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Jesús se quita la mascarilla en Paradela

Ambiente relajado y mucha gente en Meis, Cambados y Vilagarcía en el arranque de una Semana Santa que ya se parece bastante a las de antes de la pandemia

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Domingo de Ramos en O Salnés Iñaki Abella

Tras dos años de obligado recogimiento por el COVID, Cambados y Paradela emprendieron ayer la vuelta a la normalidad que tanto ansía la sociedad con un Domingo de Ramos que se pareció mucho a los anteriores a la pandemia. Ambas localidades celebraron sus actividades habituales en esta jornada -la multitudinaria bendición de las palmas y los ramos de Fefiñáns y la procesion de la Burrita, en Cambados, y la escenificación de la entrada de Jesús en Jerusalén, en Paradela-, y aunque probablemente no hubo tanta gente como otros años, la afluencia no fue en absoluto desdeñable. Las ganas de pasar página y de dejar atrás los sinsabores de la pandemia se notaban también en el gran número de personas que ya no usan mascarilla.

En Cambados, cientos de vecinos se dieron cita en la plaza de Fefiñáns, en la que aguardaba a los fieles la hermosa imagen de Jesús a lomos de la burrita, decorada con calas blancas y un ramo de Pascua. A mediodía, el cura párroco, José Aldao, vestido con la túnica blanca y la estola roja propias de celebraciones como la de ayer, descendió desde el atrio de la iglesia de San Benito hacia una pequeña tarima situada junto a la imagen de Jesús y la burrita, y bendijo los cientos de ramilletes de olivos y palmas (eran mucho más abundantes los primeros), que los fieles agitaban en alto, como relata la Biblia que hicieron los habitantes de Jerusalén el día que Jesús entró en la ciudad.

Bendición de Ramos en una plaza de Fefiñáns atestada de gente. | // IÑAKI ABELLA

Tras la bendición, una veintena de costaleros cargaron sobre sus hombros la pesada imagen de Jesús, que trasladaron hasta la iglesia parroquial de Santa Mariña, donde se ofició la misa solemne.

Los soldados romanos de Paradela. | // IÑAKI ABELLA

También hubo mucha afluencia en Paradela, parroquia de Meis que este año celebra de nuevo su Semana Santa viviente (que es de Interese Turístico Galego), tras dos años en los que la pandemia confinó a los actores a los vídeos enlatados en internet. Como en el caso de Cambados, el ambiente que se respiraba en la localidad era relajado y alegre por el regreso a una relativa normalidad. Así, Marcos Roma volvió a subirse a lomos de un burro junto al cruceiro de O Outeiro, y descendió desde allí hacia la iglesia parroquial, acompañado por sus discípulos, los soldados romanos y docenas de vecinos, muchos de los cuales tomaron alguna de las 120 ramas de palma de más de dos metros de altura que la Cofradía organizadora había depositado junto al atrio de la iglesia.

Tras la escenificación de la entrada triunfal de Jesús, fueron muchos los que tomaron asiento en alguna de las 300 sillas de plástico colocadas frente al jardín de la iglesia, para escuchar la misa solemne, oficiada en el exterior del templo. No faltaron la cantina ni los puestos de venta de rosquillas y juguetes, completando así una estampa muy parecida a las que se veían en Paradela antes del paréntesis provocado por la pandemia.

Meis destina 13.500 euros al montaje técnico

La Semana Santa de Paradela es de Interese Turístico Galego, pero la Cofradía organizadora y el Ayuntamiento de Meis no ocultan su intención de alcanzar en el futuro la calificación de Interés Nacional. No será fácil, pero no renuncian a ello, y para lograrlo uno de los primeros pasos pasa por mejorar la producción técnica de los espectáculos. Con esta finalidad, el Ayuntamiento contrató este año una producción de sonido profesional, que se le adjudicó a la empresa Bandín Audio, de Rianxo, por 8.500 euros, y un escenario mejor, que alquila la empresa Revenidas SC, de Vilaxoán, por 5.000 euros. El objetivo es lograr unas funciones con una factura más lograda desde el punto de vista técnico. En lo que respecta a las dramaturgias, la directora Fátima Rey ha realizado cambios en los diálogos y las escenas, para darles mayor dramatismo y conseguir que el público empatice con el padecimiento físico y emocional que sufrieron Jesús y sus allegados.

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