Establecer la relación entre una salazón de origen romana y una iglesia tardorromana es el principal objetivo que los investigadores de las tres universidades gallegas buscan desde hace dos semanas en Adro Vello (San Vicente de O Grove); un trabajo que sostendrá la declaración BIC (Bien de Interés Cultural) promovido por la Consellería de Cultura que financia los trabajos de campo.
La tarea ha comenzado a deparar muchas sorpresas de interés en el complejo puzle histórico que quieren descifrar, dificultado por el enorme período de ocupación de este espacio, desde la época romana en la que se data la fábrica de salazón al siglo XVIII cuando se traslada la iglesia de San Vicente a su actual ubicación.
Por ello, intentar abarcar el conjunto va a requerir no solo dedicación, tiempo y dinero, sino también mucha suerte en el empeño de los arqueólogos a la hora de casar piezas encontradas en las distintas fases de excavación y cabe recordar que fue el profesor Carro Otero en los años ochenta quien levantó la primera liebre sobre la importancia de este complejo espacio histórico que continúa desvelando secretos cada vez que se mueve una de sus piedras.
La última sorpresa acaba de saltar, después del proceso de limpieza y descubrimiento de “testigos” de anteriores excavaciones.
La restauradora Marta Lago confirmó ayer el hallazgo de restos de “pintura mural romana” que dan las primeras pistas sobre la posible existencia de un asentamiento habitacional o “domus”, de aproximadamente el siglo I de la actual Era.
“De momento hemos encontrado algunos fragmentos revueltos y al principio creíamos que podrían pertenecer a la iglesia pero que, dada la disposición, se corresponden más con la obra de fábrica de lo que entonces sería una casa con sus paredes decoradas y, por tanto, formar parte de una villa”, todavía por descubrir.
Cabe señalar que la zona excavada hasta ahora apenas supone una mínima parte de lo que pudo suponer en su día este núcleo situado al lado mismo de la espectacular playa de O Carreiro.
Por tanto, si la hipótesis de la “domus” romana se afianza, descubrir la existencia de una “civitas” de entonces requerirá iniciar un complejo proceso que implique la expropiación de la carretera provincial que discurre sobre el propio yacimiento y el de una vivienda particular que también estaría cimentada sobre este interesante espacio arqueológico.
Sin ser ese el primer objetivo de los investigadores en esta fase de trabajo, el propósito es ponerlo en valor tras hacer un minucioso estudio de cada una de las piedras que han dejado de estar semienterradas en el lugar durante más de cuarenta años, salvo paréntesis muy relevantes como los estudios respaldados por el CSIC y la Universidad de León respecto de la fábrica de salazón existente.
Esta “salgadoira” es sin duda una de las infraestructuras claves en Adro Vello, en particular por su origen romano, con una construcción muy sólida realizada con sillares de granito, y que se conserva en un magnífico estado.
Su localización implicó un estudio muy pormenorizado y multidisciplinar que contó con la intervención de expertos en taxonomía de la Universidad leonesa, cuyos estudios sobre unos restos fósiles localizados en el interior permitieron determinar que en dicha fábrica se procesaban sobre todo sardina y “chincho” (jurel).
Pero queda por determinar el vínculo de esta infraestructura con el resto del complejo, es decir, saber por qué en el entorno de una fábrica de salazón aparece una necrópolis con diez niveles de ocupación y una iglesia tardorromana o paleocristiana que estuvo en pie hasta bien entrado el siglo XVIII cuando se trasladó a su actual ubicación.
Las ruinas del citado templo se encuentran en el centro del yacimiento, donde todavía es perfectamente visible la cabecera de la antigua iglesia de San Vicente. La directora de conservación-restauración Marta Lago subraya que en dicha cabecera ”se aprecia el suelo del ábside construido con ladrillos romanos reaprovechados y dos bases de columnas”, de la misma época.
Y en los aledaños una necrópolis con diez niveles de enterramientos, pues hay constancia de restos correspondientes a diferentes épocas, las más recientes tres esqueletos con más de 300 años de antigüedad
De ahí que hilvanar todos estos períodos históricos resulte especialmente complicado pues se trata de hacer un estudio que abarca más de 1.500 años, lo que exigirá sucesivas campañas de investigación y también las últimas tecnologías que ayuden a comprender el significado de los materiales, muchos de ellos, literalmente revueltos en el solar en el que se lleva a cabo este minucioso trabajo.
La actual campaña, que finaliza el próximo día 5 de agosto, tendrá varios objetivos principales, aunque el básico, en estos momentos, es que sea visitable y comprensible para quienes estén interesados en conocer alguna de sus claves.
Visitar el yacimiento
De hecho, ya este viernes habrá visitas guiadas con explicaciones de los investigadores a los grupos de alrededor de diez personas que tendrán el privilegio de recorrer el yacimiento.
A ellos se les contará también que durante esta campaña han realizado una diagnosis de las distintas estructuras, de las patologías que puedan sufrir las piedras y el estado de los muros y tumbas que forman parte de este singular espacio arqueológico.
Su excepcionalidad obligó a emplear las tecnologías más modernas, entre ellas cámaras en tres dimensiones (3D), técnicas fotogramáticas e incluso láser, sin descartar el empleo del carbono 14 para determinar la antigüedad de cada una de las piezas encontradas en las sucesivas catas.
Una vez hecho eso, quedaría el trabajo más laborioso, pues los expertos tendrán que saber encajar en su etapa los misterios que arroje cada espacio, pues en estos momentos es una amalgama de piedras, muchas de las cuales fueron reutilizadas para otras estructuras dependiendo de la etapa de ocupación. Como ejemplo puede citarse el hallazgo de unos capiteles que en un primer momento pudieron formar parte de la estructura de la iglesia y luego fueron empleados como base de otra edificación diferente.
Un trabajo nada fácil que va a requerir mucha buena voluntad de las administraciones. Poner en valor Adro Vello va a ser un “plus” para la paradisíaca península de O Grove.
Cuentas de azabache o pasta vítrea, junto a los esqueletos de un bebé y una madre embarazada
Sorprendió a los investigadores la aparición de una enorme cantidad de cuentas de collar durante las tres semanas que llevan de trabajo en Adro Vello (San Vicente de O Grove), un llamativo hallazgo que a la vez pone los pelos de punta pues todo parece indicar que se trata del rico ajuar de una madre muerta a muy temprana edad. “Se encontraron muchísimas piezas al lado de un esqueleto femenino que, además, suponemos que correspondía con una mujer joven, de unos 14 años, y que estaba embarazada porque aparecieron unos restos de lo que podría ser un feto”, explica una de las investigadoras que participan en los trabajos de puesta en valor del yacimiento grovense. Todo parece indicar que las bolitas encontradas durante la exploración de Adro Vello son de azabache o de pasta vítrea, aunque se realizará un estudio en profundidad sobre los mismos, si bien en principio son relativamente recientes pues el enterramiento es del siglo XVIII. Los expertos consideran “curioso” este hallazgo, en tanto que el objeto tendría una importancia muy relativa.
Y es relativa en el sentido de que el material empleado para la fabricación de estas piezas de orfebrería podrían corresponderse a los estilos gallegos de la época. Además de la localización de esta tumba, esta semana también se produjo otro descubrimiento que no dejó indiferente a ninguno de los miembros del equipo de investigación que trabaja en el yacimiento de Adro Vello, pues sobre un muro se encontraba una tumba infantil, que podría datarse en el siglo XVII. Sobre esta pared de piedra se encuentra un esqueleto que parece corresponderse con un bebé de aproximadamente un año de edad, cuyas circunstancias de la muerte también deberán ser estudiadas para ponerlas en el contexto. Cabe recordar que en Adro Vello también se localizó hace algunos años una moneda que reveló la importancia jacobea de la localidad, en la ruta marítima. La citada moneda, conocida como de la Traslatio, tiene un enorme significado religioso pues en una de sus caras está grabada una de las leyendas más extendidas sobre el último viaje del cuerpo del Apóstol Santiago por la ría de Arousa para realizar el remonte del Ulla hasta llegar al pedrón en el que se amarró la barca de piedra entre Padrón y Pontecesures. Una leyenda que se sumará a las muchas por descubrir en uno de los recintos históricos más importantes de O Salnés, que pronto tendrá la protección integral que le corresponde con el título de Bien de Interés Cultural (BIC).