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La improvisación de Comesaña

¡Viva la improvisación! La verdad es que las ocurrencias de Sanidade nunca dejan de sorprender al respetable usuario y muy pocas veces para bien. Mejor no preguntar en el Hospital do Salnés, sucursal pobre del área sanitaria, que se ha transformado de un día para otro en el trastero de pacientes que no caben en Montecelo ni en el Provincial, ni tampoco en el Quirón, el sanatorio privado al que se derivaban antes los problemas de la falta de camas.

Sanidade vuelve a romper la baraja, aunque la estrategia de mantener por vez primera abierta la tercera planta en verano era para sospechar algo parecido a lo que ya se ha materializado al acoger a los infecciosos norteños, incluso los que llegan de Cotobade y Cerdedo que no encuentran cama en Mourente ni en la céntrica Joaquín Costa.

Y esa sórdida decisión de Ramón Gómez, el gerente que parece haber hablado con Hitchcock, vuelve a provocar la indignación de profesionales y usuarios.

Se trata de otro cameo que únicamente demuestra que el Hospital de O Salnés es un simple apéndice de Pontevedra, en vez de un centro exclusivo y por tanto con todos los servicios para los pacientes de la comarca de Arousa.

Craso error que hay que borrar cuando antes del magín porque en el Sergas, ese departamento que actúa de filtro de la consellería de Comesaña, los pacientes de Vilagarcía, Vilanova, Meis, Cambados, Ribadumia y Catoira, le importan un bledo.

Se vio con muchas medidas a lo largo de los años. Puede empezarse, primero, con el traslado de la única ambulancia medicalizada a Sanxenxo otro verano más para atender a los turistas indispuestos, cuando lo razonable es que el equipo asignado fuera el de Pontevedra que es la que tiene las competencias sanitarias de dicha localidad.

Y antes con una ampliación del Hospital en la que se gastaron unos 20 millones de euros pero que carece de servicios tan básicos como la Unidad de Cuidados Intensivos, esa que suele necesitarse cuando en los quirófanos se atienden casos importantes, esos de vida o muerte.

Nadie se olvida tampoco de la discriminación a la que se ven sometidos los pacientes renales que peregrinan tres veces a la semana a Pontevedra porque los 20.000 euros de los equipos deben resultar un exceso de gasto a la Sanidad pública. Eso sí, pueden presumir de un Hospital de Día, es decir un espacio diáfano, con un conjunto de sillones más o menos cómodos para que enfermos oncológicos o que requieren sueroterapia pasen tres horas mirando el gotero o jugando al Candy Cruhs.

Hablar de cardiología, neurología, análisis clínicos, farmacia... Eso es harina de otro costal. Un día lo habrá y otro no.

De la resonancia mejor casi ni mentarla pues el Sergas dispone de una autocaravana que cada equis tiempo desplaza por Galicia y tendría que ser suficiente para ver las entrañas de quien lo necesite, incluso después de la autopsia.

Y todo ello con el calendario de vacaciones perfectamente diseñado, de modo que la plantilla se reduce estos meses a la mitad mientras el número de pacientes dobla.

A lo mejor se hace el milagro y aparece la rima de esta elegía.

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