“Esta Semana Santa es una de las mejores que hemos tenido, incluso si se compara con las de antes de la pandemia”, explican los armadores de varios barcos de pasaje que operan en O Grove.
Tal ha sido la demanda que “de seguir así las cosas”, este año podrían superar sin demasiadas dificultades, y si el COVID no vuelve a impedirlo, la barrera de los 500.000 viajeros.

Esa es la media de usuarios que pueden pasar al año por las características naves del puerto de O Corgo. Una docena de embarcaciones que facturan alrededor de tres millones de euros y que constituyen un refuerzo notable para el sector turístico de toda Galicia.
Hay que tener en cuenta que estos catamaranes no solo atraen visitantes que acuden expresamente a O Grove para enrolarse en ellos, sino que sirven de reclamo añadido para muchos hoteles, restaurantes y agencias de viaje, ya que incluyen estas rutas marítimas en sus campañas.
Como se avanzaba el viernes en la edición digital de FARO DE VIGO, cuando se daba cuenta de la afluencia masiva de turistas, algunas rutas programadas tuvieron que colgar el cartel de “no hay billetes”.
Destacan las singladuras por la ría, que permite saborear mejillones a bordo y conocer las bateas. Como también los viajes a islas como Sálvora o hacia Pontecesures, rememorando la traslación de los restos del Apóstol Santiago.