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Los grandes grupos bodegueros españoles afianzan su apuesta por Rías Baixas

El consejo regulador ya ha verificado un 15% más de vino que en 2021, lo que significa que las ventas marchan a un gran ritmo

Recreación digital de la futura bodega de Vega Sicilia en Crecente EURORREXION

Las ventas de los vinos de la denominación de origen Rías Baixas siguen creciendo, hasta el extremo de que el consejo regulador había verificado hasta el 31 de mayo pasado casi un 15 por ciento más de litros que en el mismo periodo del año anterior. Además, crece en exportaciones, puesto que en 2021 aumentaron un 17 por ciento el volumen de vino vendido en el extranjero, y facturaron un 27,4 por ciento más, lo que significa que las bodegas vendieron el vino más caro, pese a la crisis del COVID.

Estos dos datos podrían ayudar a entender por qué cada pocos meses Rías Baixas da la bienvenida a un nuevo gigante del sector. Pero hay más razones para explicar el creciente proceso de globalización en el que está inmersa la denominación de origen. Por ejemplo, los más de 250 galardones que sus caldos obtuvieron durante 2021 en concursos nacionales e internacionales, o las cada vez más frecuentes apariciones en puestos estelares de la Guía Peñín o The Wine Advocate, dos de las biblias del sector.

El secretario general y el presidente de Rías Baixas, Ramón Huidobro y Juan Gil, respectivamente. XOAN ALVAREZ

El grupo vitivinícola catalán Torres hizo pública esta semana la compra de la bodega Valdamor, de Meaño. Los Torres ya llevan una década en la denominación de origen Rías Baixas, pero con esta nueva operación sellan su relación con el albariño: con una inversión total de siete millones de euros desde 2012, los Torres elaborarán el vino en sus propias instalaciones, dispondrán en unos años de unas 20 hectáreas de viñedo en producción y prevén llegar a acuerdos de compra de uva con docenas de viticultores de albariño.

El de Torres es uno de los cinco grandes grupos bodegueros de España y uno de los más antiguos (fundaron su primera bodega en el Penedés en 1870), y su apuesta por quedarse en Rías Baixas no hace más que demostrar que el albariño es cada vez más atractivo para los gigantes del sector.

Incluso hay una empresa con inversores chinos produciendo albariño en Ribadumia

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En febrero, un mito del mundo del vino como es Vega Sicilia anunciaba la puesta en marcha de una bodega en Crecente, en las proximidades del río Miño, que se llamará Deiva. Harán Rías Baixas con la uva obtenida en sus 24 hectáreas de viñedos, algunas de las cuales se encuentran en O Salnés.

Durante la vendimia de 2021, Bodegas Familia Chávarri adquirió la antigua Castrocelta, de Ribadumia. Los Chávarri ya hacían albariño desde hacía dos décadas, pero también entendieron que era momento de dar un paso al frente y de vinificar en sus propias instalaciones.

Grupo Torres, Vega Sicilia o Familia Chávarri son solo la punta de lanza de la presencia de grupos foráneos en la denominación de origen pontevedresa. Y es que actualmente hay casi una veintena de grupos inversores de fuera de Galicia produciendo Rías Baixas.

Exterior de la bodega Valdamor Exterior de la bodega Valdamor.

Es el caso de González Byass, una saga que arranca en Jerez en 1835 y que embotella marcas muy conocidas por el gran público, como “Tío Pepe” o “Soberano”, y que adquirió en su momento Pazos de Lusco, que pertenece a O Condado. Mar de Frades, de Meis, forma parte de Zamora Company, propietaria de marcas como “Ramón Bilbao”, “Licor 43” o “Gressy”.

No hace mucho, incluso se asentó en la comarca un grupo con inversores chinos, “Premium Fincas”, que adquirió la bodega Chan de Rosas, en Ribadumia.

¿Por qué está tan bien vista la denominación de origen Rías Baixas entre los inversores? Esto se debe a múltiples factores. Uno de ellos es la buena evolución de las ventas. El consejo regulador verificó hasta el 31 de mayo casi 20 millones de litros de vino, lo que significa un 64,4 por ciento de la cosecha total de la pasada vendimia de 2021, y un 14,6 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado. Esto supone que, dado que faltan por computar las ventas de la campaña de verano, que suelen ser elevadas, haya a día de hoy bodegueros que temen quedarse sin vino antes de que pueda empezar a comercializarse el que se obtenga en la vendimia de este año. La existencia de muchas bodegas pequeñas, de gestión familiar, que por unas u otras razones no sobrevivieron a la crisis de 2008 y globalización, ha propiciado también la llegada al mercado de viñedos y edificaciones prácticamente listos para trabajar.

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