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La ganadería de O Salnés, en peligro de extinción

Arousa perdió en dos décadas el 95 por ciento de sus explotaciones

Una granja avícola de O Salnés. | // IÑAKI ABELLA

Los nueve municipios de O Salnés y los tres del Ullán (Catoira, Valga y Pontecesures) sumaban en 1999 casi 2.300 casas o empresas con ganado vacuno; hace dos años, solo había 171. Hace dos décadas, los doce ayuntamientos mencionados tenían casi 7.000 explotaciones con aves de corral (la gran mayoría, domésticas y de autoconsumo, pero también alguna comercial), y en 2020 ya solo quedaban 260.

Los datos extraídos de los Censos Agrarios de 1999 y 2020, publicados ambos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran con claridad hasta que punto se ha producido en la comarca de O Salnés el abandono de las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales. De ser el medio de vida principal de cientos de familias, ha pasado a convertirse en un complemento en el que apenas queda espacio para la ganadería. Tanto es así que en las dos últimas décadas, O Salnés y el Ullán han perdido casi el 93 por ciento de las unidades ganaderas con reses de vacuno, y el 96 por ciento de las de aves de corral.

La pérdida de explotaciones también se hace palpable si se toman como referencia las granjas de porcino. Por citar algunos ejemplos, hace algo más de 20 años había en Ribadumia 694 casas o negocios con cerdos, y en Meis eran 506. Actualmente, solo quedan cinco en Ribadumia, y siete en Meis. En Catoira, O Grove, A Illa y Pontecesures no hay ni una sola unidad de ganado porcino computada, y en Cambados, Vilagarcía y Vilanova son tan pocas que el INE ni siquiera revela el número exacto para no interferir en el derecho al secreto estadístico.

Un grupo de hombres observa una piara de cerdos en la feria de Mosteiro (Meis). | // IÑAKI ABELLA

El descenso de las explotaciones ganaderas se traduce directamente en el número de cabezas. Así, el municipio donde quedan más vacas, según el Censo Agrario de 2020, es el de Valga, con 188; le siguen Vilanova (142), Cambados (102), o Meis (86). En Vilagarcía, ya solo quedan 28 cabezas, según la estadística oficial correspondiente al ejercicio de 2020.

Las cifras son mucho más elevadas en el caso de las aves de corral. Los gallineros domésticos y las granjas avícolas profesionales de Meis suman algo más de 205.000 aves; en Cambados están registradas 157.000; en Meaño, 97.000; y en Ribadumia, 25.000.

Así las cosas, poco queda ya de aquel rural de la comarca arousana del siglo XX, en el que prácticamente todas las casas criaban uno o dos cerdos para su autoconsumo, tenían un pequeño gallinero para abastecerse de huevos y carne, y disponían de una o dos vacas. En O Salnés se localizó de hecho una de las principales ferias de ganado de toda la provincia de Pontevedra, como era la de Mosteiro. Hoy, sigue celebrándose, pero a una escala muy inferior a la de décadas pasadas.

Por concellos

El Censo Agrario publicado por el INE se elabora mediante cuestionarios cubiertos por los ciudadanos, y el cotejo de documentación oficial. El de 1999 contabilizaba en Vilagarcía 191 unidades ganaderas de vacuno, 94 de porcino, y 181 de aves. En la estadística de hace dos años, estas cifras se habían reducido a seis de vacuno y ocho de aves.

Meis es quizás el municipio donde más se mantiene la actividad ganadera, aunque no tenga nada que ver con las cifras de hace dos décadas. Así, las 501 unidades de ganado vacuno (casas o negocios que poseían al menos una cabeza) de 1999, se han convertido en solo 36 hace dos años; en este mismo Concello, el número de gallineros domésticos o comerciales pasó de los 1.900 de hace unos veinte años a los 45 del dato más reciente.

Cambados es otro de los ayuntamientos donde el sector primario ha tenido históricamente un mayor peso en O Salnés. El Instituto Nacional de Estadística contemplaba la existencia de 88 unidades de vacuno, 270 de porcino y 1.400 de aves a finales del pasado siglo. Estos números se han reducido drásticamente. Solo quedan 42 gallineros, y 16 casas con vacas.

En agricultura reina con claridad el vino albariño

El Censo Agrario publicado por el INE también aporta una completa panorámica sobre el uso del suelo agrícola. Y revela que los viñedos ocupan la inmensa mayoría de la superficie. Tanto es así que los nueve municipios de O Salnés sumaban en 2020 unas 2.000 hectáreas de tierra plantadas con viñedo, lo que suponía entonces casi el 80 por ciento del total de la superficie agraria de la comarca. El viñedo ha crecido de manera exponencial en los últimos años en O Salnés, a pesar de de la irrupción de cultivos nuevos y con buenas perspectivas comerciales, como son el kiwi o el olivar.

Según el Censo Agrario, los nueve municipios de la comarca arousana suman 2.770 hectáreas de superficie agraria utilizable (SAU), de las cuales casi 2.170 están dedicadas a cultivos leñosos. Estos abarcan desde el viñedo hasta el olivar, pasando por los árboles frutales, y en O Salnés es la vid el más abundante con muchísima diferencia. Así, las plantaciones leñosas suponen el 80 por ciento de la superficie agraria utilizada en O Salnés, pero en los municipios de Cambados y Ribadumia el porcentaje todavía es más elevado, y supera el 90 por ciento de las tierras agrícolas.

El viñedo -principalmente, el albariño- se ha convertido en un potentísimo motor económico para la comarca, con repercusiones directas también sobre la hostelería y el turismo; pero es también una actividad que ha de ser regulada para evitar eventuales daños al medio derivados del uso intensivo de productos fitosanitarios. Las cifras son mucho más modestas en el caso de la superficie de terreno arable, puesto que los nueve municipios de la comarca solo contabilizan 352 hectáreas destinadas a este tipo de cultivos.



Las granjas avícolas sufren el hachazo energético

Javier López, responsable de Avicultura del sindicato Unións Agrarias advierte que los productores han sufrido un aumento de hasta el 47 por ciento en los costes de producción debido a la subida de los precios de la energía eléctrica y el gasóleo. “El precio de la carne de pollo ha pasado de unos 2,80 euros el kilo a entre 3,10 y 3,20, pero este incremento en los puntos de venta no se ha trasladado al primer eslabón de la cadena, que son los productores”, denuncia.

Según López, solo las empresas integradoras -las que proporcionan a los dueños de las granjas avícolas los pollos y los piensos, y recogen posteriormente las aves, ya criadas- se están beneficiando de la subida de la carne en las carnicerías y supermercados, puesto que ellos venden más caro, pero siguen pagándole lo mismo a los productores. El responsable de Unións Agrarias señala que estos siguen trabajando porque, aunque los costes energéticos se han disparado, compensan parcialmente esta situación con un mayor volumen de ventas.

”En situaciones de inflación disparada, muchos consumidores acuden a la carne de pollo puesto que ofrece una proteína más barata”. Para Unións Agrarias, es urgente desarrollar una regulación legal de los sectores integrados -como hay en Navarra o el País Vasco- y volver a los contratos homologados.

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