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Muiño de Ferreiro, un lugar que conquista vista y paladares

Dos jóvenes empresarios se embarcan en uno de los proyectos de hostelería más novedosos para el verano

Instalaciones restaurada del Muiño de Ferreiro en Meaño. | // IÑAKI ABELLA

La hostelería siempre asoma como esa alternativa empresarial con la que se atreven los jóvenes. Cuando otras puertas se cierran, se abren las de este mundillo cada verano. Una oportunidad sobre la que, si es propicia, pueden echar a planear su futuro. Y en ese vuelo se han embarcado dos jóvenes meañeses, Quique Vilar (Simes) y Álex Pintos (Xil) y con 29 y 23 años respectivamente, que asumieron la concesión del “Muiño de Ferreiro” otorgada por el Concello que es el propietario del local. Sin duda, una oferta muy atractiva especialmente por el paraje.

Los dos meañeses se hicieron con la concesión de esta tasca típica enclavada en plena ruta del río Chanca, por ser la mejor oferta con 7.168 euros. Aún siendo jóvenes, llegan con la experiencia de años a cuestas en el sector: Quique, con 12 años de ejercicio, en su mayoría curtidos en la hostelería de Sanxenxo; y Álex con 8 años en un furancho de Xil, donde los dos coincidieron trabajando al alimón en las dos últimas temporadas.

“Embarcarnos en esta empresa -explica Álex Pintos- surgió de una amistad que teníamos de antes, sabíamos de esta taberna que conocíamos bien”. “Esta tasca -indica Quique Vilar- estaba llamada a salir a concurso el año pasado, ya la teníamos en vista entonces, pero por unas cosas y otras, el Concello lo aplazó para este”.

El local se ha convertido en una de las referencias de la hostelería meañesa por el bucólico paraje en que se enclava, a orillas del Chanca a su paso por Lores y su pequeña playa fluvial con área recreativa. Responde en origen a una vivienda-molino de maquía, situado en el enclave conocido en Lores como “O Catadoiro”. Su construcción está documentada a finales del siglo XIX, de la mano de Manuel Fernández. Dejó de ser molino de maquía en los años 60, y a inicios de los 70 cesó en su labor de moler grano.

El molino acabó siendo adquirido por el Concello de Meaño en los años 90 para, tras restaurarlo, reconvertido en la tasca que es hoy. El Concello recurre a la concesión privada para su puesta en marcha. Por ella han pasado concesiones a cuatro hosteleros distintos a lo largo de las dos décadas que lleva abierto. “Asumir su dirección -explica Quique Vilar supone una responsabilidad añadida, no cabe solo limitarse a la vertiente gastronómica, sino también aplicarse a la faceta turística de la senda, lo que tenemos en manos es una bandera de la imagen de Meaño en el exterior son muchos turistas los que nos visitan por locales como este, y a nosotros nos cabe estar a la altura”.

“Desembarcar no ha sido tan fácil -apunta Álex Pintos- la terraza solo la recibimos con la pérgola y tuvimos que comprar el resto, lo mismo en cocina que equipamos prácticamente de cero”. Lo que sí se mantiene intacto es el local en sí, mismo con las piedra originales de la muelas del molino que hacen las veces de mesas, con el encanto añadido que supone para el visitante sentarse a su vera.

“El handicap -explica Quique Vilar- es lo poco señalizado que está porque a esta taberna solo se debe llegar caminando unos 100 metros por la senda fluvial, no cabe otra opción, y en ello nos estamos afanando en las redes sociales, un mundillo donde este local era poco visible”. “Su tirón -agrega- cayó un poco en el último año, pero estamos muy ilusionados en recuperar el terreno perdido, máxime cuando la acogida está siendo muy buena”. Para complementar su trabajo han tirado de dos cocineras, centradas en producto local y, en postres artesanos.

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