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El caballo de Atila lo tiene difícil con tanta valla

Hay aceras acotadas desde hace una eternidad en las que ya crece la hierba

Imagen de la calle peatonal y comercial Alcalde Rey Daviña, quizás la más importante de Vilagarcía. Noe Parga


La historia atribuye a Atila, rey de los Hunos y también conocido como “El azote de Dios”, una frase que decía algo así como “donde mi caballo pisa no crece hierba”, lo cual puede servir para valorar la crueldad con la que se empleaba este líder tribal en Europa Occidental y Asia Central.

Pues bien, alguien podría pensar que el caballo de Atila tendría trabajo que hacer en Vilagarcía, donde hay tantas vallas que parece Melilla. En este caso colocadas para acordonar plazas públicas, calles y aceras.

Lo que sucede es que algunas llevan años instaladas y la hierba ya crece, incluso, sobre cemento y piedra. Atila y su caballo lo tendrían francamente complicado.

En el centro urbano de Vilagarcía hay tantas zonas valladas, y desde hace tanto tiempo, que el enfado de los ciudadanos es mayúsculo y no deja de ir en aumento, preguntándose por qué siguen esas zonas acotadas y no se hace nada para solucionarlo.

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Vilagarcía, con tanta valla parece Melilla Manuel Méndez

Son vallas metálicas con letreros y señales que impiden estacionar en calles como Arzobispo Lago, pero que nadie respeta ni la policía hace respetar. Así como otras, en esa misma calle, que impiden el paso por una acera sobre la que hace ya muchos meses se desprendieron las tejas de un edificio.

Se trata de vallas colocadas en ese y otros muchos lugares porque se desprendieron losetas, tejas u otros elemento desde las fachadas o cubiertas de los edificios, en algunos casos causando heridos de consideración.

Inmuebles en estado ruinoso

También instaladas para impedir el paso de los peatones cerca de viejos inmuebles que amenazan con desplomarse sobre la vía pública en cualquier momento, o cuyos balcones, ventanas u otros elementos exteriores constituyen una clara amenaza para la ciudadanía.

Rey Daviña, la calle comercial de la ciudad. Noe Parga

Al igual que hay vallas colocadas para impedir que los ciudadanos se caigan en agujeros donde otros se cayeron antes, así como para prohibirles caminar cerca de muros que pueden venirse abajo en cualquier momento y que, de hecho, ya se han caído en algunos tramos.

A veces también se colocan para advertir al ciudadano de la existencia de una baldosa, un trozo de acera o una balaustrada rotos, pero allí se quedan instaladas durante meses, a la espera de que el operario de turno pase por el lugar para afrontar la reparación pertinente.

La hierba brota con fuerza. Noe Parga

Quejas de vecinos y comerciantes

“Todo esto afea la ciudad, dificulta la movilidad y da una sensación de total abandono y dejadez”, explican algunos de los ciudadanos que ayer mostraban a FARO las vallas que se ven obligados a soportar y a sortear.

La calle Romero Ortiz es la que presenta una imagen de mayor abandono. Noe Parga

La bajada al Puerto de Vilagarcía por Pablo Picasso, la citada calle Arzobispo Lago, la peatonal y concurrida calle Alcalde Rey Daviña, el no menos bullicioso parque de A Xunqueira, la calle de Romero Ortiz, la intersección entre Arzobispo Gelmírez y la calle San Roque o el paso peatones situado entre la calle peatonal Arzobispo Andrade y la de Alejandro Cerecedo, son solo algunos ejemplos.

Todo esto afea la ciudad, dificulta la movilidad y da una sensación de total abandono y dejadez

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Aunque hay muchos más lugares afectados, también con vallas interfiriendo las flamantes ciclovías o paseos y carriles bici como los del Parque Miguel Hernández, donde es imposible transitar sin tener que esquivar vallas.

En algunos casos incluso se hace necesario invadir la calzada para seguir camino, salvo que se quiera saltar sobre esas protecciones metálicas que parecen haberse convertido en un elemento más del mobiliario urbano.

Las vallas de la calle Arzobispo Lago. Noe Parga

Cada vez son más los vecinos que dicen estar cansados de esta situación. Y no solo los que transitan por aceras, plazas y calles peatonales, sino también los propietarios de edificios y comercios que se han visto afectados en algún momento y siguen estándolo, ya que algunos tienen que convivir con las vallas, aunque su intención sea deshacerse de ellas cuanto antes.

Lentitud burocrática

Sucede, por ejemplo, en la calle de Fariña Ferreño, donde algunos ciudadanos manifiestan que “cuando en uno de los edificios se produjeron desprendimientos desde la fachada sobre la vía pública, hace más de dos años, el Concello decidió colocar vallas de protección”.

Las vallas ocupan la acera y la ciclovía en calles como Fariña Ferreño, pero hay muchas más. Noe Parga

El problema es que “desde entonces estamos esperando a que venga un técnico municipal para hacer la correspondiente valoración y que podamos intervenir, ya que queremos reparar el edificio, y no podemos hacerlo porque no aceleran el expediente, lo cual significa que esas vallas tendrán que seguir en el mismo lugar”.

Se quejan así de la “desidia” del Concello, al que reclaman que acelere este tipo de procedimientos.

Como se quejan peatones y comerciantes por las vallas de Rey Daviña y la calle paralela, ya que entre esos elementos metálicos “crece tanta hierba que ni el caballo de Atila podría acabar con ella”, ironizan algunos vecinos y empresarios.

“Hay tantas vallas como en Melilla, por lo que tarde o temprano vamos a tener que acabar saltándolas para poder avanzar”, bromean.

Intersección entre Arzobispo Andrade y Alejandro Cerecedo, donde una vilagarciana resultó herida tras hundirse el piso a sus pies, y donde las vallas protegen el agujero, que sigue abierto.

Intersección entre Arzobispo Andrade y Alejandro Cerecedo, donde una vilagarciana resultó herida tras hundirse el piso a sus pies, y donde las vallas protegen el agujero, que sigue abierto. Noe Parga

Piden contundencia y rapidez

Unos y otros demandan de Ravella que actúe con contundencia u obligue a actuar a quienes sean responsables de los desprendimientos, problemas estructurales de edificios o de cualquier otra amenaza que obligue a instalar vallas.

FARO DE VIGO ya alertó de esta situación en varias ocasiones, toda vez que hay ciudadanos que sienten impotencia, al ver que las vallas permanecen durante meses e incluso años ocupando las calles.

El pasado verano se aclaraba que muchos de los desprendimientos que obligan a instalar las vallas se registran debido a un deficiente mantenimiento de las fachadas.

El apuntalamiento de un muro en Pablo Picasso, uno de los lugares afectados desde hace más años. Noe Parga

Y a veces las reparaciones se eternizan a causa de los reparos que ponen las empresas aseguradoras, por lo complejo que puede resultar poner de acuerdo a una comunidad de propietarios para acordar una derrama y reparar una fachada o bien por la lentitud de los trámites administrativos, ya que conseguir una licencia de obra puede ser cuestión de varios meses.

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