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El lobo inquieta de nuevo a ganaderos y vecinos del Castrove

Sostienen que en los últimos meses se han producido ataques tanto a caballos mostrencos como a ejemplares domésticos y temen que vayan a más

Esteban Outeda, ayer en Armenteira, junto al caballo que el pasado domingo sobrevivió al presunto ataque de un lobo. | // NOÉ PARGA

En noviembre de 2019, la alarma por la proximidad del lobo cundió en parte del municipio de Meis. El animal había atacado caballos mostrencos y ganado doméstico, e incluso se acercó a algunas casas de lugares relativamente alejados del monte, como O Mosteiro o algunos lugares de San Tomé. Este invierno, el temido cánido ha vuelto a dejarse ver por Meis, aunque sin generar la alarma social de entonces. Sin embargo, ganaderos y vecinos muestran su temor a que la población se descontrole, y los daños sean más graves en el futuro.

Esteban Outeda, portavoz de un grupo de criadores de caballos en libertad que aspira a crear un recinto vallado en el Castrove para sus animales, afirma que en los últimos meses el lobo ha matado en torno a una veintena de animales en el monte. El pasado domingo encontraron en San Tomé un equino vivo, pero con una profunda mordedura en una pata trasera. Outeda sostiene que las características de la herida delatan al lobo.

Francisco Casás, presidente de la comunidad de montes de San Tomé de Nogueira, se cruzó precisamente con este caballo herido y fue él quien avisó a los ganaderos. “Cuando les llamé me dijeron que estaban buscando el caballo”. El animal bajó del monte dejando tras de sí un reguero de sangre, y acabó cerca de las casas de Porta Pisón, donde lo recogieron los criadores. Estos días, el caballo se recupera de sus heridas en una finca de Armenteira, en Meis.

Casás también avala la presencia del lobo en el Castrove. Afirma que hace tres meses, “vi tres ejemplares juntos” al atardecer, y añade que, “a un amigo mío los lobos le mataron tres ovejas a pesar de que las tenía dentro de un cierre”.

“Los lobos desempeñan una labor importante en los ecosistemas, pero a lo que no se puede llegar es a la superpoblación”

Francisco Casás - Presidente de la comunidad de montes de San Tomé de Nogueira

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Esteban Outeda afirma que hace unas semanas también avistó un ejemplar. Fue sobre las seis de la tarde, en una zona lindante entre los montes de Armenteira y los de Poio.

Sin embargo, esta situación apenas ha trascendido a las autoridades. Esteban Outeda admite que no dio parte del caballo herido, y la alcaldesa, Marta Giráldez, afirmó ayer que en lo que va de invierno tan solo recibieron en el Ayuntamiento un aviso por la presencia de lobos. La situación, añade la regidora, no tiene nada que ver con la vivida hace dos años, cuando en efecto se multiplicaban las llamadas de preocupación.

Prohibida la caza

Los propietarios de caballos y los residentes en las laderas del monte temen que la prohibición de la caza del lobo en toda España acabe con el tiempo provocando un repunte en el número de ejemplares y de manadas. Por ello, plantean medidas correctoras. “Los lobos desempeñan una labor importante en los ecosistemas, pero a lo que no se puede llegar es a la superpoblación”, argumenta Francisco Casás, presidente de los comuneros de San Tomé. “Siempre ha habido lobo, pero si se permite que críen sin control acabarán bajando cerca de las casas, porque en el monte queda cada vez menos ganado”, añade.

Esteban Outeda también demanda de la administración medidas que regulen las poblaciones de lobos, para evitar que la protección legal sobre esta especie vaya en detrimento de otros usos tradicionales del monte, como es la cría de caballos mostrencos. “A mí me gusta que en el monte haya todo tipo de animales, pero lo que no puede darse en una sobrepoblación de lobos donde apenas queda ganado”, argumenta Outeda.

“Ahora empiezan las yeguas a parir, y veremos cuantos potros quedan”, advierte el portavoz de los ganaderos. En septiembre pasado, de hecho, se notificaron una serie de ataques, tras la aparición de restos de caballos jóvenes.

Outeda plantea el estudio de alternativas para que sea más fácil la convivencia de lobos y caballos, como la de alimentar artificialmente a los depredadores dejando carne en determinados lugares del monte, alejados de las carreteras y de las zonas de paso de los visitantes, para de este modo reducir el número de ataques de los cánidos al ganado.

Los ambientalistas

Las asociaciones ecologistas han salido históricamente en defensa del lobo y, de hecho, recuerdan que su presencia en el monte puede ser la solución a la superpoblación de jabalíes, que tantos quebraderos de cabeza origina a agricultores y cazadores.

Algunas de estas asociaciones han planteado que el lobo ibérico es una especie amenazada, debido a su dificultad para su dispersión natural, y las bajas que ocasionan los atropellos, los venenos e incluso las batidas, muchas de ellas furtivas. Por ello, algunos colectivos reclamaron un cumplimiento estricto de los protocolos internacionales que prohiben la caza del lobo.

El COVID frena el plan de vallar una zona para los caballos

El grupo de ganaderos que encabeza Esteban Outeda tiene otro proyecto en mente, que pasa por crear una gran zona acotada y perimetrada donde puedan permanecer los caballos. El proyecto se ha encontrado con el freno del coronavirus, que ha impedido o dificultado la celebración de las asambleas de comunidades de montes, necesarias para aprobar o rechazar la cesión de terrenos. Para los propietarios de caballos, estos no solo suponen una forma de riqueza cultural y etnográfica, sino que su presencia también redunda en una mejor gestión de la masa forestal, lo que ayuda a reducir los riesgos de incendios. En su momento incluso plantearon la posibilidad de ampliar la cría a vacas y cabras.

Los ganaderos ya expusieron sus ideas tanto a Marta Giráldez como a los directivos de las comunidades de montes, y aunque las primeras impresiones fueron buenas, necesitan el respaldo de las asambleas de montes en las que se quieran asentar. Su intención es crear uno o más espacios cerrados donde los animales puedan estar y alimentarse de forma segura y sin causar daños, ni a los cultivos agrícolas de los vecinos ni a los bosques de repoblación de los comuneros. Para ello, se vallarían las parcelas y se habilitarían pasos canadienses, para evitar la salida accidental de los animales.

De este modo, también se solucionarían los riesgos de seguridad vial que en ocasiones se producen cuando los caballos están sueltos por las carreteras. Los caballos también podrían ser menos vulnerables a los ataques de lobos.

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