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Media tonelada de sardinas para disfrutar de las fiestas de San Cristóbal en Dena

El empresario Carabel volvió a hacer frente a la cita campestre en honor a su patrón

Siete parrillas fueron necesarias para asar las sardinas de San Cristóbal INAKI ABELLA DIEGUEZ

A primera hora de la mañana, eran muchos los vecinos que se afanaban en montar su pérgola, cenador o toldo para garantizar una sombra allí donde la de los árboles no llegaba, para poder disfrutar luego de un almuerzo campestre a salvo del sol que caería a plomo.

A media mañana comenzaban los preparativos de la organización. Al filo de la doce, sobre un escenario cubierto, oficiaba la misa al aire libre el cura párroco Aurelio Ares. Una celebración que estuvo cantada por el coro Santa Eulalia de Dena que, junto con los fieles, seguía el oficio en la carpa. A la par, en una finca aledaña, bajo un sol que ya empezaba a ser de justicia, la familia cambadesa Millán -con el patriarca Nito al frente de sus cinco hijos- añadían aún más calor a la jornada encendiendo el carbón para preparar la brasa.

Imagen de San Cristóbal durante la procesión. Iñaki Abella

Tras la misa, arrancaba la caravana de turismos, camiones y motocicletas haciendo sonar los cláxones, portando al santo en un camión acicalado para la ocasión. Una caravana que durante muchos años ha sido -y en parte sigue siendo- todo un evento social que congrega a mucho público en los cruces, y que hacen asomar a los vecinos a las puertas de cada vivienda para ver pasar la procesión motorizada. Una comitiva que, cierto, en lo referido a la confección de carrozas y engalanado de vehículos ha perdido debido a las medidas de seguridad que se han venido imponiendo con los años por la normativa de Tráfico.

Mientras, en Os Pasales comenzaba el asado de las sardinas sobre siete grandes parrillas dobles, para favorecer el volteo. “La sardina -explicaba Nito Millán- está en el mejor momento del año”. “Quizá la que viene aquí -agregaba mientras se aplicaba a su labor- es más grande de la que a mí me gusta, pero llega bien de grasa y eso es lo que la hace más apetecible”. Tocaba asar la friolera de media tonelada de sardinas, y luego turno para los 350 kilos de chorizo. A ello se unía, bajo una carpa, la labor de trocear 450 kilos de pan de bollo, y para regar el menú lucían ya dos medias pipas de tinto país Barrantes (toneles que sumaban los 500 litros). Una vertiente la gastronómica que, más que en ningún otro año, se llevaba la mayor parte del presupuesto de la fiesta para hacer frente a la subida generalizada de precios, teniendo que elevar la comisión su partida a unos 6.000 euros en comida.

Los vecinos de Dena disfrutaron de la jornada festiva. | // IÑAKI ABELLA

Eso sí, nada más partir la caravana, en Os Pasales muchos se aprestaron a hacer cola para reservarse las primeras raciones de sardina asada, y en torno a un centenar de personas que acabaron conformando la hilera. Y eso que una orden de la organización se imponía como cada año: no se repartirá ni una sola ración de comida antes del regreso de la caravana, lo que supondría en torno a una hora y media de espera. Mientras, la caravana completaba el recorrido en cola, a ritmo lento por los barrios de Dena, subía a Meaño y regresaba a Os Pasales por Xil y la PO 550. Algo que supuso colas en este último vial para los que optaba por esta para dirigirse a las playas en la calurosa y soleada tarde.

San Cristóbal de Cambados, una exhibición automovilística

La charanga Noroeste amenizaba la jornada y, a última hora de tarde, verbena ofrecida por la discoteca móvil “Doce vita” y el dúo “Prisma”, para compensar así con el baile el exceso calórico de la jornada. Fue el momento que también se aprovechó para el fallo y la entrega de premios para los vehículos mejor engalanados: 200 euros más el San Cristóbal de oro para el primero, 100 euros y trofeo el segundo y 50 euros más trofeo el tercero. Por lo demás la música y el baile estaban llamados a mantenerse hasta el filo de la media noche. La localidad de Cambados acoge hoy la gran fiesta de los transportistas. En este caso es la empresa de Núñez Barros la que sostiene la tradición


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