Además de los restos óseos hallados en la fosa común del cementerio municipal de Vilagarcía en el transcurso de los trabajos de exhumación realizados el pasado noviembre por un equipo multidisciplinar de historiadores, arqueólogos y antropólogos forenses capitaneado por el Histagra de la USC, durante las excavaciones los investigadores encontraron distintos materiales que han documentado.
Según el informe arqueológico con fecha de 20 de enero de 2022, fueron desenterradas un total de 72 piezas de material, de las cuales más de la mitad (39) se corresponden con cerámicas, once con metales, seis fragmentos de vidrio, otros seis de cristal, cinco elementos de caucho y otros tantos de plástico.
Con respecto a la cerámica (54%), gran parte es loza de época contemporánea recuperada en los niveles superficiales “correspondientes con el relleno para la construcción o reforma del cementerio” (en las unidades de enterramiento 101, 102, 201, 202, 203, 602 y 603), recoge el estudio arqueológico.
La loza está bastante fragmentada y presenta “un carácter heterogéneo caracterizado por la amplia gama de decoraciones y formas atribuidas a platos”. De un modo “residual” se han identificado dos pequeños fragmentos de cerámica tradicional de Buño y uno de Talavera de la Reina.
En cuanto a la producción de la popular cerámica de Buño, es de la época contemporánea (siglo XIX), aunque “con evidencias ya en torno al siglo XVI”. Una de las piezas, por el grosor del borde “parece pertenecer a una olla”. Los otros trozos podrían formar parte del fondo de un plato o de una bandeja de producción cerámica.
La pieza procedente de Talavera está caracterizada por la pasta empleada, clasificada como loza fina, en la que, según explica el arqueólogo director de los trabajos en su informe, Francisco Alonso Toucido, “el esmaltado deriva del vidriado estannífero que se aprecia en el exterior de la pieza a través de una fina capa blanca que le confiere impermeabilidad”.
Un 15% de metales
El segundo material más abundante recuperado en las excavaciones son los metales (15%), principalmente el hierro, con una amplia cantidad de clavos de féretros usados en el cementerio.
El hallazgo “más relevante” son tres placas de hierro destinadas a señalar tumbas. No tienen adornos, excepto el enmarque del número de enterramiento. Se encuentran en buen estado de conservación; aunque están oxidadas, se pueden leer los números de señalización (480, 483) salvo la placa recuperada en el sector 600, que podrían ser 111 o III en números romanos.
Un patacón
En cobre destaca una moneda, concretamente una peseta de diez céntimos (también llamada patacón) del año 1870. En su anverso muestra la “Libertad sedente” y en su reverso “un león con escudo”.
Finalmente, en lo que a los materiales metálicos se refiere, se recuperó un depósito del enterramiento 304, un crucifijo de bronce de reducidas dimensiones con marcas de sujeción a un soporte mayor (apunta Alonso Toucido que probablemente sea un crucifijo de mano que acompañaba al cadáver en el momento de la inhumación porque en esa tumba se hallaron restos óseos). Asimismo aparecieron fragmentos de un adorno de hierro de un féretro (foto 1).
El arqueólogo diferencia entre el vidrio (botellas de color verde atribuidas a recipientes de medicinas) y el cristal (piezas de floreros del cementerio).
Un zapato del número 48
En relación al material orgánico, los expertos recuperaron en una sepultura una suela de zapato de 32 centímetros, por lo que se correspondería con una talla del 48 y medio “probablemente perteneciente a un individuo masculino de talla grande”, reza el informe arqueológico. También se identificaron dos piezas de suela de zapato en mal estado de dimensiones mucho menores.
De plástico se recogieron cinco piezas, como crucifijos y adornos de ataúd (dos de ellos infantiles).
En resumidas cuentas, la intervención arqueológica (llevada a cabo en la fosa común de la necrópolis de Rubiáns en busca de dieciocho personas asesinadas tras el golpe de Estado de 1936) ha sacado a la luz materiales relacionados con el uso del cementerio como adornos de féretros, floreros o placas, así como también material cerámico y vidrios asociados con el empleo ininterrumpido del camposanto.
La mayor parte del material se recuperó en niveles superficiales del terreno vinculados con “la nivelación, construcción o reforma del espacio”.
Ya en una fase previa al cementerio se identificó la moneda del siglo XIX y la cerámica moderna de Talavera, “que aportan una cronología para el uso de los campos de cultivo previos al cementerio en la Edad Moderna”, concluye el dictamen.