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Peruanos: sin asociación, pero unidos

La colectividad peruana de Cambados llegó a contar con un colectivo, y Miguel Ángel Lumbres Cumpa fue uno de sus presidentes

Miembros de la colectividad peruana, durante el minuto de silencio del miércoles en Cambados. | // I.ABELLA

En 2005 se corrió la voz en Perú de que en España hacían falta pescadores. Una veintena de ciudadanos de ese país hicieron las maletas y salieron de casa rumbo al aeropuerto. Apenas un par de días después estaban en Cambados, cuya flota del cerco necesitaba mano de obra desesperadamente. Luis Manuel Viteri Paz no salió para Galicia inmediatamente, sino que viajó en 2006, unos meses después de la llegada de sus primeros compatriotas. Hoy, es uno de los ciudadanos peruanos de más edad y con más tiempo en Cambados. Sus dos nietos ya han nacido en Galicia. “Ya son gallegos”, sostiene.

Viteri Paz fue amigo de Miguel Ángel Lumbres Cumpa. En Perú trabajaron en la misma compañía armadora, y en Cambados se veían con frecuencia. Recuerda, por ejemplo, que cuando Lumbres volvía de una marea, les llevaba a casa atún rojo, un pescado que gusta mucho en Perú y que pasa por ser uno de los más caros del mundo. “Era un buen amigo, un buen compañero, una persona humilde, trabajadora y profesional, que se desvivía por su mujer y sus hijos”.

Viteri y Lumbres también estaban unidos por la asociación Rigoberto Quezada. La comunidad peruana de Cambados llegó a estar formada por más de 300 personas, y a los pocos años de establecerse los primeros pescadores en la villa decidieron formar un colectivo. El nombre de Rigoberto Quezada se eligió en honor a un pescador peruano que murió en el mar en 2007.

La asociación organizó diferentes actividades sociales y deportivas, y Miguel Ángel Lumbres llegó a ser su presidente. Con el tiempo, sin embargo, la organización se disolvió. “La gente no se ponía de acuerdo sobre las cosas que había que hacer”, rememora Viteri.

Además, la comunidad empezó a menguar. Muchos se marcharon buscando otros destinos. “Ahora quedamos unas 20 o 25 familias”, calcula, entre las cuales suman en torno a un centenar de personas. La mayoría de los varones adultos siguen trabajando en el mar.

Sin embargo, en los últimos meses, Lumbres y él llegaron a hablar en alguna ocasión de la posibilidad de poner la asociación otra vez en marcha. “Pero solo fue una conversación que nunca se llegó a concretar. Cada uno ha ido tomando su rumbo y es difícil juntar a la gente”.

Pese a todo, siguen mostrándose unidos cuando las cosas van mal. Lo demostraron hace un par de semanas, tras la muerte de una mujer en Cambados. Su hija estaba en Perú y no tenía dinero para volar a España para el entierro, pero sus compatriotas hicieron una colecta y lo reunieron. Ahora les ha tocado superar juntos otra tragedia, la que está viviendo la familia de Miguel Ángel Lumbres.

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