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Óscar Torres Otero: “Pudieron haberme dejado ciego”

Uno de los camioneros atacados durante la huelga del transporte relata su experiencia a FARO

Óscar Torres frente a la flota de camiones de Transportes Cameselle-Transfrío, parada a la espera de que se resuelva el conflicto. // FdV

Óscar Torres Otero, de 48 años y vecino de O Grove, es uno de los muchos transportistas que sufrieron el ataque de los piquetes con motivo de la huelga que se lleva a cabo a nivel nacional. Y es uno de los que más expusieron su vida, ya que en su caso no es que pincharan las ruedas de su vehículo, sino que lo apedrearon mientras circulaba.

Sucedió a la entrada de Barcelona y cuando se incorporaba a una autopista, “por lo que únicamente avanzaba a 60 o 70 kilómetros por hora”.

No ir a más velocidad es uno de los factores que pudieron salvarle la vida, ya que desde lo alto de un puente le lanzaron las piedras, entre ellas una del tamaño de un brick de leche que impactó en el parabrisas y lo destrozó. “Si hubiera ido a más velocidad el resultado habría sido trágico”, explica el chófer.

Si me entraran en los ojos podía quedarme ciego de por vida, como ya la pasó en otra ocasión a un compañero

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“Temí por mi vida –reconoce–, pero, sobre todo, pensé que pudieron haberme dejado ciego, ya que las astillas del parabrisas que se esparcieron por toda la cabina pudieron haberme alcanzado los ojos”.

Ya le pasó algo parecido en la huelga de 2002

Aún con el susto en el cuerpo, relata que esta terrible experiencia no es nueva para él, ya que también lo apedrearon en su camión durante la huelga general del año 2002, la del 20-J, convocada por UGT y Comisiones Obreras contra el Gobierno de España, por entonces en manos de un Partido Popular liderado por José María Aznar.

Para explicar con todo detalle lo sucedido en esta ocasión, el camionero grovense relata que transportaba medicinas, y que cuando así se lo transmitió a los piquetes que le dieron el alto a su paso por Ourense, “me dejaron seguir camino sin problema alguno”.

Imágenes que muestran la piedra que le lanzaron y el impacto.

Todo se torció llegando a Barcelona, “cuando sin que nadie preguntara nada, me apedrearon y pusieron en juego mi vida”, insiste.

“Ya iba pendiente de los puentes porque ya sé qué pasa con estas huelgas y ya me pasó esto hace veinte años, pero aún así no pude ver a quienes me lanzaron las piedras desde el puente cuando me incorporaba a la autopista”, manifiesta el meco.

O no son transportistas de verdad o son unos niñatos que no saben nada de este sector y carecen de escrúpulos, ya que lanzando una piedra a un camión en movimiento pueden matar a cualquiera

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“Impactó en la luna delantera y saltaron las astillas por todas partes, metiéndose en mi pelo, la cama que llevo detrás de mi cuando conduzco y toda la cabina del camión; incluso en la bolsa de la ropa. Si me entraran en los ojos podía quedarme ciego de por vida, como ya la pasó en otra ocasión a un compañero”, denuncia.

Tras indicar que algunos transportistas “están siendo bloqueados o atacados cuando tratan de volver a casa, ya que el paro los sorprendió cuando estaban en Italia u otros países europeos”, Óscar Torres continúa su relato diciendo que la cámara del sistema de alcances que porta el camión hizo que empezara a frenarse inmediatamente.

La cabina de su camión.

“En cuanto me detuve llamó al 112, ya que no podía seguir camino y estaba parado en medio de la autopista”, añade el grovense antes de exponer, como también hizo su jefe, que los que atentaron contra él “o no son transportistas de verdad o son unos niñatos que no saben nada de este sector y carecen de escrúpulos, ya que lanzando una piedra a un camión en movimiento pueden matar a cualquiera, tanto al que lo conduce como a quienes viajen en otros vehículos próximos”.

Con 25 años de experiencia en Transportes Cameselle, Óscar Torres no oculta su indignación por este episodio que pudo haberle costado la vida; o haber acabado con la de cualquier otra persona que en aquel momento circulara por la misma carretera. Sobre todo teniendo en cuenta que su camión pesa 40 toneladas y mide unos dieciséis metros de largo.

“Sentí nervios e impotencia al ver lo que me habían hecho, por lo que solo puedo pedir que no vuelvan a hacer algo parecido a nadie”, finaliza el conductor meco.

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