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Las gallinas y los mejores callos que dan lustre a las romerías de San Amaro en O Salnés

Vilanova y Meaño celebran por segundo año la fiesta religiosa con restricciones por la pandemia

Un momento de la subasta de animales vivos y productos de la huerta

Como cada 15 de enero el año estrena el programa festivo con San Amaro, centrado en Vilanova de Arousa y Meaño. Dos fiestas y dos modelos, una con el tirón popular en Vilanova, donde los tradicionales callos se convierten en reyes, y otra con la estampa humilde que ofrecía en su pequeña ermita meañesa. Ambas, eso sí, con el denominador común de la gaita. Vilanova respiraba ayer la jornada festiva, con un San Amaro al que se honraba a San Cipriano con siete misas por la mañana y por la tarde. La nota musical a la jornada la puso el grupo de gaitas “Os Terribles” de Arousa.

El párroco Manuel Folgar bosquejaba la figura del santo y recordó “que, junto con su hermano Plácido, fuera encomendado a San Benito de Nursia para su formación humana y espiritual, que luego fue abad en un comunidad benedictina, y que destacó a lo largo de su vida por su espíritu de obediencia y mortificación”.

“Galicia -agregaba- fue una gran comunidad benedictina, por la proliferación de monasterios, comunidades y prioratos benedictinos, y aquí en Cálago, existió en su día un priorato que hizo mantener esa veneración por San Mauro, que hace que aún hoy se celebre en Vilanova con tanta pasión y devoción”.

Fuera de la ermita y de su faceta religiosa, el protagonismo se trasladaba luego a los restaurantes y bares, con la tradicional degustación de callos, plato asociado al santo por doquier. No fueron pocos los vilanoveses y visitantes que ayer se mantuvieron fieles con la tradición de calentar la fría jornada con una ración del preciado potaje, acompañado de los tintos de rigor.

Los callos fueron el gran atractivo gastronómico. Iñaki Abella

El imprescindible reposo del manjar de San Amaro

Al frente del restaurante Faro da Lúa, Óscar Casaldarno, reconocía que, pese a la situación, la demanda no se resintió al cuadrar la festividad en fin de semana. “Preparamos el plato con 40 kilos de garbanzos y otros 60 de carne, con su correspondiente pezuño, chorizo y vientre, del que hemos dispensado cientos de raciones”.

No en vano, por su establecimiento pasaban ayer cerca de 300 personas, que hacían de los callos el plato rey. “Amén de en sala y terraza -explica- vendimos unas 80 raciones para llevar de un plato que se degusta hoy (por ayer) por todos los locales de Vilanova al precio popular de unos 7-8 euros por ración”. El secreto, para elaborar un buen puchero de callos, está, según Casaldarno, en “la cocción lenta y en cocinarlo el día anterior, porque este es un plato que precisa del reposo, y gana en gusto culinario al día siguiente”.

Salida de la procesión de San Amaro en Vilanova de Arousa Iñaki Abella

Mientras, en Meaño, el San Amaro se veneró en sabor emocional y familiar en la pequeña ermita del santo que da nombre al lugar. Lo hacía con misas rezadas a las 10 y 11, además de la solemne a las 13 horas. En medio, la tradicional procesión del Encuentro para salir con San Amaro a cuestas a recibir a la Virgen de los Milagros, y pasar ambos la jornada en la ermita. Hoy domingo, misa parroquial de Meaño en la capilla a las 10, y regreso en procesión con la santa hasta la iglesia parroquial.

La música de las gaitas no faltó junto a la ermita. | // IÑAKI ABELLA

Las “poxas”, otro atractivo

Las tradicionales “poxas” de productos del campo, conservan la tradición aunque con casi tantos lotes como público, que en torno al medio centenar de lugareños, que antes había asistido a misa. El amplio surtido subastado iba desde una caja de patatas nuevas, hasta una bolsa de naranjas del país, pasando por lotes de kiwis, calabazas, huevos de corral, limones, espigas de maíz, cebollas, bandeja de pasteles, licores de aguardiente y café, además de vinos de Rías Baixas.

Pero la estrella, un año más, fueron los gallos de corral. Fueron cinco ejemplares, de los que el más bajo se falló en 20 euros y, el que más, subió hasta 50 euros. Eso sí, en el anecdotario, uno de los gallos, se rebeló y asomó desde su caja para romper una de los botellas de vino que no pudo salir a puja. Y otra, que el lote de espigas no tuvo oferta alguna quedando, lo que se dice, para la “resteba” del maíz (resto del maíz que se siembra fuera de época). A la postre, en un segundo intento a la desesperada una vecina se avino al final a colaborar con la causa y pagó 3 euros para quitarle la carga al santo.

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