Fue un día de fiesta, pero también de reflexión. Una jornada para disfrutar de la compañía y de la música, pero también para recordar que la homofobia sigue existiendo. La cuarta Festa da Diversidade de Ribadumia, organizada por la asociación Gotas y el Ayuntamiento, reunió a cientos de personas durante toda la jornada y lanzó un mensaje a favor de la tolerancia y la igualdad. “Frente al odio, visibilidad, orgullo y resiliencia”, manifestó el alcalde, David Castro, para concluir el manifiesto.
Los colectivos LGBTIQ llevan años trabajando para sensibilizar a los ciudadanos de que, “los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, y que en consecuencia, “debemos trabajar por un mundo de absoluta tolerancia, libertad e igualdad”. Pero el odio hacia la “LGBTIfobia” sigue existiendo, y los promotores de la Festa da Diversidade consideran que, “es nuestra obligación frenar los discursos de odio”, y construir, “sociedades más inclusivas, que convivan en diversidad”, capaces de erradicar el odio y la discriminación.
El alcalde tuvo también palabras de recuerdo para Samuel Luiz, el joven asesinado hace un año en A Coruña, y recordó que son muchas las personas, “que día a día sufren agresiones tanto físicas como verbales en las calles de nuestro país”, debido a su identidad o su orientación sexual.
La lectura del manifiesto fue el acto central de la programación de la mañana, que había arrancado con el pasacalles de los alumnos de la Escola de Música, que interpretaron himnos LGBTIQ. Posteriormente, Rosalía Portos recibió el premio que le correspondía por haber ganado el concurso de diseño del cartel de la fiesta, una colorista composición en la que la bandera LGBTIQ emerge del centro de un corazón.
A continuación, los asistentes se concentraron en la Praza do Concello, donde tuvieron lugar los conciertos y donde se sirvió el “Xantar da Diversidade”, con la asistencia de 130 personas, algunas de ellas llegadas de A Coruña o Lalín. Entre los comensales se encontraba Trini Falcés, activista transexual coruñesa de 90 años que estuvo encarcelada varios años durante el franquismo por su identidad sexual. La drag Muna Duval, llegada también de la capital herculina, hizo de madrina del Mamarrashow, una “sesión petarda” con música y humor que se prolongó desde media tarde hasta el anochecer.
Todos los artistas accedían al escenario a través de un armario. Era su manera de naturalizar la situación y de hacer frente al odio con orgullo y visibilidad.
