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El Cacto se refuerza como museo

El centro de interpretación catoirense no deja de ganar protagonismo

El alcalde de Catoira, junto a uno de los paneles. | // FDV

Ya se explicó en otras ocasiones que el Centro de Activación Cultural Torres de Oeste (Cacto) es una auténtica joya para el Concello de Catoira –donde se asienta– y toda Galicia. Ahora puede añadirse que este museo no deja de reforzarse y ganar protagonismo, sobre todo desde dispone de una monitora encargada de guiar las visitas.

Fue posible gracias al alcalde, Alberto García, que ahora presume de la ampliación del Cacto para dar mayor visibilidad a la etapa visigoda y a lo que representó el arzobispo Diego Gelmírez.

De ahí, por ejemplo, la introducción de un panel informativo sobre la época visigoda y de la réplica de una moneda acuñada en Catoira, así como de otro panel centrado en el “signo rodado” que utilizaba Gelmírez para autenticar sus documentos.

Recuerda el regidor que a finales del siglo VI los visigodos expulsaron a los suevos y convirtieron Galicia en una provincia goda, existiendo indicios de la presencia de una ceca en la que se pudo acuñar la moneda.

La visita de un grupo de niños de un colegio coruñés al Cacto, acompañados de la monitora del mismo, Ana González. FdV

A la espera de que se ejecute, este mismo año, el proyecto presentado por el Concello y la Xunta para transformar definitivamente el entorno de las Torres de Oeste, gracias a una inversión de 300.000 euros con cargo a los fondos del Xacobeo Next Generation, bueno es resumir ahora lo mucho que el visitante puede encontrarse aquí.

Los horarios, de martes a domingo

La exposición permanente que es el Cacto, situado en la puerta de acceso principal al recinto de las Torres de Oeste, funciona hasta el 30 de septiembre, con Ana González como monitora, en horario de 11.30 a 13.30 y de 16.30 a 20.00 horas, de martes a sábado.

También abre sus puertas los domingos, aunque en este caso solo está operativo en horario matinal.

ESTAS SON ALGUNAS DE LAS CLAVES DEL PROYECTO CACTO:

Torres de Oeste.

De orígenes castreños, que era la cultura propia antes de la conquista romana, las “Turris Augusti” o “Castellum Honesti” se levantaron con fines defensivos en un punto estratégico en la desembocadura del río Ulla.

La situación natural del islote en el que se ubicaron fue aprovechada desde la prehistoria, como lo demuestra el establecimiento allí de un castro prerromano, al que sucedió un pequeño puerto que en la Alta Edad Media fue fortificado, para salvaguardar la entrada hacia Iria Flavia y la ciudad de Santiago.

El alcalde, Alberto García; el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda; y el líder del PP catoirense, Iván Caamaño, se dirigen a la capilla de Santiago, a los pies de una de las Torres. El proyecto Next Generation incluye la instalación de una pasarela. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Los reyes y la Mitra de Santiago aprovecharon aquella ubicación durante la Edad Media para construir una fortaleza desde la que frenar a vikingos y musulmanes, además de controlar el paso de barcos comerciales por el Ulla, con fines recaudatorios.

Un poder que aquel fortín perdió a manos de los “irmandiños”, para ser finalmente desarmado en tiempos de los Reyes Católicos.

El conjunto militar fue desmantelado, aprovechándose, piedra a piedra, para construir viviendas, alpendres y caminos. Hasta que en el siglo XX fue reconocido el valor histórico de lo poco que sigue en pie.

Según los entendidos en la materia, la arquitectura de las dos Torres de Oeste que aún resisten es “un exponente del sistema constructivo característico del arte prerrománico asturiano de la época de Alfonso III”.

Las murallas y torres levantadas en tiempos de Alfonso V, a principios del siglo XI, y por Gelmírez, ya en el XII, “se construyeron en sillería de mejor calidad, por lo que sus materiales se reutilizaron en la Edad Moderna en otras obras cuando las Torres fueron deshabitadas”.

En resumen, que sobre los restos romanos de “Turris Augusti” se construyó en el siglo IX un conjunto defensivo reforzado en el XI por la Corona leonesa que fue ampliado en el XII por la Mitra Compostelana.

Plan Xacobeo Next Generation en las Torres de Oeste (Catoira)

Plan Xacobeo Next Generation en las Torres de Oeste (Catoira) Manuel Méndez

El obispo Diego Gelmírez “defendió, engrandeció y visitó durante toda su vida esta fortaleza episcopal, en la que pasó buena parte de su infancia con su familia y donde incluso pudo haber nacido”, relata el Concello de Catoira.

El interior del Cacto. Abella

Tal fue su pasión que “en contra de la opinión del rey Alfonso VI, que quería demoler las Torres por considerarlas un peligro en caso de que un posible enemigo las conquistase, Gelmírez las reforzó entre 1108 y 1122, armándolas de modo conveniente contra las naves musulmanas de al-Ándalus que cada año asolaban las costas gallegas”, añade el Cacto.

No solo eso, sino que Gelmírez mandó construir a los pies de las Torres una capilla con la que honrar a Santiago el Mayor.

La misma que hoy en día sigue en pie, que fue recientemente mejorada por el Concello y que se verá reforzada mediante una rampa de acceso con los fondos Next Generation.

Neolítico.

Para entender la historia de Catoira y la humanidad, hay que remontarse a la llamada revolución neolítica, cuando, hace unos diez mil años, las poblaciones prehistóricas del noroeste de la Península Ibérica cambiaron su modo de vida seminómada y empezaron a dedicarse a la agricultura y la ganadería.

En el Cacto explican que pronto se pondrían en práctica “actividades culturales ligadas a la espiritualidad y creencias de ultratumba que han llegado a nuestros días”.

Niños en uno de los paneles virtuales que cuentan la historia de Catoira. FdV

Cultura megalítica.

El megalitismo es una arquitectura monumental, “con cámaras funerarias compuestas por grandes piedras, que responde a un pensamiento religioso complejo, ligado al culto a los muertos y la creencia en la vida de ultratumba”.

Dicho lo cual, cabe destacar que en Catoira “existe un conjunto megalítico en el Monte das Mámoas, en el lugar de Balastrera, parroquia de Santa Baia de Oeste”, que también se promociona en el Cacto.

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Clase práctica de historia y arte en Catoira Manuel Méndez

Petroglifos.

Al igual que se divulgan los petroglifos que abundan en la localidad. Destacan, en Santa Baia, dos grupos formados por círculos concéntricos, cazoletas y círculos sencillos.

Los mismos motivos que pueden verse en la Finca Talleiriña, en la parroquia de San Miguel.

Un tercer grupo de petroglifos se sitúa en O Outeiro do Barral, también en la parroquia de San Miguel.

Hay una cuarta representación a tener en cuenta, la de Laxe das Tixolas, en Cores, parroquia de San Mamede de Abalo.

Ofrendas votivas.

Aquellos que visiten el Cacto podrán entender, de igual manera, por qué en el lecho del río Ulla, cerca de las Torres de Oeste, aparecieron una daga y un estoque datados entre los años 1500 y 1100, antes de Cristo, así como dos espadas de entre los años 1000 y 850 a. de C.

Objetos expuestos en el Cacto. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Son piezas custodiadas en el Museo de Pontevedra que tienen sus réplicas en el Cacto y se relacionan con “la sacralidad de las aguas, expresada mediante la ofrenda de armas de bronce”, que se consideraban piezas valiosas y se entregaban al río como exvoto.

Xacobeo.

Las Torres de Oeste no solo fueron puerta de entrada a Galicia para incursiones bélicas o expediciones comerciales. “En la plenitud medieval, época dorada del Camino de Santiago, los peregrinos podían llegar a la tumba apostólica por la vía marítimo-fluvial de Arousa y el Ulla”, explica el Concello de Catoira.

Catoira se encuentra en plena Ruta Xacobea. En la foto, la presentación del proyecto que reforzará las Torres con cargo a los fondos Next Generation. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Una peregrinación que se mantiene en la actualidad e incluso se refuerza cada año gracias a proyectos como la Ruta Xacobea Mar de Arousa e Ulla o el denominado Mar de Santiago, entre otras iniciativas.

Cultura castreña.

En el Cacto se detalla cómo en el espacio natural que ocupan las Torres de Oeste fueron localizados los restos de un castro, es decir, “un núcleo poblacional indígena de fuerte actividad metalúrgica” que habría estado activo entre los siglos V y IV antes de Cristo, “prolongándose hasta la conquista romana”.

Ocupación romana.

Al hilo de esto, el Cacto aclara que “la ocupación romana del enclave se produjo en el siglo I de la era cristiana, formándose un centro comercial al que pertenecen los restos de muros, ánforas, cerámicas y aras reutilizadas en la Edad Media como material de construcción”.

Además de edificarse tres de las torres del recinto, las más cercanas a tierra firme, hoy en día arruinadas.

Material divulgativo en el Cacto, incluidas réplicas de uno de los petroglifos de Catoria y del mosaico romano de Panxón. FdV

Es una arquitectura militar que, como se indicaba anteriormente, servía para defender el enclave portuario frente a posibles ataques y controlaba el Ulla “como entrada natural al interior del país, en una época en la que aún no existía la red de calzadas de la Gallaecia romana”.

Industria salazonera.

Los expertos consideran, y el Cacto así lo atestigua, que en esa época pudo haber funcionado en la zona una industria de salazón de pescados.

Lo cierto es que “las actividades económicas en esta costa del bajo Ulla están bien documentadas entre los siglos I y IV, con abundancia de monedas y restos cerámicos y metálicos aparecidos en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo, confirmando así el importante comercio marítimo establecido con áreas mediterráneas”.

Los diferentes elementos expositivos están al alcance de los niños en el Cacto. FdV

Comercio.

En relación con esto, el Cacto incide en que “el comercio marítimo en la época romana en la ría de Arousa y el río Ulla, que conectó el Mediterráneo con los asentamientos romanos de Turris Augusti, Pontecesures e Iria Flavia, se documenta con la aparición de monedas procedentes de cecas (fábricas de monedas) de Roma y el Mediterráneo oriental”.

Como también se pone de manifiesto por el hallazgo de “ánforas vinarias y fragmentos de cerámicas domésticas”.

Ni que decir tiene que “el comercio marítimo impulsó la exportación de minerales de Galicia y la importación de productos mediterráneos como el vino y el aceite”.

Los niños pueden tocar réplicas de los objetos encontrados. FDV

Excavaciones.

Procede resaltar que las excavaciones en el yacimiento de las Torres permitieron descubrir restos de platos y cuencos de cerámica originarios de Arezzo, una ciudad del este de la Toscana, en Italia.

Asimismo, “en el fondo del río se descubrió un ánfora vinaria que podría proceder de una nave de transporte que podría haber surcado estas aguas entre los siglos I y II, posiblemente dedicada a importar vino desde Andalucía con destino a Iria Flavia”.

Excavaciones arqueológicas realizadas hace más de una década en el entorno de las Torres de Oeste. Iñaki Abella

Otro de los objetos llamativos localizados en las Torres fue una lámpara de aceite romana hecha de barro cocido.

Los vikingos.

El Cacto alude a “los hombres del norte”, es decir, los nórdicos o escandinavos que “en las crónicas cristianas altomedievales de diversas partes de Europa aparecen referidos como normandos”, diciendo que “en su origen eran grupos violentos de daneses y noruegos dedicados a desvalijar poblaciones y monasterios en la Europa atlántica”.

Los "hombres del norte”, nórdicos o escandinavos aparecen referidos que en las crónicas cristianas altomedievales de diversas partes de Europa como normandos. Iñaki Abella

Sucede que “aprendieron el arte de navegar con la práctica de la pesca de altura, empleando barcos con tripulaciones de unos cincuenta hombres e impulsados por largos remos y grandes velas cuadradas”.

Ese dominio de la navegación y la tecnología naval, al igual que el empleo de espadas y hachas de doble filo, propiciaron las incursiones escandinavas en las islas británicas y la costa atlántica europea.

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Los fieros vikingos vuelven a la carga en Catoira Faro de Vigo

“Influyó también en esta expansión la superpoblación de Escandinavia, sumado a la mala explotación del territorio y un sistema feudal que concentraba la herencia familiar en manos del primogénito, de tal forma que los segundos de grandes familias con afán de botín y capacidad de liderazgo capitanearon estos barcos”, se aclara en el centro de interpretación.

Los “barcolargos”.

Conocidos ahora como drakkar, y con una importante representación en Catoira, tanto a escala real como en maqueta, los “barcolargos” o “drekar” fueron piezas esenciales en la cultura y la vida de los vikingos.

Eran fundamentales para los antiguos pobladores de Escandinavia, “un territorio difícil de transitar por tierra y quebrado en multitud de fiordos, ríos y lagos”.

Los “barcolargos” o “drekar” fueron piezas esenciales en la cultura y la vida de los vikingos. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Largas, estrechas, con una sola vela cuadrada y de hasta 30 metros de eslora. Así eran aquellas naves de escaso calado y, por tanto, máxima maniobrabilidad, como se aprecia cada primer domingo de agosto con motivo de la dramatización del desembarco vikingo a los pies de las Torres de Oeste.

Las excavaciones dejaron al descubierto numerosas joyas. Iñaki Abella

Destacaba la simetría entre proa y popa, de tal modo que podían cambiar de dirección simplemente remando en sentido inverso.

“Esta posibilidad de navegar hacia adelante o hacia atrás –explica el Cacto–, resultaba de gran utilidad tanto en las aguas del Ártico, para sortear los icebergs, como en los serpenteantes ríos de Europa”, tales como el Ulla.

La maqueta de un drakkar expuesta en el Cacto. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Por si no fueran suficientes ventajas, cabe destacar que la ligereza de las naves nórdicas “permitía a los vikingos llevarlas a hombros o arrastrarlas atadas a cuerdas en los tramos no navegables que debían sortear, tales como cascadas, rápidos o el espacio de tierra que podían encontrarse entre dos cursos de agua”.

Fue esto, unido al escaso calado de los “langskip”, lo que “permitió a los normandos adentrarse en el continente europeo”.

Las incursiones.

Así las cosas, “entre los años 850 y 1050, grupos de vikingos con gran preparación náutica realizaban expediciones a bordo de sus drakkar en busca de botín o por intereses políticos, buscando conquistas territoriales.

Cuenta la historia que fue en el año 850 “cuando la ría de Arousa y las tierras del bajo Ulla sufrieron el primer ataque de los ‘hombres del norte’, que devastaron la costa y se apoderaron de Iria Flavia". INAKI ABELLA DIEGUEZ

Fue en el año 850 “cuando la ría de Arousa y las tierras del bajo Ulla sufrieron el primer ataque de los ‘hombres del norte’, que devastaron la costa y se apoderaron de Iria Flavia, provocando la huida del obispo y del Cabildo a Compostela”.

Aquellas incursiones “se sucedieron en los años 859 y 968, pero pudieron ser contenidas en las Torres de Oeste, evitando que los invasores alcanzaran la ciudad de Santiago (Jakobsland)”.

La recreación del desembarco puede verse en pantalla gigante. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Romería Vikinga.

Para no perder de vista nada de lo expuesto hasta aquí, que es solo una minúscula parte de la historia que rodea a los vikingos y los orígenes de Galicia y Catoira, es recomendable visitar el Cacto.

Como también disfrutar de la Romaría Vikinga, que se celebra cada mes de agosto y que incluye la escenificación del desembarco, el primer domingo.

Un momento del desembarco que se lleva a cabo cada primer domingo de agosto. INAKI ABELLA DIEGUEZ

En el Cacto, donde en la pantalla gigante de su sala audiovisual se ofrece un interesante documental de la misma, recuerdan que todo empezó en 1959, cuando los poetas Faustino Rey Romero y Valdomero Isorna Casal fundaron el Ateneo del Ullán; un foro artístico y literario que al año siguiente planteó la idea de conmemorar el desembarco del rey Ulf con una fiesta.

La fiesta anual en las Torres de Oeste, al fondo. INAKI ABELLA DIEGUEZ

Fue en 1961 cuando decidieron organizar el primer desembarco de los “hombres del norte”.

Y en 1968 se incorporó a la fiesta “empleando una lancha motora preparada para la ocasión, con personajes caracterizados como vikingos”.

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