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mirador de lobeira

El espíritu Modernista vuelve a A Illa

Ningún otro escaparate mejor que las Casas Modernistas para reflejar la cultura, progreso e historia de A Illa. Su recuperación arquitectónica es un verdadero hito en tanto que refleja la verdadera esencia de una localidad en la que los principales vínculos sociales, económicos y culturales solo se entienden con el mar como telón de fondo.

En ellas está el alma de Dona Tomasa, O Campaneiro y de Goday, casi una prosopopeya de la historia de A Arousa, esa que refleja el carácter único de un pueblo pequeño pero a la vez dinámico porque siempre ha dependido de sí mismo y de sus insulares circunstancias.

A Illa se merecía este gesto. Y no importa que se hayan tardado demasiados años en resarcir a los vecinos con el proyecto de rehabilitación de esta manzana cultural que ahora estará a disposición de la tercera edad, de la música y también de la historia local más auténtica, ligada a la conserva. Todo un ideario.

La rehabilitación de las Casas Modernistas es el mejor acierto político, tanto o más que el puente que unió el paradisíaco pueblo al continente, incluso que el largo proceso de segregación, pues guardan muchos siglos de la memoria del pueblo al que pertenecen.

Un motor que ya gira solo pues los vecinos están ilusionados con la reconstrucción del principal monumento de la localidad, ese que un día coadyuvó a empujar su economía y, por tanto, la que dio valor al trabajo de varias generaciones.

Por eso, visitar esos magníficos edificios, que no hace tanto estuvieron amenazados de ruina, parece obra de hechizo, un milagro que se dejó también en las mejores manos pues la administración tuvo a bien fijarse en el proyecto de uno de los más reputados arquitectos del momento, Manuel Gallego Jorreto, a quien se debe la armonía de todo el espectacular conjunto que ya se puede disfrutar de pleno.

Vibrante sinfonía que precisamente se ha querido transmitir en una obra que busca no solo complacer a los propios vecinos sino también a los muchos visitantes que querrán conocer el mundo de la conserva, pues además del edificio se han preservado muchas de las máquinas, muebles y elementos de la fábrica que impulsó hace siglo y medio la familia Goday.

Y para redondear todo el proyecto se cumple con otro de los objetivos de siempre en la localidad pues O Campaneiro será la sede de una Escuela de Música que va a cumplir con uno de los sueños de tantos y tantos vecinos de la localidad.

De ahí que la fecha elegida para la apertura de este espectacular conjunto arquitectónico, quizás sea una alegórica casualidad al coincidir con el Día Internacional del Piano, uno de los instrumentos que garantizan finísimos acordes y por tanto un futuro próspero para todo el conjunto.

Una circunstancia que también por casualidad sentó a los pies del espectacular piano de pared al alcalde Carlos Iglesias y la presidenta de la Diputación Carmela Silva, un posado que consciente o inconscientemente algo parece querer transmitir.

Satisfacer esta deuda con los isleños era de pura justicia.

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