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Acuerdo histórico en defensa de los autónomos del mar

UPTA y Anmupesca ponen proa al mismo puerto

Eduardo Abad, la exalcaldesa Fátima Abal y Rita Míguez, durante el "Foro Mar" de UPTA celebrado en noviembre, en Cambados. M. Méndez

La Unión de Profesionales Trabajadores Autónomos (UPTA) y la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (Anmupesca), han decidido sellar una alianza estratégica que se antoja decisiva en defensa del sector del mar.

Sus presidentes, Eduardo Abad y Rita Míguez, respectivamente, escenificarán el jueves este acuerdo de colaboración dándolo a conocer oficialmente en la nueva sede de UPTA, sita en la calle A Baldosa, de Vilagarcía.

Allí dejarán claro que esta alianza permite a UPTA incorporar más de 11.000 autónomos del mar que se suman a los 160.000 trabajadores por cuenta propia a los que ya representa en todo el país actualmente, de los cuales unos 4.250 dependen directamente de su rama gallega, Agtamar.

El acuerdo alcanzado mantendrá la plena independencia de Anmupesca y UPTA, pero, a su vez, garantizará una línea de acción conjunta en materia intersectorial.

Muy especialmente, cuando llegue el momento de defender ante la Xunta, el Estado central o Europa cualquier tipo de medida que redunde en beneficio de los autónomos del mar.

Acabar con la discriminación

De ahí que, como indica el propio Eduardo Abad, uno de los objetivos sea “acabar de una vez por todas con la discriminación que sufren en materia de jubilación anticipada”, así como en todo lo referido a las enfermedades profesionales, tanto las mariscadoras de a pie como las redeiras y percebeiras.

Se refiere a la discriminación frente a los mariscadores de a flote o “rañeiros”, recordando que los coeficientes reductores para las jubilaciones anticipadas están situados actualmente en un 0,10 para ellas, frente al 0,15 del marisqueo a flote.

Es “una de las mayores injusticias en materia de protección social que se dan en el régimen especial del mar”, espeta Eduardo Abad, reiterando así algunas de las conclusiones extraidas el pasado mes de noviembre durante el Foro Mar, organizado por UPTA en Cambados.

Apreciaciones en las que coincidía entonces, y coincide ahora, Rita Míguez, una de las ponentes de aquel congreso, quien considera que la situación resulta “insostenible”.

Lamenta así que “mujeres trabajadoras autónomas que desarrollan su actividad en condiciones de auténtica penuria física, sigan trabajando con edades avanzadas, sufriendo dolencias musculo esqueléticas propias del desgaste físico al que se ven sometidas a causa de su duro trabajo”.

Dicho de otro modo, que Anmupesca, UPTA y Agtamar se disponen a remar en la misma dirección “para poder defender de una forma más eficaz los intereses de los trabajadores autónomos del régimen especial del mar”.

Una redeira en Tragove (Cambados). Noé Parga

Tres líneas estratégicas

Una alianza que tiene mucho que ver con el trabajo realizado en los últimos años para tratar de recoger las inquietudes del sector. Pero también, como se decía anteriormente, con las conclusiones alcanzadas en el transcurso del “Foro Mar”, celebrado en Cambados y donde UPTA puso sobre la mesa demandas ligadas a tres aspectos clave con los que “incrementar la protección social” del colectivo del mar.

No son otros que la revisión, actualización y adaptación del catálogo de enfermedades profesionales; la adecuación de los coeficientes reductores de la edad de jubilación, incrementando el existente en la actualidad; y la adopción de medidas tendentes a favorecer el relevo generacional.

Todo ello expuesto al Gobierno de España en multitud de ocasiones para mejorar la situación de los trabajadores del marisqueo a pie (la inmensa mayoría mujeres), percebeiros, recolectores de algas, redeiros, empacadores y neskatillas.

Todas ellas cuestiones, dicho sea de paso, en las que el propio Eduardo Abad ya estuvo trabajando largo y tendido al lado del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, a la cabeza y su equipo, al igual que de la mano del Instituto Social de la Marina (ISM), las cofradías y las agrupaciones de marisqueo.

Una fase decisiva

En noviembre, tras el foro de Cambados, aquella negociación entraba en una fase tan decisiva como esperanzadora, pues de alcanzarse el anhelado acuerdo se estarían atendiendo muchas de las demandas históricas planteadas por colectivos tan representativos como la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (Anmupesca), presidida por Rita Míguez de la Iglesia.

Como se explicó a raíz del “ForoMar”, ella misma es una de las mariscadoras que sufrieron algún tipo de enfermedad o dolencia derivada de su trabajo en el mar, y sin embargo, vio cómo se catalogaba como dolencia común, no profesional.

 

 

1.- El reconocimiento de las enfermedades profesionales

Esta reivindicación, la de reconocer las principales enfermedades profesionales que afectan al sector, es parte esencial de la lucha de UPTA y Anmupesca.

Y es que el lumbago con ciática, dolor en la parte inferior de la espalda o en el hombro, trastorno de ansiedad o dorsalgia son solo algunas de las dolencias o enfermedades sufridas con frecuencia por las mariscadoras que, por extraño que pueda parecer, son diagnosticadas como contingencias comunes.

Mariscadoras de a pie de Carril (Vilagarcía). Iñaki Abella

Es bien cierto, y así lo reconoce UPTA, que en el año 2019 “se produjo una revisión del catálogo de enfermedades profesionales, tanto para las mariscadoras como para las rederas” y se reconocieron como tales la epicondilitis y epitrocleitis en codos y brazos, la tendinitis del abductor largo y extensor corto del pulgar en muñeca y mano y el síndrome de compresión del ciático poplíteo externo por compresión del mismo a nivel del cuello del peroné.

También la parálisis del nervio radial por compresión del mismo y las enfermedades infecciosas y parasitarias causadas por el contacto con la humedad y/o por trabajar en zonas húmedas.

Pero también es verdad que “siguen existiendo dolencias provocadas directamente o con ocasión del ejercicio de la actividad marisquera y que proceden de la acción y gestión de elementos o sustancias propias del medio en que la desarrollan”.

Es el caso de la artrosis, problemas articulares y/o musculoesqueléticos y las picaduras y/o erupciones cutáneas derivadas del contacto con animales como insectos, medusas y gusanos o bien de la prolongada exposición al sol.

Es decir, enfermedades o dolencias “sin duda relacionadas con el trabajo en el medio marino” que, sin embargo, “no son reconocidas como enfermedades profesionales”.

Es por ello que “se hace necesario revisar el catálogo de enfermedades profesionales e incluirlas o bien, al menos, considerarlas, como accidente de trabajo, ya que la dolencia o enfermedad se produce como consecuencia directa e inmediata del trabajo que realiza por su propia cuenta”, argumentaba UPTA en noviembre.

Lo que planteaba al Gobierno de España, en consecuencia, era “la revisión, actualización y adaptación a la actividad del marisqueo a pie del catálogo de enfermedades profesionales teniendo en consideración las dificultades propias del medio en el que se desarrolla la actividad, y que ésta se ejerza exclusivamente en el exterior, sin ninguna posibilidad de protección frente a la alta humedad, los cambios bruscos de temperatura o la exposición prolongada al sol o a vientos fuertes”.

Una de las mesas desarrolladas en "ForoMar", con Rita Míguez de la Iglesia, Fátima Abal y la directora de servicios jurídicos de UPTA España, Inés Mazuela. FdV

Al igual que quiere que se tenga en cuenta que el de mariscadores, percebeiros, recolectores de algas, rederos, empacadores y neskatillas es “un trabajo fundamentalmente realizado mediante un intenso esfuerzo físico, tanto en las fases de extracción del marisco como en las de su traslado” desde las zonas de captura a los puertos y lonjas.

La directora del Instituto Social de la Marina (ISM), María Elena Martínez Carqués, durante la intervención del ministro por videoconferencia, en en el "ForoMar". FdV

Y al hacer este planteamiento en defensa de los autónomos del mar, Eduardo Abad y su equipo no se olvidan de plantear que la aparición de “determinadas enfermedades crónicas actualmente no reconocidas como profesionales, y habituales en determinadas franjas de edad, se adelanta o se agrava en el caso del marisqueo a pie, precisamente como consecuencia de las condiciones en las que se desarrolla la actividad”.

 

2.- Adaptar los coeficientes reductores de la edad de jubilación

 

La segunda gran demanda del sector del mar, de UPTA y Anmupesca guarda relación, como se explicaba anteriormente, con la “adecuación de los coeficientes reductores de la edad de jubilación, incrementando el existente actualmente para el marisqueo a pie, percebeiros y recolectores de algas, que es del 0,10, para permitir que los trabajadores puedan jubilarse antes, lo cual está plenamente justificado atendiendo a las duras condiciones laborales que deben soportar”.

Un adelanto de la jubilación que, igualmente, “redundaría económicamente de manera positiva también en el funcionamiento del ISM, ya que se podrían evitar prolongados períodos de incapacidad temporal en las mariscadoras de mayor edad, lo cuales actualmente son habituales e inevitables”.

Esta demanda se basa en que “un coeficiente reductor de la edad de jubilación del 0,10 resulta del todo insuficiente y discriminatorio, si tenemos en cuenta que el marisqueo a flote (rañeiros) cuenta con un coeficiente reductor del 0,15, por lo que resulta necesario y justo equiparar el coeficiente reductor del marisqueo a pie, los percebeiros y los recolectores de algas al 0,15”, insiste Eduardo Abad.

Pero eso no es todo, sino que alerta, igualmente, de que el sector dedicado a la elaboración o reparación de redes (mayormente mujeres), los empacadores y las neskatillas “carecen de coeficiente reductor de la edad de jubilación, estando también el ejercicio de sus actividades sometido a condiciones de penosidad, por lo que se propone aplicar coeficientes reductores de la edad de jubilación también para estos sectores, empezando por un 0,5 para ir incrementándolo de forma progresiva”.

 

3.- Relevo generacional

Por último, UPTA abunda ante el Gobierno de España en la necesidad de favorecer el relevo generacional. Y ya habrá mucho camino andado en esa dirección si se consiguen avances significativos en los dos apartados reseñados anteriormente, ya que, sin duda, los jóvenes podrán animarse más que ahora a formar parte del sector del mar.

En cualquier caso, la organización de autónomos plantea una serie de medidas o necesidades para conseguir ese relevo. Por ejemplo, “que se facilite la conciliación laboral y familiar” abogando por una línea de concienciación eficaz, dando cuenta de que “la corresponsabilidad social en las tareas domésticas y familiares es asunto de todos”.

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Niños del CEIP Figueiroa de A Estrada, mariscadores por unas horas Faro de Vigo

Como plantea, también, el establecimiento de incentivos fiscales para aquellos que quieran iniciarse en esta actividad y una mejora de las condiciones de trabajo “mediante una mayor tecnificación, información y formación adecuada sobre los riesgos profesionales que implica el ejercicio de la profesión”.

Mariscadores de O Grove protegiendo sus bancos. FdV

De este modo, cree UPTA, se favorecerá la misma “en condiciones de seguridad y salud adecuadas”. Sobre todo, si se añade la “implantación de medidas preventivas para evitar dichos riesgos o minimizar sus efectos”, así como “un adecuado seguimiento de las enfermedades profesionales”.

Puestos a reivindicar, los autónomos también se inclinan por “reforzar la formación no solo en el acceso a la profesión, sino también durante el ejercicio de la misma, apostando por la formación permanente y enfocando esta tanto hacia la profesionalización del sector como a la adquisición de competencias transversales en cuanto a emprendimiento, habilidades directivas, de comunicación, de gestión o digitalización”.

Para finalizar, UPTA plantea al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de España, desarrollar “acciones de revalorización social de la profesión del marisqueo a pie y de fomento del asociacionismo entre las nuevas generaciones para invertir la ausencia de relevo generacional en la actividad”.

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El libre marisqueo en Arousa M. Méndez

De este modo, UPTA cree posible revertir la situación actual, cuando se barajan cifras preocupantes. Baste como referencia, y a ella se aferra el equipo de Eduardo Abad, que según la Consellería do Mar, en 2020 se expidieron 3.724 permisos para marisqueo a pie, de los que 961 eran para hombres y 2.763, para mujeres.

Pues bien, “la mayoría de los titulares de los permisos estaban en la franja de edad de 41 a 60 años”; casi el 69%.

Las mariscadoras gallegas vuelven a faenar

Las mariscadoras gallegas vuelven a faenar ATLAS / FOTO: GUSTAVO SANTOS

Más concretamente, 1.253 personas de 41 a 50 años y 1.306 de entre 51 y 60 años, elevándose a 481 el número de mariscadores con más de 60.

Y no solo esos datos llaman la atención, sino también que “únicamente tres eran menores de 20 años, mientras que 160 tenían entre 21 y 30 años”.

Cifras que parecen indicar claramente que los jóvenes dan la espalda al marisqueo. Y los que ya no lo son tanto, puesto que solo 521 estaban entre los 31 y los 40 años.

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