguo camino y, sobre todo, la intención es que fuesen visibles desde puntos alejados.

Un momento de las explicaciones a los pies del círculo lítico ayer en Lobeira Iñaki Abella

Las dos mámoas de la zona inferior de Chan das Rozas tienen un diámetro de 20 y 17 metros respectivamente, y una elevación de un metro aproximadamente. Al igual que otros monumentos similares de otros puntos están elaborados con tierra cribada y están delimitados por un perímetro de piedras. Además, cuentan con una coraza de pequeñas piedras. En el interior, se supone que son de corredor ya que no han sido estudiados más allá de pequeñas catas.

Lo que si está claro es que las dos fueron expoliadas en su día. Lo demuestra un hundimiento en el enterramiento y la presencia de algunas de las piedras que deberían cerrar el túmulo en el interior. Dos son los motivos más frecuentes de este estropicio. El más común es la búsqueda del oro de los Mouros. Influenciados por las leyendas en torno a estas mámoas, muchos vecinos se lanzaron a buscar un oro que nunca existía, ya que la mayor parte de estas construcciones son anteriores al dominio del metal. En ello también contribuyó el permiso que dio Felipe III para hacerlo, lo que significó un importante expolio de los mismos. Otro motivo era la necesidad de piedra para edificaciones, y en las mámoas las había ya trabajadas.

La tercera de las mámoas es la que peor se conserva. De hecho, se llegó a pensar que había desaparecido. Mucho más pequeña que las anteriores, de tan solo 10 metros de diámetro y 40 centímetros de elevación, ha sido sumamente alterada no solo por los expolios habituales, sino también a causa de trabajos forestales. Las tres mámoas eran conocidas también por los vecinos de András, donde todavía se conserva alguna leyenda sobre ellas.

Un círculo lítico o un sitio donde guarecer el ganado

Junto a las dos mámoas de Chan das Rozas se encuentra la base de una antigua construcción circular que, en un primer momento, y por la proximidad con las mámoas, se pensó que podría ser un círculo lítico y tener algún significado de culto. Sin embargo, los análisis realizados por el CSIC en 2008 y, sobre todo, las características similares que guarda con el círculo lítico de A Mourela, excavado a causa de la construcción de una carretera, descartan ese vínculo. Todo apunta a que el círculo sería de origen medieval, es decir, construido unos 5.000 años después de las mámoas y con el fin de guarecer a algún tipo de ganado. Dejaría de ser usado en la Época Moderna. En otras construcciones similares se han encontrado pequeñas edificaciones adyacentes donde el pastor se guarecía, algo que, por el momento, no ha pasado en este caso. Que a pesar de haber sido construido muchos siglos después que las mámoas pueda tener algún vínculo con ellas es algo que se desconoce. Castro apuntaba ayer a que lo más probable es que aprovechasen una zona plana de la ladera desde la que se podría observar gran parte del monte. En András, recordó uno de los vecinos que participó en la visita, existe la leyenda de que los “mouros” utilizaban este espacio para “mallar” el trigo. Esa opción fue recogida por los arqueólogos del CSIC durante el estudio del círculo lítico, pero estaría prácticamente descartada ya que las “eiras”, incluso las comunales, acostumbraban a situarse en las inmediaciones de las aldeas y no alejadas de ellas. Otra de las referencias realizadas durante el recorrido fue el nombre de la zona donde se localizan las mámoas y el círculo lítico, Chan das Rozas. Ese nombre alude a la forma de aprovechamiento del monte que se llevó a cabo en Galicia durante miles de años y que, probablemente, también era utilizada en Lobeira para mejorar la productividad de las zonas. El viaje al pasado por Lobeira finalizó en el Faro das Lúas, una estructura construida en los años 50 del pasado siglo para convertirse en la base de un sagrado corazón. Aquel proyecto se quedó en nada, pero los comuneros de András, en su afán por valorizar el monte, contactaron con el escultor Manolo Chazo para que elaborase la pieza artística que corona el mirador.


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