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“Hasta al cura le requisaron la Winchester y dos pistolas”

La resistencia de Vilagarcía durante la Guerra Civil fue explicada por Marcelino Abuín en las jornadas sobre memoria histórica

Marcelino Abuín, segundo por la derecha, con Varela y los promotores de las jornadas históricas. | // I. ABELLA

“Hasta al cura de Vilagarcía le requisaron una Winchester y dos pistolas”, explicó el historiador Marcelino Abuín en las jornadas sobre la Memoria Histórica de una ciudad que ofreció absoluta resistencia al Golpe de Estado y se enfrentó a la Guardia Civil y los falangistas de Pontevedra que habían tomado las principales plazas aquel 20 de julio de 1936 cuando ya se había declarado el estado de guerra. Una villa que se resistió como pudo por medio de una defensa que incluyó emboscadas, combates armados, voladuras de puentes, entre otras acciones realmente heroicas. 

El historiador Marcelino Abuín destacó el espíritu republicano de la sociedad vilagarciana, un pueblo que desde el primer momento se rebeló contra el Alzamiento de Franco con uñas y dientes. Así organizó guerrillas que, como recordó el ponente, “se enfrentaron a la Guardia Civil y a los falangistas en O Vento”, una batalla en la que hubo tres muertos. “En Vilagarcía se habían constituido varios grupos de resistencia armados, muy bien organizados gracias al apoyo de unas sólidas organizaciones sindicales de UGT y CNT”, explicó Abuín, que se habían armado con carácter previo.

Gobernaba en aquel entonces el Frente Popular con Valentín Briones como alcalde y Jesús Villaverde, que ejercía como teniente de alcalde, que dirigían una Corporación de izquierdas que pronto sufrió las represalias del fascismo. “Todos los concejales sufrieron el terror: dos fueron fusilados, otros paseados y muchos llevados a la isla de San Simón o a San Cristóbal”. Y a los que también se aplicó la Ley de Fugas, es decir se les disparaba a traición cuando alguien les “aconsejaba” escapar.

Miedo a hablar

Una época, sin duda, terrorífica, de la que sigue habiendo muchos silencios pero también episodios grabados en la memoria, como marcados a fuego porque la sangre es difícil de olvidar, aún cuando la opacidad estuvo presente en las sucesivas generaciones.

Acabar con ese silencio es la tarea que tratan de rescatar eruditos como Marcelino Abuín, uno de los mejores conocedores de esta etapa negra de la resistencia en Vilagarcía. “El 20 de julio, la Guardia Civil toma el poder en grandes ciudades, como Pontevedra, tras el bando que declaró el estado de guerra en todo el país; pero en Vilagarcía, recordó, “había una unidad muy pequeña que no tenía capacidad operativa para adherirse al pronunciamiento”. “Y al día siguiente, el 21 de julio, se empezaron a formar grupos de guerrillas en Vilagarcía para impedir el paso de los militares, gracias a que se habían armado al haber requisado todas las armas de fuego que se guardaban en las casas; tantas que hasta el cura tenía una escopeta Winchester y dos pistolas para defenderse”.

Con estas armas, los días 23 y 24, se registraron combates cruentos en Xiabre y Lobeira, aunque como reconoce Abuín pronto se vieron en inferioridad de condiciones. Recuerda que muy pronto el bando nacional recibió refuerzos al llegar al puerto de Marín el crucero Baleares y también hidroaviones que demostraron la superioridad.

Con todo, la sociedad vilagarciana no se arredró, de modo que la guerrilla se reorganizó en varias ocasiones en los meses sucesivos, con batallas que provocaron bajas en uno y otro bando. Abuín en absoluto define la ciudad como una Galia republicana aparte. También subraya que hubo desfiles, exhibiciones en las calles y homenajes como el que se rindió a Calvo Sotelo en aquellos años.

Lo que sí concluye es que la ciudad plantó cara a un conflicto que causó estragos y terror. “La única época comparable a aquella fue la Guerra de la Independencia cuando quemaron Carril y Vilagarcía”. Una lección sobre el horror.

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